MUSEO ORIENTAL DE VALLADOLID (I) A modo de introducción.

Toma de posesión de las Filipinas por Legazpi acompañado por los primeros agustinos
Toma de posesión de las Filipinas por Legazpi acompañado por los primeros agustinos
Manuel Rodríguez Díez, OSA
14 dic 2025 - 23:59

Sabido es que una gran parte, si no la mayoría, de los monumentos españoles, sean en piedra, papel u otros medios, deben su origen a la Iglesia: catedrales, iglesias, colegios, publicaciones, archivos… Sin embargo, hay un campo bastante desconocido, también el resultado del interés de la Iglesia por el tema, especialmente en el seno de las diferentes órdenes o congregaciones religiosas: los museos no relacionados con las catedrales o iglesias locales. ¡Cuántos colegios regidos por religiosos o religiosas albergan verdaderos museos de historia natural! ¡Y cuántas casas religiosas relacionadas con el mundo misional guardan entre sus muros ‘souvenirs’ traídos a España desde los países donde sus miembros trabajaron en la expansión del Evangelio! 

En España hay tres que sobresalen: el Museo Misional de Ávila, de los dominicos; el Museo Misional de Monteagudo-Marcilla, de los agustinos recoletos; y el Museo Oriental de Valladolid, de los agustinos. Este artículo-introducción, al que seguirán otros monográficos, está dedicado al último porque es el que conozco bien, pero, sobre todo, porque, juntamente con los otros mencionados, demuestran el interés cultural que los miles y miles de misioneros españoles demostraron trayendo a su patria artefactos de todo tipo que hoy día enriquecen el espectro cultural de España.

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Real Colegio-Seminario de Agustinos Filipinos en Valladolid
Real Colegio-Seminario de Agustinos Filipinos en Valladolid

Un poco de historia

El 4 de mayo de 1493, el papa de origen español, Alejandro VI, por medio de la bula Inter Caetera, corta por la mitad la ‘naranja’ que es el globo terráqueo, usando como punto de referencia o línea de demarcación el meridiano situado a 100 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Todo lo por descubrir al oeste de dicho meridiano, sería para España; lo del este, para Portugal. Como las medidas no eran muy exactas, y como el interés principal era ver a quién pertenecían las Islas Molucas, más conocidas como Islas de las Especies, al año siguiente se reúnen en Tordesillas representantes de España y Portugal y el 4 de junio de 1994 cambian las 100 leguas originales a 370 que, en principio, dejaba las Molucas en territorio español; claro que esto resultó en que la gran y sobresaliente barriga de América del Sur que hoy es Brasil quedase en territorio portugués, lo que explica por qué en ese país se hable luso, no castellano. Y lo peor del caso es que, en las antípodas de Cabo Verde, y debido a que había diferentes medidas en lo que a distancias entre meridianos se refería, españoles y portugueses siguieron discutiendo en qué lado de la línea de demarcación quedaban las Molucas y, por tanto, a quién pertenecían.

España necesitaba encontrar un camino para llegar a las Molucas sin tener que pasar por el sur de África. En 1521, Magallanes, portugués al servicio de la corona española, logra pasar del Atlántico al hasta entonces llamado Mar del Sur por el que hoy conocemos como el estrecho que lleva su nombre. Las vicisitudes que encontraron hasta finalmente dar con el estrecho fueron horribles, debido principalmente a la fortísimas corrientes y peligroso oleaje que aún hoy día hace muy difícil el paso del Atlántico al entonces conocido por Mar del Sur y al que Magallanes rebautizó con el nombre que hoy lo conocemos, Pacífico, ya que, con harta sorpresa, así lo encontraron una vez pasado el estrecho.

Llegan los españoles a la isla de Cebú, en el archipiélago que se conocía entonces como Islas de san Lázaro y, debido a que Magallanes muere en una reyerta con los nativos, Juan Sebastián de Elcano se pone al frente de la expedición y, dado que siguen sin saber cómo regresar a México por el Pacífico, lo hacen por territorio portugués, lo que les supone muchos inconvenientes, prisiones incluidas, llegando a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 solamente la nao Victoria de las cinco que habían iniciado el viaje y con solo 18 superviviente de los 239 que lo habían iniciado. Habían dado la primera vuelta al mundo.

Andrés de Urdaneta
Andrés de Urdaneta

Intentando encontrar la manera de regresar a España vía México, pero sin conseguir atravesar el Pacífico de oeste a este, otras expediciones llegan a las ya llamadas Filipinas, en honor al príncipe y futuro rey Felipe II, pero no tienen más remedio que, como en el caso de Elcano, hacerlo por territorio portugués y entrando en el Atlántico a través del Cabo de Buena Esperanza, en la punta sur de África. En una de esas expediciones, 1525-1536, que comandaba García Jofre de Loaysa, iba como ‘técnico’ de ella alguien que ya había andado por aquellos mares y los conocía bien: Juan Sebastián de Elcano, que llevaba como paje o grumete a un ‘mutiko’ vasco de 16 años pariente lejano suyo y nacido en Ordizia, Guipúzcoa (también conocida como Villafranca de Oria o Villafranca de Ordizia), que, cuando al final consiguió regresar a España, tenía ya 27. ¡Había pasado 11 años hasta conseguir dar la vuelta al mundo! Se había hecho todo un hombre y había adquirido experiencias marítimas que lo convertían en especialista de aquellos mares. Se llamaba Andrés de Urdaneta.

