Al contrastar nuestras quejas habituales con lo que algunos seres humanos hacen estando privados de miembros y órganos corporales, no sabríamos de qué asombrarnos más, si de nuestra propia estupidez humana o de sus maravillosas potencialidades residuales. Cierto que, bajo algún aspecto, la vida es una permanente insatisfacción y que todos aspiramos a más en el orden que sea, lo cual no es malo salvo por el hecho de que nos impida valorar o utilizar lo que tenemos como es debido. Hay miles de casos en los que el tipo de vida que llevan algunos sería la máxima aspiración de otros muchos, pero que resultan muy frustrantes para sus propios protagonistas. ¿Se puede entender que un rico que tenga cinco millones de euros, pongamos por caso, se sienta infeliz y frustrado e incluso depresivo porque no logre tener diez millones, como tiene su vecino? Pues sí, tal sucede muchas veces en muchos órdenes de la vida. Y, al contrario, asombra ver lo que algunos individuos son capaces de hacer con la centésima parte de lo que tenemos la mayoría de nosotros, que tanto nos quejamos por lo que echamos en falta.

Creo haber contado ya en este blog el caso de una preciosa joven de veinticinco años, cuya brillante carrera frustró la polio. La conocí en el verano de 1967 en Cliniques Saint Eloy de Montpellier. Aquella joven pasaba la noche en un pulmón de acero y respiraba durante el día gracias a una especie de fuelle adosado a su pecho. Solo podía mover la cabeza y el dedo índice de la mano derecha.  El movimiento del dedo le permitía leer un libro de cabo a rabo accionando un dispositivo que pasaba la página y un punzón, amarrado con los dientes, le servía para manejar una máquina de escribir eléctrica. Con esas bases y un teléfono acoplado a su hombro mantenía una intensa actividad burocrática dirigiendo el movimiento de estudiantes discapacitados del sureste francés. ¡Admirable hasta desencajar los ojos, pero más por su alegría y su perenne sonrisa que por sus habilidades residuales!

Todo ello viene a cuenta de que hoy celebramos el “día internacional de la zurdera”, sin que, claro está, esta tenga nada que ver con ningún tipo de discapacidad. Dicen que en nuestro cerebro hay dos hemisferios, el derecho y el izquierdo, y que a la postre nosotros somos diestros o zurdos según el que domine nuestra actividad. Es más, la cultura y la sociedad han obligado a muchos individuos, que se encontrarían mucho mejor siendo zurdos, a comportarse finalmente como diestros, lo que viene a demostrar que, llegado el caso, si nos falla la parte del hemisferio dominante, podemos echar mano de la otra.  Lo sé por experiencia propia: cuando en 1982 sufrí un serio accidente de automóvil, por el que tuve escayolado el brazo derecho durante dos años, utilizando solo la mano izquierda para manejar la máquina de escribir, llegué a alcanzar casi el mismo número de pulsaciones por minuto que antes con ambas manos. Y hace solo unos días, a un amigo, que ha comenzado a sufrir las secuelas del párkinson en su mano derecha, le he aconsejado que no le coja miedo a comenzar a escribir con la mano izquierda, por difícil que le resulte al principio. De hacerme caso, seguro que su mano izquierda adquirirá la misma destreza, valga el oxímoron.

Pero lo más curioso del tema es que derecha e izquierda han servido para orquestar todo el espectro político de la democracia de un país determinado, con posiciones ultras como acentuación de sus respectivas pretensiones y un amplio espacio entre ellas, el del centro, que ambas pretenden invadir o apropiarse al referirse a centro-derecha o centro-izquierda.  Parece que el sesgo más básico de cada una se debe a un supuesto acercamiento a los ricos y las empresas privadas, en el caso de la derecha, y a los pobres y a las empresas públicas, en el de la izquierda, obviando quizá que la mejor forma de combatir la pobreza sea crear riqueza y que una de las formas más rocambolescas de hacer ricos sea conceder subvenciones que son un auténtico espolio del pueblo. Obviamente, hay una diferencia abisal entre producir y malgastar. De hecho, si nos atenemos a lo que realmente ocurre, los programas con que cada partido compite en las elecciones se parecen mucho más a un anzuelo para pescar incautos que a una ruta fiable de desarrollo de la vida económica, social y política de un país. De hecho, tratando de ser coherente y de utilizar siquiera un poquito el sentido común, este blogger se siente muy de derechas en algunas cosas y muy de izquierdas en otras, cosa que no puede menos de reflejar en cuanto escribe.

