Nada hay de extraño en que, al invitar a los seguidores de este blog a un desayuno, hoy nos toque hablar de comida por obra y gracia de las celebraciones mundiales de este día. El título no es resultado de una insistencia obsesiva, propia de quien pasa hambre, sino referencia a cada uno de los tres días mundiales que hoy se celebran. Además, el tema de la comida es crucial para que los cristianos entendamos nuestra fe, cuyo epicentro es precisamente una “cena sacramental” en la que se come el cuerpo de Cristo y se bebe su sangre.

A lo dicho cabe añadir que la comida debe figurar en el frontispicio mismo de una evangelización en regla, certera y oportuna: las palabras mismas de Jesús, esclareciendo lo que procede y lo que no, cuando aseguró y reveló lo de “tuve hambre y me disteis de comer”, despliegan todo un programa de comportamientos frente al que no caben disquisiciones ni matizaciones. A fin de cuentas, el hambre solo se sacia comiendo, igual que el camino solo se recorre andando. Observemos de paso, buceando a fondo en las entrañas mismas del cristianismo, que Jesús tuvo hambre (de hecho, muchos lo acusaron de comer con personas no recomendables según sus prejuicios: Mc 2:15; Mt 11:19 y Lc 7:34) y que el Cristo de la fe es comida, lo cual nos lleva a la más esplendorosa conclusión, tantas veces recordada en este blog, de que en la eucaristía todos somos comida y comensales al mismo tiempo.

El primer “comer” del título nos viene de la celebración, hoy, del “día de la gastronomía sostenible”, celebración promovida por Perú en 2007. Partiendo de que el conjunto de platos y usos culinarios propios de un determinado lugar es una expresión más de la diversidad natural y cultural del planeta, con dicha celebración se intenta promover unos hábitos alimenticios, incluida la producción y la preparación de los alimentos, más respetuosos con el medio ambiente y con las tradiciones locales. Promocionar el desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria, la nutrición, la producción razonable de alimentos y la conservación de la biodiversidad, contribuye al desarrollo sostenible, sobre todo de las comunidades menos favorecidas.

El segundo “comer” proviene de que hoy también se celebra el “día mundial de la tapa”, promovido por la asociación española “Saborea España” y que promueve una de las tradiciones españolas más populares, la de que una tapa gratuita acompañe una bebida. La celebración de este día, fijado para el tercer jueves del mes de junio, es una invitación a los hosteleros a difundir la cultura de la tapa con degustaciones, concursos y presentaciones de tapas especiales. No cabe la menor duda de que el “tapeo” alimenta las relaciones sociales en un ambiente de relajación y camaradería que hace que la forma de vida española sea una de las más atractivas del mundo.

El tercero y último “comer” del título nos viene impuesto por la celebración, también hoy, del “día internacional del sushi”, curioso plato japonés, conocido en todo el mundo, celebración que fue propuesta por Chris DeMay en 2009. Se trata de un plato típico japonés de arroz aderezado con vinagre, azúcar y sal, combinado con pescados, mariscos y verduras. Aunque parezca un plato muy simple, esconde una gran variedad de preparaciones, casi tantas como caben en la imaginación de los chefs japoneses.

En el ambiente de sabrosa comida redimensionada a lo cristiano, que envuelve nuestro desayuno de hoy, nos viene como anillo al dedo el tema del dinero, redimensionado a su vez tanto al fatal destino que siempre lo acecha, el del despilfarro y la quiebra, como a su máximo esplendor de instrumento de vida, sobre todo para los más pobres. Lo digo porque, un día como hoy de 1982, apareció ahorcado en Londres, en un macabro gesto que lo mismo pudo ser suicidio que homicidio, el italiano Roberto Calvi, apodado “el banquero de Dios” y presidente del quebrado Banco Ambrosiano. En la base de esa quiebra hubo despilfarros, negocios sucios y procedimientos mafiosos que no solo mancharon al Banco Vaticano, sino también le costaron una importante indemnización de 224 millones de dólares que pagó dos años más tarde.

En el contrapunto de tan brutal degradación dineraria, también un día como hoy de 1999, el G-7 acordó condonar a 18 países pobres, la mayoría de África, 70 mil millones de dólares de su deuda. Fue un bonito gesto que puede que tenga que repetirse dentro de no mucho tiempo, dada la situación a que nos está llevando el coronavirus. Subrayemos que, tras el hecho de que se trate de una condonación o donación a secas, puede que se encuentre la búsqueda de la justicia que impone el necesario equilibrio económico mundial, pues la existencia de muchos países pobres hace que otros sean ricos no solo por mero contraste, sino también por causa efecto, es decir, por ser precisamente los pobres los que generan las riquezas de los ricos.

Finalmente, la mañana nos sorprende con las efemérides de un gran político-militar, que, de un plumazo bélico, finiquita su patrimonio, y del nacimiento de un pensador que hace mella en la cultura. El primero es el emperador Napoléon que, un día como hoy de 1815, puso fin a su carrera dejando todos sus pertrechos esparcidos por los campos de Waterloo. El segundo, nacido en este día del año 1925, es el filósofo y sociólogo alemán, Jürgen Habermas, reconocido en todo el mundo por sus trabajos de filosofía política, ética, teoría del derecho y filosofía del lenguaje. Su Teoría de la acción comunicativa, publicada en 1981, dirige sus reflexiones a la fundamentación de la ética discursiva, a la defensa de la democracia deliberativa y al establecimiento de bases para configurar una esfera pública transnacional.

¡Que aproveche, amigos!, es una exclamación muy apropiada para concluir nuestro desayuno de hoy. Pero, ¡cuidado con los atracones!, pues, por muy sabrosa que sea la comida y la forma de ingerirla en un ambiente distendido con amigos, máxima aspiración de muchos en estos tiempos de coronavirus, no debemos olvidar que, si bien el despilfarro y los bajos fondos hacen que el dinero vuele de nuestras manos, en él se oculta la magia de dibujar sonrisas en la cara de los pobres. Por lo demás, pasemos rápida la página del Napoleón engrandecido hasta la locura que, al final, lo fagocita tachándolo de genocida, y abramos caminos nuevos a la palabra más fecunda de cuentas se han pronunciado, la palabra que los cristianos decimos que es de Dios, la que, siendo portadora de fraternidad y amor, engloba y condensa todo lo demás. Es la palabra que rubrica el chispazo vital atribuido al santo de Hipona: “ama y haz lo que te venga en gana”.

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