Eugenio Arellano, Juan José Aguirre y Miguel Ángel Sebastián Tres obispos españoles que se dejan la piel en misiones

Congreso Nacioanl de Misiones
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Arellano: “Tenemos que ser más claros en nuestra apuesta por los pobres, ser más agresivos y menos mansos a la hora de tomar partido por ellos”

Arellano: "Ccuando la pobreza se torna miseria, deshumaniza y es maldita miseria y no tiene nada de bienaventuranza"

Aguirre: "Nos han expoliado y nos han quitado todo, menos la fe, pero seguimos aportando perdón, que es un don de Dios, y poniendo ternura en medio de venganzas tremendas"

Cuando la gente le pregunta al obispo Sebastián qué pueden hacer ante tal opresión, éste les contesta: “Tenéis el derecho de defenderos en legítima defensa”

Arellano: "Mi sueño es que los misioneros seamos un día tan pobres como la gente que nos recibe”

Se solía decir, en España, que “no hay nada más parecido a un obispo que otro obispo”. Pero no es verdad o, al menos, no siempre. Porque ayer asistimos a una mesa redonda, en el Congreso nacional de misiones, de tres obispos españoles diferentes, entregados, inculturados, profetas y, encima, con sentido del humor. Una gozada, el trío de prelados combonianos: Eugenio Arellano, vicario apostólico de Esmeraldas (Ecuador), Juan José Aguirre, obispo de Bangassou (Centroáfrica) y Miguel Ángel Sebastián, obispo de Sarh (Chad).

Moderados por Dolores Golmayo, en el salón de actos de los jesuitas de Serrano lleno a rebosar, abrió la sesión, monseñor Arellano, un navarro que lleva toda la vida en Ecuador. Primero, de misionero raso y, durante más de 20 años, como obispo del vicariato de Esmeraldas, en medio de una población afroecuatoriana “descendientes de los esclavos negros, que rendían mejor que los indios en el trabajo”.

Esmeraldas es un vicariato enorme, como dos veces España, con unos 500.000 habitantes en la zona de la selva ecuatoriana que se asoma al Pacífico y que hace frontera con Colombia. “Es una de las pocas reservas de la humanidad que quedan, donde la gente siempre tiene el rostro iluminado por la sonrisa”.

Arellano
Arellano

Una sonrisa que, para el obispo, es “un grito de fe, porque saben que hay un Dios, que les va a tender la mano, porque ya lo hizo cuando sufrieron la esclavitud y Dios terminó interviniendo a su favor”.

Y es que, según Arellano, “Dios está por los pobres”, quizás por eso, mientras “en España protestan por todo y lo critican todo, esta gente sabe agradecer y acoger de tal manera que son capaces de quitarse el bocado de la boca parea dárselo al que llega”.

Congreso Nacional de Misiones

Por eso, pidió a la Iglesia, de acá y de allá, a “ser más claros en nuestra apuesta por los pobres, ser más agresivos y menos mansos a la hora de tomar partido por ellos”, porque, según el Evangelio, “el pobres es bienaventurado, pero el empobrecimiento y la miseria no son una bienaventuranza”.

Para Arellano, “cuando la pobreza se torna miseria, deshumaniza y es maldita miseria, porque que un hombre se muera antes de tiempo, porque no tiene medicinas o alimentos, no tiene nada de bienaventuranza”. Como profeta que es, el prelado lo denunció “miles de veces al Gobierno de turno, para decirles que están promoviendo la corrupción, pero, para ellos, no hay espacio para los pobres y, menos, si son negros”.

Además de estar amenazados siempre por la miseria, los pobres son “débiles” y están expuestos a todo tipo de violencia, especialmente a la de los narcos, que operan en la frontera con Colombia. Y eso que, como reza en su lema, “Esmeraldas, libre por rebelde y por rebelde, grande”. “Mi gente -añadía el obispo- marcada por la esclavitud ama la libertad y la dignidad y, si son creyentes, esa dignidad se ve ennoblecida, porque se sienten hijos de Dios. Y eso les da una seguridad muy grande en la vida”.

Obispos en el Congreso de Misiones

En su diócesis, para potenciar la dignidad de los pobres, monseñor Arellano apuesta “por el poder evangelizador de la educación” y tienen escuelas para 70.000 alumnos, un tercio de la población de Esmeraldas. En ellas tratan de formar dirigentes o guías, que presiden las celebraciones o imparten catequesis.

Y Arellano concluyó así su intervención: “Lo más bello de la misión es haber podido vivir mi fe con esa gente, con los pobres, porque me enseñaron a confiar en el Señor”.

Apoyado en un power-point, Juan José Aguirre, el obispo de Bangassou, hizo un recorrido por su vida y por la evolución de Centroáfrica, el país al que llegó con 28 años, siempre “buscando estar con los más pobres y perseguidos”.

