Luis Argüello arremete contra "el PODER que viene en ayuda de nuestra debilidad para decidir por nosotros" El portavoz de la CEE entra en la polémica por el pin parental: "Los hijos no somos propiedad de los padres, ¡menos del Estado!"

El polémico pin parental
El polémico pin parental

"El totalitarismo ha aprendido a elogiar al individuo para someterlo más fácilmente. La familia y 'la familia de familias' estorban", argumenta el 'número tres' del Episcopado español

"Hoy se propone el ideal del individuo desvinculado. Sin vínculos, más autónomo y más libre, para “decidir sobre todo”. La desvinculación nos debilita frente al PODER que viene en ayuda de nuestra debilidad para decidir por nosotros"

Si faltaba una institución por entrar en el debate del mal llamado 'pin parental', era la Iglesia católica, tocada al menos indirectamente por la intención de VOX de convertirse en salvaguarda de las esencias católicas de los españoles (y de sus hijos), con la indispensable ayuda de sus terminales ultracatólicas (HazteOir y similares). Por poco tiempo. Esta mañana, el portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, se descolgaba en Twitter con un hilo en el que recuerda que "los hijos no somos propiedad de los padres, ¡menos del Estado!".

En su red social, el obispo auxiliar de Valladolid afirma que "tampoco somos propietarios de nuestro cuerpo. No somos cosas. Ser hijo, supone participar de un vínculo, fruto y origen de otros vínculos que respetados y armonizados, hacen posible el bien común, personal y social".

El pin parental de HazteOir

Siguiendo el hilo, Argüello manifiesta que "hoy se propone el ideal del individuo desvinculado. Sin vínculos, más autónomo y más libre, para “decidir sobre todo”. La desvinculación nos debilita frente al PODER que viene en ayuda de nuestra debilidad para decidir por nosotros".

Eso sí, "nos ofrece algunas migajas", añade el portavoz episcopal: "Decidir en el supermercado, navegar por la red y, sobre todo, decisiones sentimentales o populistas que generan dependencias y desvinculan".

Y es que, concluye, "el totalitarismo ha aprendido a elogiar al individuo para someterlo más fácilmente. La familia y 'la familia de familias' estorban".

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