En un blog como este, que tiene como telón de fondo el cristianismo y como campo de maniobras la Iglesia católica, cuanto se dice y se persigue debe orientarse a hacer una relectura del mensaje evangélico, lo que no requiere ningún cambio substancial, sino que llegue con toda su fuerza a los hombres de nuestro tiempo. De ahí la importancia que venimos dando tanto al acontecer actual como a la lección que cada día podamos aprender de las preocupaciones que vive la sociedad en general o alguno de los grupos que la forman en función de lo acontecido en el pasado. Por todo ello, el blog debe estar regido por una actitud pausada de reflexión seria y guiado por una energía consistente, resumido todo ello en la expresión “esperanza radical” que preside su frontispicio.

En cuanto a lo que acontece, resulta ineludible echar hoy una mirada a los políticos españoles enzarzados en las trapisondas de los intereses a corto plazo que se juegan en el Congreso de los Diputados, frente a una población hundida en la epidemia del coronavirus y presa ya, en un porcentaje importante, de las garras del hambre. La insensatez y la inutilidad de cuanto se está debatiendo en dicho Congreso es causa sobrada para suspender a todos nuestros políticos de empleo y sueldo, pues, si no hacen nada útil a la población y ni siquiera se esfuerzan en gobernarla, que no cobren. En su sano juicio, nadie puede comprender que, mientras muchos ciudadanos están perdiendo su trabajo y una parte importante de sus haberes y patrimonios, la casta política se libre totalmente de la quema. Es más, mientras los días pasan por la propia inercia del tiempo, ellos vadean el temporal mendigando en Europa y sobrecargando las espaldas de nuestros nietos, fundiendo en pasatiempos y bagatelas unos dineros no ganados, cuyo gasto solo un plan serio de expansión y crecimiento podría justificar. A los españoles nos ha caído el muerto de tener políticos incompetentes, que, además de obviar o desconocer su función, resultan muy caros por su desastrosa gestión.

Por otro lado, en cuanto a lo ya acontecido con secuelas en la sociedad en que vivimos, la actual condición del blog de ser un diario de reflexión matinal le exige echar una mirada a lo que aporta la fecha de hoy. Y así, nos encontramos con que hoy se celebra el “día mundial del ahorro de energía”, término este de “ahorro” que bien podría traducirse por el de “buen uso” o “aprovechamiento”. Digamos, como punto de partida, que la realidad entera se compone de materia y energía, sabiendo incluso que también la materia es “energía condensada” y que, por tanto, cuanto existe es energía, aseveración incluso válida para referirla a un Dios de quien decimos que es amor. Por tanto, el espíritu es también energía y energía es, en sí misma, la vida que brota de nuestro cuerpo mientras vivimos y también la transformación que del cuerpo hace la muerte al convertirlo en estiércol por inhumación o en cenizas por cremación. Podría decirse que venimos de la energía, somos energía y retornamos a la energía. Incluso la liturgia católica lo canta cuando dice que la muerte no es el final del camino, sino una simple y profunda transformación de la vida, hasta el punto de que, proviniendo de Dios, la creación no puede tener ni más principio ni más fin que Dios mismo, razón por la que podría decirse que toda energía es prueba fehaciente de la existencia de Dios y rostro de su poderosa presencia.

En la celebración de este día se hace referencia a que del uso que se haga de la energía disponible depende el futuro de la humanidad, tal como se manifestó en el Foro Energético Mundial en 2012. Ello se debe a que tanto la vida como la energía externa que la mueve dependen, obviamente, del planeta en que vivimos, única fuente de la vida y de toda la fuerza que vivir requiere. De ahí que debamos prestar atención a dos cosas importantes: a no despilfarrar la energía inútilmente y a no abusar de fuentes que, a la postre, resulten nocivas para la vida por las secuelas de su consumo (calentamiento de la atmósfera). El consumo tan elevado que hacemos de las energías fósiles y atómicas nos está jugando malas pasadas porque deteriora las condiciones irremplazables de la vida, deterioro debido al envenenamiento del medio ambiente que causan sus residuos. Afortunadamente, las energías provenientes del sol, del agua y del viento se nos ofrecen como inagotables, al ser renovables, y como limpias, porque su consumo no tiene secuelas perniciosas para la vida. Es importante que la humanidad haya comenzado a caminar en esa dirección, camino lento debido al elevado costo de su explotación. La celebración de hoy nos invita a hacer un esfuerzo tanto en el sentido de sustituir energías sucias por limpias como en el de no despilfarrar la energía al consumirla. En resumidas cuentas, se nos pide que mimemos como es debido el planeta del que depende nuestra vida.

