Lo que importa - 78 Concordia, concordia y más concordia…

… y todavía más concordia

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La fecha de hoy reaviva en mí el recuerdo de que hace ya años, cuando en España nadie había ni siquiera pensado en una “ley de memoria histórica”, hice una propuesta que lamentablemente no pudo llevarse a efecto, propuesta para la que previamente me había granjeado la colaboración de mi amigo, el pintor y escultor Florencio Maíllo, que luego llevaría a efecto la faraónica obra de las “caras de Mogarraz” que convierten ese hermoso pueblo, el mío, en un museo abierto a curiosos y turistas.

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Lo relataré escuetamente. Cuando parece que los españoles habíamos logrado hacer el milagro más hermoso de nuestra historia, el de la reconciliación tras la infausta guerra incivil en que intereses no siempre nobles llevaron a unos hermanos a luchar contra otros, que un amigo mío se preocupara de buscar los restos de su padre, linchado en una carretera de Salamanca y seguramente enterrado en la cuneta, me llevó a ofrecerle todo mi apoyo en las gestiones necesarias. La cosa resultó tan ardua que mi amigo terminó resignándose a honrar a su padre, si no con una sepultura digna, sí con un bello sepulcro en su propio corazón.

El fracaso descrito me llevó, sin embargo, a proponerle a mi amigo Maíllo transformar la Cruz de los Caídos, situada frente a su casa a la entrada del pueblo, en la que se podían leer los nombres de los tres mogarreños del bando nacional que habían muerto en dicha guerra, en un “monumento a la concordia”, que hiciera memoria y honrara no solo a esos tres, sino también a los otros cuatro mogarreños del bando contrario que habían muerto a causa de ella, tres de los cuales habían sido linchados inicuamente en las carreteras de Salamanca y el restante, en Asturias. Tampoco eso fue posible. No mucho después, cuando el PSOE se hizo cargo del ayuntamiento del pueblo, la Cruz de los Caídos fue desmontada y, ahora puede leerse allí un bello poema sobre la sangre, grapado al soporte pétreo que, antaño, había sido testigo de la compra de condición de villa del pueblo al condado de Miranda del Castañar.

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No importa que ninguno de ambos proyectos no tuviera éxito, pero fue posible plantearlos y eso ya fue bastante. Concordia, concordia y más concordia hasta decir basta es lo que los españoles necesitamos como medicina urgente para nuestros males. Esa es la palabra que hoy gritan todas mis células como invocación de sensatez para que todos los políticos actuales españoles den un giro de ciento ochenta grados en su forma de proceder o de hacer política, anteponiendo los intereses de los ciudadanos a los suyos propios e incluso a los de los partidos que les dan de comer. La política es un arte noble cuando administra honestamente los bienes de los ciudadanos, pero se convierte en un lodazal en cuanto los políticos se vuelven fieras salvajes en la defensa de otros intereses. A un partido cualquiera lo podrán votar el 10, el 20 o el 40 por ciento de los españoles, pero, sea cual sea el porcentaje de votos obtenidos, en su cometido de gobierno o de oposición, incluso siendo nacionalista, debe tener como absolutamente prioritario el bien del cien por cien de los españoles. Todo político que se enroca entre líneas rojas, delineando exclusiones, no es más que un mal bicho que se cuela subrepticiamente en nido o cueva ajenos.

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Buen día el de hoy para dejar de una vez a Franco en paz, para aprender lo que sea posible aprender de sus errores e imitar sus aciertos, si es que los tuvo, y echarse a andar con la mirada fijada en un futuro mejor, que ha de ser forzosamente producto del esfuerzo de todos y cada uno de los españoles que hoy formamos España. Es lo que dicta el sentido común. La seducción de los ciudadanos para que voten a un determinado partido debería circunscribirse únicamente al atractivo de programas serios que mejoren la vida de todos y a que el partido votado, de salir elegido, gobierne y trabaje en beneficio por igual de todos los ciudadanos, también de los que no lo votaron.

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Vuelvo hoy la mirada a mi pueblo, viviendo como vivo tan lejos de él, para lamentar que los hermosos proyectos descritos no tuvieran éxito, pues habrían convertido a ese pequeñísimo pueblo en clave o epicentro de una concordia tan hermosa como necesaria, entonces y ahora, entre todos los españoles. Y ni que decir tiene que, desde el punto de vista de lo que aquí, en Religión Digital, nos importa directamente, salta a la vista que la fuerza y el elemento más conciliador que tenemos a nuestra disposición es una fe que todos los días clama o debe clamar por la concordia que debe reinar en todo momento entre quienes se confiesan hijos de un Dios a quien invocan como Padre. También sus dirigentes deben buscar la concordia de que venimos hablando, utilizando su gran poder de liderazgo y persuasión en beneficio del buen entendimiento entre los enrabietados políticos actuales, tanto que no se muerden porque no tienen dientes y no se agreden con armas porque no les dejan otros, esa es la triste realidad que nos hacen tragar a quienes clamamos y oramos incesantemente para que, de una vez por todas, los españoles nos perdonemos unos a otros y vivamos en paz y concordia para beneficio de todos.

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