Afortunadamente, en la sociedad contamos con muchas instituciones que han nacido de hombres y mujeres de gran corazón y con gran sentido de humanidad en sus vidas. Son agrupaciones, asociaciones u organizaciones que afrontan importantes cometidos humanitarios sin ningún ánimo de lucro y que se proponen únicamente librar a los ciudadanos de calamidades de las que no podrían hacerlo ellos solos. A ningún lector le sería difícil enumerar unas cuantas instituciones de esas como, por ejemplo, “Cáritas” y “Cruz Roja”, que merecen los elogios de todos. El día de hoy nos invita a que nos fijemos en otra institución de similares características, que también está haciendo una importantísima labor social. Nos referimos a “Alcohólicos anónimos”.

Hablamos de una ONG que fue fundada, un día como hoy de 1935, por William Griffith Wilson y Bob Smith en Akron, Ohio (EE.UU). Esta ONG está formada por “agrupaciones de plena autonomía de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza, para resolver el problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo. Para ser miembro, el único requisito que declara el nuevo adherente es su deseo de dejar la bebida. Es una asociación sin ánimo de lucro y sin afiliaciones a religiones o partidos políticos, y a ningún otro organismo”.

Su peculiar “navidad” se produce en la reunión que tuvieron ambos fundadores, Bill y Bob, aquel un corredor de bolsa de Nueva York y este un eminente cirujano de esa misma ciudad. Ambos padecían graves trastornos por su forma de libar las bebidas espirituosas. Bill llevaba ya seis meses de abstinencia alcohólica y Bob echó ese día su último trago. Fue una jornada memorable en la que ambos se conocieron personalmente y en la que iniciaron un sólido proyecto en pro de la sobriedad duradera de los alcoholizados que quisieran poner freno a su adicción. A ambos fundadores se suele añadir como cofundadora, el nombre de la hermana enfermera Mary Garvin por la ayuda que prestó a Bob y al proyecto de alcohólicos anónimos como tal.

En estos momentos, en el mundo hay unos 120 mil grupos, establecidos en 180 países, que han logrado regenerar a más de dos millones de alcohólicos. Su forma de proceder abre de par en par las puertas del grupo a todo enfermo que quiera acercarse a ellos. Su gran eficacia terapéutica se genera en la sinceridad de contar con total libertad y a corazón abierto la experiencia de cada cual para compartirla con todos los demás miembros del grupo. Ello contribuye a robustecer voluntades que, de suyo, se han tornado muy débiles, pues los enfermos están dominados por el síndrome de abstinencia. Hacer frente a un vicio que crea adicción requiere una enorme fuerza de voluntad de la que se carece, por lo general, en situaciones de dependencia. Pero el hecho de que el enfermo no se enfrente a ella él solo, sino que lo haga como miembro de un grupo que se encuentra en su misma situación, potencia considerablemente su deseo de verse libre de la dependencia que lo corroe y lo reduce a piltrafa humana. Dejar de beber le parecerá una obra faraónica al individuo, pero resulta asequible a cada uno de los miembros de un grupo fuertemente aunado por un único propósito.

Un informe de la OMS habla de que el alcohol mata más de tres millones de personas cada año en el mundo, el 75% de las cuales son hombres. El consumo en España es algo superior a la media europea: “en 2016, fallecieron en España 25.000 hombres y 12.000 mujeres a causa del alcohol. La bebida estuvo directamente implicada en 10% de las muertes de varones y en el 3,9% de las de féminas registradas ese año, según refleja un ambicioso estudio que alerta de las graves consecuencias que acarrea el consumo de esta sustancia tóxica”.

En cuanto a que el alcohol, consumido moderadamente, pueda tener beneficios para la salud y para la convivencia social, hemos de saber que “cualquier beneficio potencial del alcohol es relativamente pequeño y puede no aplicarse a todos los individuos. De hecho, las últimas directrices dietéticas dejan claro que nadie debe empezar a beber alcohol o beber más a menudo sobre la base de los posibles beneficios para la salud. Para muchas personas, los posibles beneficios no superan los riesgos, y evitar el alcohol es la mejor opción”.