Ya Rey, Felipe II decide enviar una nueva expedición al archipiélago, pero con una finalidad de gran interés: conseguir hacer el tornaviaje, volver de las Filipinas a México a través del Pacífico sin tener que entrar en territorio portugués. Le hablan de que hay un marino en México que sabe de mares y vientos más que nadie, que ha pasado once años navegando por aquellas lejanas latitudes, y que, a los 43 años, ha decidido cambiar de vida y es ahora religioso agustino. Dicho y hecho, o, quizás mejor, escuchado y hecho, Felipe II le escribe a Urdaneta en 1559, le cuenta que se va a organizar otra expedición, comandada esta vez por Miguel López de Legazpi, como él vasco, de Zumárraga, y que quiere que vaya en ella como técnico, como científico, como lo que quiera, pero que consiga realizar el tornaviaje sea como sea. El rey Felipe en su carta a Urdaneta deja bien claros los fines de la expedición:

“…porque, según la mucha noticia que diz que tenéis de las cosas de aquella tierra, y entender como entendéis bien la navegación della y ser cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuéredes en dichos navíos, así como lo que toca a la dicha navegación, como para el servicio de Dios, nuestro Señor”.
Galeón de Manila
Galeón de Manila

La expedición sale del puerto de Barra de Navidad en Jalisco, México, el 21 de noviembre de 1564. Como compañeros, Urdaneta ha fichado a otros cuatro agustinos: Martín de Rada y Cruzat, navarro conocido como gran científico, Diego de Herrera, Andrés de Aguirre y Pedro de Gamboa, que serán los primeros misioneros españoles en el archipiélago filipino. Llegan a la isla de Cebú el 27 de abril de 1565. Legazpi la ‘toma’ en nombre del rey de España, funda la villa de San Miguel, erigen una cruz de madera que todavía se conserva en el lugar donde fue levantada, celebra la misa uno de los cinco frailes, imagino que Urdaneta, con sus hermanos de hábito como ayudantes (lo de la concelebración tardaría unos siglos en aparecer) y… ¡milagro, milagro!, aparece un soldado, que había entrado en una de las chozas de los nativos, con una imagen del Niño Jesús que había encontrado en ella. 

Lo de milagro es de esperar que fuera la expresión que se escapó a más de uno de los presentes, pero la realidad era más prosaica: la imagen era un regalo que Magallanes había hecho en 1521 a la mujer de un jefecillo cebuano a cuya familia, esposa incluida, habían logrado bautizar. La historia la conoce como La Reina Juana. El Santo Niño de Cebú es hoy el patrono de Filipinas, es venerado con gran devoción por la inmensa mayoría del que es el país más católico de Asia, y su fiesta, el tercer domingo de enero, es Fiesta Mayor en todo el archipiélago… y en cualquier parte del mundo mundial donde haya filipinos, que los hay por doquier.

Tras descansar unas semanas y organizar todo lo necesario para el viaje, el 1 de junio de 1565 sale Urdaneta de Filipinas en el galeón San Pedro, acompañado del padre Aguirre, y consigue culminar el tornaviaje, llegando a Acapulco el 8 de octubre de 1565. Ni él podía en aquel momento imaginar que tal efeméride iniciaba un importantísimo comercio entre México y Filipinas y que, por medio de lo que se conoció como el Galeón de Manila, Galeón de Acapulco o Galeón de la China, Europa estaría conectada con el Oriente -a través de México- durante doscientos cincuenta años.

Grupo de misioneros agustinos en Filipinas
Grupo de misioneros agustinos en Filipinas

Mientras tanto, los tres agustinos que permanecieron en el archipiélago ya habían comenzado su labor misionera. Muy poco tiempo después de la llegada y de una manera un tanto subrepticia, se independizaron de la provincia religiosa agustiniana de México y se constituyeron como provincia autónoma del Santo Nombre de Jesús de Filipinas. Y así comenzó una epopeya misional a la que se unieron los franciscanos en 1578; los Jesuitas, en 1581; los Dominicos, en 1587; y los Agustinos Recoletos, en 1606. Otras muchas congregaciones, masculinas y femeninas, siguieron a estos pioneros. Dado que pensar en sacerdotes nativos era al principio una utopía, alguno de los agustinos volvía a México y a España de vez en cuando para reclutar voluntarios para las misiones de Oriente, léase Filipinas y China, por todos los conventos de la Orden en España y en el entonces conocido como Virreinato de Nueva España. 