Volviendo a la celebración hoy del día internacional de la zurdera, digamos que tal celebración se debe a que, un día como hoy de 1975, se fundó en la ciudad de Topeca, en el estado norteamericano de Kansas, la Organización Internacional de Zurdos debido a su predominio en la zona. Cuentan que, hace milenios, los guerreros de las tribus llevaban una lanza en la mano izquierda y un escudo en la derecha y, al dialogar con los de otras tribus, tiraban al suelo el escudo y saludaban con la mano derecha, lo que les permitía atacar con su lanza en caso de ser necesario. Solo los muy valientes se atrevían a desprenderse de la lanza para saludar con la mano izquierda, ya que, de ser atacados, solo contaban con el escudo para defenderse. De ahí viene que solo los valientes saludan con la mano izquierda.

Las estadísticas arrojan curiosidades interesantes. Los zurdos son más proclives al alcoholismo y las zurdas, a la depresión. La zurdera se da mucho entre los gemelos, pero es muy raro que los dos lo sean. Hay unos seiscientos millones de zurdos en el mundo. De los seis mil novecientos millones restantes, el 65% son diestros y el 35% ambidiestros. La dislexia y la tartamudez se dan más en los niños que se vieron forzados a escribir con la derecha siendo zurdos. La maternidad retrasada favorece la zurdera de los hijos.

La mañana enriquece nuestro desayuno con algunas pinceladas cinematográficas y políticas más. Un día como hoy de 1899, nació Alfred Hitchcock, el afamado cineasta que fue todo un maestro del suspense al dirigir los mejores thrillers psicológicos. ¿Quién no se ha sentido al borde de un ataque de nervios viendo películas que arrastraban al espectador a vivir una posible tragedia?  Hitchcock “fue innovador en el uso de la cámara para imitar la mirada de una persona, obligando a los espectadores a participar de cierta forma de voyeurismo y empleaba encuadres para provocar ansiedad, miedo o empatía”, con lo que atrapaba de tal manera al espectador que lo metía dentro del film. Viendo alguna de sus películas, alguna vez me permití la osadía de volverme en el asiento para mirar a los que estaban detrás y constatar que algunos la seguían con los ojos desencajados, con lo que no sabría qué me divertía más, si la tensión reflejada en la pantalla o el espectáculo de los espectadores. 

También, un día como hoy de 1942, se estrenaba “Bambi”, la conmovedora película de Disney que cuenta la historia del pequeño ciervo, que vive muchas aventuras en el bosque junto a su madre, como si de un niño se tratara que va aprendiendo lecciones importantes del camino de la vida. Si uno se mete de lleno en el personaje, no es de extrañar que se humedezcan sus ojos. La belleza de los dibujos y la sensibilidad de un "niño" inocente e indefenso (tal me parecía que era Bambi) conmovían los ánimos. Quizá mi valoración esté condicionada por el hecho de haberla visto en París una tarde de gran hipersensibilidad mía que recuerdo perfectamente. Esta película está considerada como una de las diez mejores de animación.

Finalmente, habiendo hablado de zurdos y de izquierdas, este desayuno no podría terminar sin la pincelada que le añade el hecho de que, un día como hoy de 1926, naciera Fidel Castro, uno de los izquierdistas más influyentes del mundo, incluso en nuestros días. No es cuestión ahora ni de historiar su vida ni de valorar su política, temas sobre los que tanto se ha escrito, sino de dejar constancia únicamente de que su amor-odio con los Estados Unidos es la clave para entender muchos de sus desarrollos, redentores de la humanidad postergada para unos o reflejo evidente de procederes satánicos para otros. A la larga, será el mismo pueblo cubano el que tendrá que valorar si Castro fue realmente un mesías salvador del pueblo cubano, un demonio torturador de su gente o un habilidoso político que aprovechó en beneficio propio la coyuntura de los tiempos que le tocó vivir.

Ojalá que algún día los humanos tengamos la valentía de ser consecuentes al hablar de derechas e izquierdas, pues, mirando al cuerpo humano de donde parte tal denominación, jamás podríamos concluir que, siendo obviamente complementarias, la derecha y la izquierda no solo sean opuestas, sino también enemigas en muchos casos. Ambas manos, predomine la que predomine en el humano desenvolvimiento diario, son importantes y, en caso de que por enfermedad o accidente se pierda una, la otra se fortalecerá o ampliará sus habilidades para suplir dicha pérdida. Si bien el Evangelio nos advierte, en cuanto a la discreción con que debemos ser caritativos, que una mano no debe saber lo que hace la otra, lo cierto es que, para el Dios de nuestra fe, el que cuenta y cuida los cabellos de nuestra cabeza, ambas son herramientas de trabajo para faenar en su viña, para acariciar a los que sufren y para bendecir a todos.

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