Los obispos españoles reaccionan con dureza a la aprobación de la ley de Eutanasia "¿Nos podemos considerar sociedad avanzada con una ley que empuja a los enfermos a tirar la toalla?"

Eutanasia: ¿debate secuestrado?
Eutanasia: ¿debate secuestrado?

Osoro: "La pandemia debe provocar un cambio de paradigma: pasemos de la búsqueda egoísta del propio bienestar al cuidado... Somos cuidadores del prójimo y, por ello, es dramático que hoy se apueste por la eutanasia"

Gil Tamayo: "Cuando nos enorgullece y da esperanza la lucha heroica y los cuidados del personal sanitario en favor de la vida frente al Covid-19 y cuando faltan más cuidados paliativos, nos entristece y rechazamos la aprobación en las Cortes de la Ley de Eutanasia: un suicidio asistido"

"¿Nos podemos considerar una sociedad avanzada aprobando una ley que empuja a los enfermos a tirar la toalla y a terminar su existencia?". El presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, ha reaccionado con dureza a la aprobación definitiva de la Ley de Eutanasia en el Congreso de los Diputados.

El cardenal de Barcelona, como otros obispos, han elegido las redes sociales para atacar la normativa, que entrará en vigor el próximo mes de junio. Así, el purpurado ha elegido el hastag #EnFavorDelaVida, como otros muchos prelados españoles, que han querido añadir sus opiniones a la nota enviada por el portavoz de la CEE, Luis Argüello, pocos minutos después de ser validado el proyecto de ley.

Entre ellos, el vicepresidente del Episcopado y cardenal de Madrid, Carlos Osoro, quien insistió en que "la pandemia debe provocar un cambio de paradigma: pasemos de la búsqueda egoísta del propio bienestar al cuidado... Somos cuidadores del prójimo y, por ello, es dramático que hoy se apueste por la eutanasia".

También Argüello, quien a nivel personal también mostró su desacuerdo con la normativa. "No solo convivimos, también 'conmorimos'. Impulsemos una genuina buena muerte, llena de cuidados, consuelo y esperanza, a través de la objeción de conciencia, el testamento vital, la declaración de zonas libres de muerte provocada y una corriente de fraternidad en favor de la vida", sostuvo.

Uno de los obispos más duros ha sido el de Ávila, José María Gil Tamayo, quien califica la ley de eutanasia como "un suicidio asistido", y lamenta la falta de "cuidados paliativos". "De pena", sostuvo. Otros obispos, como Zornoza o Munilla, también se han mostrado en contra.

Por su parte, la Conferencia de Religiosos Españoles (Confer), ha emitido la siguiente nota: 

Ante la aprobación de la ley de eutanasia en el Congreso, en medio de una pandemia que está ocasionando, de manera dolorosa, la muerte de  miles de hermanos y hermanas, desde la CONFER queremos recordar nuestro posicionamiento ante este tema.

La defensa de la vida no es exclusividad de una tradición religiosa ya que toda persona tiene en sus entrañas la llamada a cuidar, preservar y defender la vida.

Como nos dice la reciente Carta Samaritanus Bonus[1]:  

“El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico. Así como no se puede aceptar que otro hombre sea nuestro esclavo, aunque nos lo pidiese, igualmente no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque este lo pida. Por lo tanto, suprimir la vida de un enfermo que pide la eutanasia no significa en absoluto reconocer su autonomía y apreciarla, sino al contrario significa desconocer el valor de su libertad, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor, y el valor de su vida, negándole cualquier otra posibilidad de relación humana, de sentido de la existencia y de crecimiento en la vida teologal”.  

Reafirmamos que la dignidad de cada ser humano es inherente, intrínseca, inviolable e independiente de las condiciones que lo rodean, si bien el dolor, el sufrimiento y la enfermedad son realidades que nos hacen sentirnos impotentes, la solución no se encuentra en descartar la vida de una persona enferma. Por tanto se hace necesaria una atención adecuada, humana y profesional encaminada hacia los cuidados paliativos que ayudan a vivir el final de la vida con dignidad y con el mayor bienestar posible. No adelantan ni retrasan la muerte y respetan en todo momento los derechos fundamentales de las personas. 

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