En un país eternamente en guerra, “nos han expoliado y nos han quitado todo, menos la fe”, pero ahí sigue él y lo suyos, aportando perdón, “que es un don de Dios”, y “poniendo ternura en medio de venganzas tremendas”. Es decir, “somos una Iglesia perseguida, pero llena de esperanza”.

Porque, según Aguirre, “si África es capaz de explotar su riqueza, sin que la roben, tendrá futuro; más aún, se convertirá en la Iglesia del futuro”.

Congreso Misiones

Por último, otro obispo comboniano, Miguel Ángel Sebastián, toda una vida en el Chad, como misionero y como obispo en distintas diócesis. La última, que le acaban de encomendar es la diócesis de Sarth, en un “país rico, pero empobrecido por las multinacionales” y un “país que, tras una larga guerra, los corazones se quedaron llenos de odio, sobre todo, porque los ganadores de la guerra se han convertido en opresores”.

Monseñor Sebastián describe el Chad como un país dividido por la mitad: el norte, musulmán y el sur, cristiano. Un país que, después de la guerra que ganaron los musulmanes del norte, los tres poderes están bajo la autoridad del presidente, de su familia y de su clan. Por eso, “la gente del Sur se siente oprimida, bajo un sistema opresor muy difícil de soportar, pero, si se rebelan, hay baños de sangre”.

Cuando la gente le pregunta al obispo qué pueden hacer ante tal opresión, éste les contesta: “Tenéis el derecho de defenderos en legítima defensa”.

Eso sí, el estado del Chad es laico y permite las diferentes confesiones religiosas y “no pone obstáculo alguno para anunciar el Evangelio y celebrar la fe”. La celebran, ejercen la caridad y denuncian las injusticias.

Preguntado por un cura de Murcia sobre la tibieza de los obispos españoles para defender a los emigrantes, monseñor Sebastián intentó defender a sus colegas: “Es más difícil ser obispo aquí que allí”, porque “aquí, abren la boca e inmediatamente se la cierra cierta prensa”. Aún así, reconoció que “en general, en Europa, la voz de los pobres no es escuchada y la Iglesia tendría que ser más profética”.

Al obispo chadiano le resulta inconcebible que España se niegue a acoger emigrantes, cuando “nosotros hemos sido siempre emigrantes en todas partes, incluso en África, en Guinea, y ahora les cerramos las puertas a los africanos. Y si esto lo dice alguien de Iglesia choca todavía más”.

Arellano y Aguirre
Arellano y Aguirre

Los tres obispos de frontera corren riesgos evidentes por defender a los pobres y “ser la voz de nuestros pueblos”, como decía Aguirre. Y Arellano añadía: “Siempre estamos con los pobres, porque Dios quiere que los ricos se conviertan a través de los pobres y no hay conversión de los ricos, si no tocan el bolsillo”.

Más aún, el prelado de Esmeraldas aspira a una mayor opción preferencial por los pobres, tanto personal como eclesial. “Mi sueño es que los misioneros seamos un día tan pobres como la gente que nos recibe”.

Arellano y Aguirre

Antes de la mesa redonda, tuvo lugar la inauguración del ‘Congreso nacional de Misiones’ por parte de Francisco Pérez, presidente de la comisión episcopal de misiones, y el director de las OMP, José María Calderón.

Calderón comenzó recordando esta frase del Papa Francisco: “la causa misionera debe ser la primera en la Iglesia”. Después, dio las gracias a obispos, teólogos y demás personas que hicieron posible el Congreso, para que “España siga siendo un país de verdadero espíritu misionero”.

Tras recordar a Anastasio Gil, el añorado director de las OMP, fallecido hace ahora un año, leyó la carta de la Casa Real, en la que sus Majestades deploran no poder asistir al Congreso y saludan a todos los misioneros españoles extendidos por todo el mundo y les felicitan por su encomiable labor.

Obispos en el Congreso de Misiones

En su saludo a la asamblea, monseñor Pérez comenzó recordando que “todos somos misioneros desde el día en que fuimos bautizados”. Después, aseguró que todavía tenemos más de 11.000 misioneros y pidió un aplauso a los mártires de la misión y a los que entregan su vida día a día.

A su juicio, “la gente está hambrienta y sedienta De Dios”, por eso la Iglesia debe ser kerigmatica, dialogante y profética.

En la conferencia inaugural, el secretaria general de la Obra Pontificia San Pedro Apóstol, Guy Bognon, disertó sobre la naturaleza y la evolución de la misión. Porque “ los paises occidentales están cada vez más secularizados y descristianizados, de ahí que el tradicional lugar de partida de los misioneros se ha convertido en un verdadero lugar de misión, y Europa de ha convertido en lugar de misión”.

Reconociendo que hoy no es fácil ser testigos y misioneros, invitó a los presentes a pasar de la ración de mantenimiento a la ración de crecimiento”. Con actividades caritativa, testimonio y formación permanente, porque “muchos cristianos siguen siendo analfabetos religiosos y no saben nada de la Biblia”.

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