La reflexión que se nos impone hoy con toda obviedad es que, en lo relativo al alcohol, cuanto menos mejor, y mejor nada que algo. Somos muchos, sin embargo, los que no entenderíamos una comida familiar o festiva con amigos sin una botella de vino sobre la mesa y sin una copita de licor para brindar durante la tertulia por cualquier cosa. Sin duda, el alcohol inhibe nuestros complejos y robustece nuestro ánimo hasta convertir al cobarde en valiente y al tímido en lenguaraz, pero hablamos de efectos mágicos que deberíamos conseguir con otros apoyos caracterológicos y culturales que, lejos de degradar, ennoblecen y engrandecen la persona. Y, si del consumo moderado pasamos al abusivo, lo que se persigue es evadirse por completo de la realidad en busca de la felicidad alucinógena que también promete el consumo de cualquier otra droga. En ese caso, tratando de extraer de la vida  sensaciones fuertes por la puerta de atrás, le hacemos trampas sin apercibirnos siquiera de que la meta perseguida, en vez de llevarnos a la felicidad anhelada, nos despeña por un precipicio fatal.

Cuando uno ha traspasado todas las barreras, en el caso de que se le encienda una luz en la cabeza que le haga ver la destrucción que el consumo de alcohol está causando en su organismo, haría bien en contar con la ayuda de “alcohólicos anónimos”, pues seguro que él solo no se sentirá con fuerzas ni valor para emprender un camino tan escarpado como el de volverse abstemio. Para nosotros, los cristianos, que un borracho deje de serlo equivale al relato que hace Jesús del buen pastor que sale en busca de la oveja perdida y, una vez hallada, la carga sobre sus hombros para llevarla de vuelta al rebaño. ¡Un gran triunfo y una gran alegría! 

Tras este plato tan fuerte, el desayuno de hoy nos ofrece una delicatesen al ponernos delante grandes bellezas para su contemplación. Hoy se celebra el “día mundial del modernismo” debido a que el 10 de junio de 1926 moría, tras ser atropellado tres días antes por un tranvía, el arquitecto Antoni Gaudí.

El modernismo es un movimiento artístico, a caballo entre los siglos XIX y XX, sobre todo arquitectónico y decorativo, que “se caracteriza por representar temas relacionados con la naturaleza y por el empleo abundante de las líneas curvas y asimétricas. Antoni Gaudí es el mayor representante del modernismo catalán en arquitectura”.

Gaudí confesó, refiriéndose a sí mismo, que tenía la capacidad de sentir y ver el espacio porque era “hijo de calderero. El calderero es un hombre que de una superficie hace un volumen y que ve el espacio antes de empezar a trabajar”.  Gaudí es uno de los grandes genios de la arquitectura. Los monumentos más emblemáticos de su gran legado, refiriéndonos solo a Barcelona, son La Pedrera, la casa Batlló y la Sagrada Familia. Esta última es una basílica católica  cuya construcción se inició en 1882 y todavía no se ha concluido. Es la obra maestra de Gaudí y el máximo exponente de la arquitectura modernista catalana y uno de los monumentos más visitados del mundo junto con el Museo del Prado y la Alhambra de Granada.

Sé que hemos rebasado hoy con creces la hora del desayuno debido a que un viaje inaplazable me ha llevado esta mañana varias horas. Corriendo y casi con la lengua fuera, tampoco llego demasiado tarde al habitual encuentro matinal que desde el primer día de enero vengo haciendo con los lectores de este blog. Pero ha merecido la pena que hayamos reflexionado juntos durante unos minutos sobre el gran problema social del consumo de alcohol y más cuando se trata de consumos excesivo, como en el caso de los borrachos que, queriendo alejarse de su triste nihilidad, optan por una realidad degradada y triste. y también nos ha merecido la pena encontrarnos con un Gaudí que ha convertido la arquitectura en íntima oración que pone alas a quien la contempla para elevarse al cielo.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com