Desayuna conmigo (martes, 22-9-20) Contaminaciones y

mimos

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Sin necesidad de llegar al rigor de la formación moral que se nos impartía en los años cincuenta, cuando se nos decía que las cosas deben ser bien aprovechadas hasta el punto de ahorrar, por ejemplo, una hoja de papel para responder a la pregunta hecha en una carta, pues para hacerlo servían los márgenes de la misiva recibida, lo cierto es que el despilfarro, y más cuando lleva aparejada la contaminación, es vitando en todo lugar y circunstancias. ¡Pues anda que en nuestros días no tiramos inútilmente a las papeleras bosques enteros! De hecho, son muchas las cosas de las que, aun siendo necesarias para el desarrollo de nuestra forma de vida, abusamos escandalosamente. Mírese como se mire, la búsqueda de una mejor forma de vida, empresa en la que todos nos hemos embarcado por razón de la naturaleza que se nos ha dado, implica necesariamente poner freno a esos abusos por ser inmorales  y más cuando dichos abusos contaminan o envenenan la vida. Por no poner más que un ejemplo, digamos que, en un mundo en el que hay tanta hambre, no debería estar permitido tirar el pan sobrante a la basura.

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Lo dicho se debe a que hoy se celebra el “día mundial sin coche”, iniciativa que se fragua en la crisis petrolera del año 1973 como ahorro nacional de petróleo. Recuerdo vagamente, de paso, mi sorpresa cuando, por aquel entonces, un buen día fui a echar gasolina a mi primer coche, un SEAT 127 nuevo flamante, y me encontré con que su precio había pasado la noche anterior de 13 a 25 ptas. ¡Eso sí que son subidas! Después, con el paso del tiempo y tras comenzar a celebrarse en el año 2000, también hoy, “el día europeo sin coche”, la razón de esta celebración tiene mucho más que ver con la contaminación que con el ahorro de combustible. El coche ha sido uno de los grandes focos de contaminación de la atmósfera durante los últimos decenios. Aparte del sablazo que todo coche representa para la economía familiar del día a día, lo cierto es que se ha abusado muchísimo de él en detrimento no solo del presupuesto familiar, sino también de la movilidad y de la salud de las personas.

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Los coches, además de la contaminación ambiental y acústica que causan, perturban la vida de las ciudades, se convierten muchas veces en instrumentos de muerte y favorecen el sedentarismo hasta el punto de causar obesidades y problemas arteriales. “Un día sin coche”, consigna que muy pocos siguen, serviría de por sí muy poco para el propósito general, incluso en el caso de que la mayor parte de la población mundial se atuviera a ella, pero no deja de ser un toque de atención para reflexionar sobre la enorme cantidad de dinero que, al abusar del coche, despilfarramos en nuestro propio detrimento. La industria del automóvil ha creado millones de puestos de trabajo en todo el mundo y nadie puede dudar de que ello ha supuesto un gran paso adelante en la calidad de la vida que llevamos, pero, en esto como en todo lo demás, es preciso que obremos con sentido común. Afortunadamente, es mucho lo que se avanza cada año tanto en la línea de la seguridad del vehículo, para ahorrar vidas, como en que su consumo sea menos agresivo con el medio ambiente, para seguir ahorrando vidas. Pero seguro que tanto nuestra cartera como nuestra salud agradecerían que todos hiciéramos un uso más racional de una máquina que, de suyo, es muy importante no solo para nuestro trabajo, sino también para nuestros asuetos.

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Por otro lado, hoy, aniversario de la muerte del famoso mimo Marcel Marceau, ocurrida en el año 2007, se celebra también el “día internacional del mimo”, celebración que se hace a propuesta de otro mimo en el año 2011. “Mimo” connota etimológicamente “imitación”. La RAE, en sus acepciones, se refiere a esta palabra en dos líneas de significación que se entroncan en su profundidad: la de cariño y mimar, por un lado, y la de pantomima o imitación gestual, por otro, pues el gesto, por brusco que sea, no tiene aristas cortantes y a la postre resulta, abundando en lo mismo, mimoso. Digamos que los “mimos” tienen el gran mérito de plasmar un “lenguaje mundial” a través de gestos que todo el mundo entiende con facilidad.

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Marcel Marceau es uno de los grandes mimos que en el mundo han sido y, a través de sus gestos y malabarismos corporales, todos hemos logrado tocar sensibilidades intangibles, valga el oxímoron, de nuestra propia alma. Tengamos en cuenta que, siendo él judío y habiendo asesinado la Gestapo a su padre en Auschwitz, se vio forzado a actuar primero para las fuerzas nazis, razón por la que se vio obligado a cambiar su nombre de pila, y después para las de la Resistencia y para la Francia Libre. Las películas mudas de Charles Chaplin fueron su gran fuente de inspiración.

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Otras dos grandes fuerzas de la naturaleza, una positiva y otra negativa, nos salen hoy al paso. La positiva es que hoy se celebra el día mundial de uno de los animales más sorprendentes y fornidos que conocemos, los rinocerontes. Con esta celebración se pretende concienciar a la humanidad sobre las matanzas de estos enormes mamíferos y el comercio ilegal de sus cuernos. La queratuna de sus cuernos es el mismo material del pelo y las uñas. Son muchos los que los muelen para consumirlos en polvo creyendo que tienen propiedades terapéuticas. Por esa razón, en el mercado negro se pagan a precio de oro.

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Desgraciadamente, refiriéndonos a la gran fuerza negativa anunciada, también hoy se celebra el día mundial de una forma de leucemia, la mieloide crónica, ese cáncer que derriba tantas vidas humanas. Se trata de un cáncer de la sangre que afecta a la médula ósea y al resto del organismo, alterando el funcionamiento de diversos órganos. En los últimos quince años se ha avanzado mucho en la investigación de este cáncer maligno. Aproximadamente, dos de cada cien mil personas lo padecen cada año. La leucemia mieloide crónica supone un veinte por cien de todas las leucemias.

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Desde luego, como remate de este desayuno, digamos que, de suyo, no es inmoral tener un coche, sino un gran privilegio, aunque se trate de un simple “utilitario”. Recuerdo que, cuando compré mi primer coche a finales de 1972, sentí como si a mi cuerpo le hubieran salido alas y mi libertad se hubiera agrandado considerablemente. Pero, partiendo de mi conciencia cristiana, tengo que dejar claro que es inmoral gastarse en él un dinero cuando es necesario para el desenvolvimiento normal de la vida de mi familia o si lo utilizo abusivamente en detrimento de mi propia salud y de la del planeta en que vivo. Por lo demás, tras conectar compasivamente con quienes sufren leucemia y cualquier otra enfermedad, como la del coronavirus en nuestros días, respetemos como es debido la vida de animales tan impresionantes como los rinocerontes, cuya sola contemplación alegra nuestras vidas, y no amortigüemos ni apaguemos la capacidad innata que tenemos para percibir la ternura que los “mimos” nos regalan con su asombroso lenguaje universal de gestos. Loado sea el Dios de nuestra fe por haber dotado de tantas riquezas el mundo en el que un día nos echó a andar.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com

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