Desayuna conmigo (martes, 3.3.20) Cuestión de vida o muerte

Convivir para sobrevivir

especiesenpeligrof

Sin la menor duda, la elección esta mañana del nuevo presidente de la CEE polariza hoy la atención de los católicos españoles. Pero, con ser de por sí algo importante y trascendente, no deja de ser secundario quién tenga el mando en plaza en una cuestión, el catolicismo, que se dilucida solo en su capacidad de servicio a los españoles. ¿Para qué nos sirve el catolicismo a los españoles de hoy? El “hoy” de la pregunta tiene su razón en que se trata no de defender una ideología etérea para entretenimiento ocioso, sino de una cuestión vital: los españoles necesitamos luz y coraje para vadear los tiempos convulsos, opacos y desnortados que nos toca vivir. Sea quien sea el elegido, ha de saber que su misión irrenunciable será encarnar las bienaventuranzas en la vida real de los españoles de hoy y que no podrá hacerlo sin levantar la cruz del esfuerzo y de la generosidad. Cuanto más se parezca en eso al papa Francisco, mejor.

flores silvestres

Pero hay algo más importante para rumiar en este desayuno, pues hoy se celebra el día mundial de la vida silvestre.  CITES (Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), entidad en la que están comprometidos 180 Estados, promociona este día con el propósito, por un lado, de frenar el comercio internacional de las especies amenazadas de la flora y la fauna silvestres y, por otro, como advertencia de la necesidad de proteger la biodiversidad del mundo en que vivimos.

Seguramente, es muy poco lo que desde este blog podemos hacer por conseguir esos objetivos, pues es difícil que alguno de sus lectores esté comprometido con ese comercio, pero puede que sea mucho lo que cada uno podamos hacer si nos esforzamos por agrandar y profundizar la conciencia de nuestra pertenencia y dependencia del planeta en que vivimos.

Vida salvaje

Hablamos con toda naturalidad, expresando una verdad obvia, de la “madre” tierra. Sabemos que nuestra vida, algo tan frágil y volátil, es producto de una compleja y lenta evolución que ha requerido miles de millones de años. Parir la vida le costó a la  materia, que es de suyo energía concentrada, un larguísimo embarazo. Quienes opinan que la vida vino de fuera, de otros planetas o estrellas, no hacen más que cambiar el escenario de un primer parto necesario. Para quienes, con más fundamento, opinan que la vida surgió aquí mismo, en nuestro planeta, la incógnita sigue todavía sin despejar y seguramente llevará todavía siglos de investigación hacerlo. En la vida hay tanto misterio como belleza. Ahora bien, tratándose de un proceso tan complejo y dilatado, es poco probable que la vida surgiera en varios lugares a la vez, razón por la que podemos afirmar que lo más probable es que todos los vivientes, plantas y animales, procedamos de un tronco común.

Ello nos da pie para una consideración de gran trascendencia: todos los seres vivos estamos relacionados o interconectados en el ser que tenemos y en la vida que lo anima. La fuerza, que es la misma materia en acción, al evolucionar hacia seres complejos dotados de autonomía de crecimiento, de libertad de movimiento en el género animal y de conciencia del ser en la especie “homo”, nos hace depender a todos de todos. Hay una gran unicidad en el planeta que es nuestro hogar y entre toda la flora y la fauna que lo habita, razón por la que absolutamente nada de cuanto ocurre en él es ajeno a todos sus inquilinos, trátese de plantas que crecen en lo más profundo de los bosques, de peces que lo hacen en los fondos marinos, de animales salvajes guarecidos en las selvas o de seres humanos retirados del mundanal ruido y recluidos en agrestes ermitas.

En el fondo del mar

Las cosas están como están porque a la inmensa mayoría de los seres humanos nos importa un bledo cuanto acabo de decir, razón por las que no respetamos en absoluto normas tan básicas para una buena convivencia y armonía. Hemos convertido el planeta, por un lado, en una fuente de suministro de minerales, plantas y animales, para despilfarrar como si fuera inagotable, y, por otro, en un basurero para verter en él cuanto nos sobra. En cuanto a nosotros mismos, a muchos los catalogamos como supuestos enemigos a los que ignoramos o combatimos con nuestras propias fuerzas y con cuantos instrumentos de tortura y muerte la ciencia ha puesto en nuestras manos. La vida social de nuestros pequeños pueblos y de nuestras ciudades es una prueba clara de los prejuicios con que abordamos a nuestros semejantes y de la crueldad con que solemos tratarlos. El refrán popular de “al enemigo, ni agua” refleja claramente que incluso le negamos el derecho a existir.

Quienes no respetan la flora y maltratan a los animales y, más, quienes se aprovechan de ellos, no han entendido nada en absoluto sobre lo que son ellos mismos y su dependencia total del planeta en que viven. Que los humanos sigamos viviendo en este planeta, al que todavía llegamos ayer, dependerá de que no lo tratemos como los vulgares salteadores que hasta ahora hemos sido y de que aprendamos a amarlo como nuestro hogar y a tratar cuanto en él vive y crece como parte importante de nuestro propio hábitat. En suma, de que vivamos dejando vivir.

omella

Lo demás, como quién pueda resultar hoy elegido presidente de la CEE, es solo una anécdota para animar el cotarro eclesial cuatro años. Por cierto, en este mismo momento acabo de saber que el cardenal Omella ha sido elegido presidente de la CEE. Desde luego, tiene mi enhorabuena por su elección y mi oración para que pueda cumplir la nueva responsabilidad que se echa a las espaldas.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gemail-com

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