A lo largo de los años, más de mil agustinos llegaron a Filipinas por ese sistema de reclutamiento. De 1565 hasta 1764 viajarían por la ruta del Galeón de Manila; desde 1765 a 1870, lo harían desde Cádiz por la ruta del Cabo de Buena Esperanza (las diferencias con Portugal eran ya historia); y, a partir de 1871, una vez abierto el Canal de Suez en 1869, el viaje se realizaba por esta nueva ruta. Ir a Filipinas en el Galeón de Manila costaba prácticamente un año. Hacerlo por el Canal de Suez, solo unos cuarenta días.  

La nueva provincia religiosa, muy pronto establecida en Manila, fundó en esta ciudad el Convento de san Agustín, sede de gobierno de la provincia, y ‘academia de idiomas’ donde los recién llegados estudiaban por un año el idioma en que iban a evangelizar: tagalo, bisaya, cebuano, pampango… El convento es hoy el edificio más antiguo de todo el archipiélago y está declarado Patrimonio de la Humanidad. Y en Filipinas quedan hoy más de 160 iglesias erigidas por los agustinos sucesores de Urdaneta.

Plano del Real Colegio-Seminario de Agustinos Filipinos, de Ventura Rodríguez
Plano del Real Colegio-Seminario de Agustinos Filipinos, de Ventura Rodríguez

Con el pasar de los años, los superiores de la Provincia de Filipinas descubrieron que no era fácil encontrar en los conventos de España y México los voluntarios necesarios para misionar en el Oriente y decidieron construir un convento en España que sirviera de casa de formación para los futuros misioneros. El permiso para hacerlo lo concedió Felipe V por medio de una cédula real de 1743, en la que concedía el título de Real al proyecto. El 12 de noviembre de 1759 se colocó la primera piedra del hoy conocido como Real Colegio-Seminario de Filipinos de Valladolid. Los planos fueron hechura del famoso arquitecto Ventura Rodríguez.

Los agustinos se establecieron en la ciudad de Valladolid en 1743. Primero en plan de alquiler en la casa de la Marquesa de Valverde. En mayo de 1762, los primeros religiosos se instalaron en una parte habitable del nuevo edificio. Las obras de construcción se prolongarían a un ritmo desigual hasta concluirse en 1930.   Lo último que se construyó, aunque siguiendo por completo los planos de Ventura Rodríguez, fue la hermosa iglesia, erigida siendo prior de la casa el ahora beato Anselmo Polanco, obispo de Teruel asesinado durante la Guerra Civil española. De esta casa han salido hacia Oriente más de dos mil misioneros, que se suman a los más de mil que lo hicieron de otros conventos agustinianos de toda España.

Cuando en 1835, Mendizábal parió la ‘gran idea’ de la desamortización y desaparecieron todos los conventos masculinos de España, excepto unos pocos de suma importancia histórica, hubo, además, tres ‘especiales’ que se libraron del expolio: el Colegio Misionero para Asia de Ocaña, de los dominicos; el Colegio de Misiones de Monteagudo, de los agustinos recoletos; y el Real Colegio-Seminario de los Agustinos Filipinos de Valladolid. La razón de la excepción fue la misma: los tres cenobios se dedicaban sola y exclusivamente a preparar misioneros para el Oriente y a España le interesaba muchísimo, por razones políticas y comerciales, la presencia de los misioneros españoles en aquellas latitudes.

Santo Niño como se le venera en la basílica de Cebú que lleva su nombre de pantalla 2025-12-08 a las 16.46.29
Santo Niño como se le venera en la basílica de Cebú que lleva su nombre de pantalla 2025-12-08 a las 16.46.29

Y como todo viajero que se precie de tal, ocurra el viaje en 1565 o en 2025, regresa siempre al sitio de donde salió trayendo un recuerdo, vamos, un souvenir, de los sitios que ha recorrido, pues los traídos a la Casa Madre pucelana desde de Filipinas, China, Japón o India por más de dos mil frailes y durante más de doscientos cincuenta años… los han convertido en la base del maravilloso Museo Oriental de Valladolid, como veremos en sucesivos artículos.

Agustinos predicando a los nativos filipinos
Agustinos predicando a los nativos filipinos

FOTOS:

 

Ruta de ida a las Islas Filipinas y la seguida por Urdaneta para el tornaviaje.

Grupo de misioneros agustinos en Filipinas

Santo Niño como se le venera en la basílica de Cebú que lleva su nombre

Andrés de Urdaneta

Real Colegio-Seminario de Agustinos Filipinos en Valladolid

Plano del Real Colegio-Seminario de Agustinos Filipinos, de Ventura Rodríguez

Galeón de Manila

Toma de posesión de las Filipinas por Legazpi acompañado por los primeros agustinos.

Agustinos predicando a los nativos filipinos

Copia de 1736 del acta del hallazgo de la imagen del Santo Niño en 1565. (A elegir entre las dos)

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