A esta celebración se une hoy otra muy curiosa y que, además, tiene mucho que ver con ella. Me refiero a que hoy se celebra también el “día internacional de la oscilación”, celebración cuyo propósito consiste en que tengamos conciencia clara de los fenómenos físicos que generan y alteran el movimiento y que, por ello, afectan de una u otra forma a la calidad de nuestra propia vida. Fue Galileo quien descubrió empíricamente el comportamiento de los péndulos, los movimientos de oscilación que rigen los fenómenos de la política, de la economía y hasta de la medición del tiempo. Imposible adentrarse aquí en la exposición de un tema tan complejo, pero recordemos, siquiera, que las oscilaciones, lo mismo las libres que las amortiguadas y las forzadas, tienen gran importancia en el acontecer de los seres humanos y en saber cómo se mueve el mundo.

Por lo demás, puede que estos temas nos ayuden incluso a comprender un poco más la angustia que sufren los tartamudos a causa de la enfermedad que padecen con la quiebra intermitente de la energía que brota de su mente y de su laringe a la hora de expresarse en voz alta. Lo digo porque hoy, además, se celebra el “día internacional de la tartamudez”, desorden que vienen padeciendo aproximadamente uno de cada veinte niños. Los entendidos dicen que el 80% de los tartamudos lo son por herencia y el resto, por trastorno bioneurológico. Esta celebración se propone crear la conciencia social necesaria para eliminar la discriminación de los tartamudos y promover oportunidades para quienes padecen ese trastorno. Ya en los años 70 se pusieron en marcha grupos de autoayuda y, poco a poco, la conciencia del problema fue creciendo de tal manera que, en 1995, se creó la Asociación Internacional de Tartamudos y, en 1998, se promovió la celebración de este día.

La tartamudez es una discapacidad muy frustrante porque, a la impotencia muscular y psicológica que sufre el afectado al expresarse en público, se añade el hecho de que se preste a irrisión y a mofa. Soy testigo del sufrimiento físico y psicológico de un compañero tartamudo que tuve a mi lado durante largos años de estudio. Con gran tesón y esfuerzo, el chaval logró no solo sobreponerse a su incapacidad, sino contrarrestarla de tal manera que hoy es un dominico ejemplar, de poderosa voz convincente.

Pasando de largo por el hecho de que, un día como hoy de 1962, Kennedy decretara el “confinamiento” de Cuba a causa de lo conocido como la “crisis de los misiles”, crisis que tuvo en vilo a toda la humanidad durante una semana, fijémonos en que hoy se celebra la fiesta de san Juan Pablo II, canonizado por el actual papa Francisco el 27 de abril de 2014. Me resulta imposible referir aquí siquiera lo más sobresaliente de su largo pontificado, pero, dado el contexto de muerte en que vivimos por el coronavirus y la ya próxima celebración del día de Todos los Santos, dejemos constancia, al menos, de que elevó a los altares a 1340 beatos y 483 santos, más que todos sus predecesores juntos a lo largo de cinco siglos. Nada tiene de extraño que él haya conseguido tal honor y culto a los nueve años de su muerte.

La cosa no deja de tener importancia para la Iglesia católica si valoramos tales reconocimientos públicos como simples certificaciones de que la vida de la persona en cuestión es ejemplar y digna, por tanto, de ser imitada. Lo digo porque, en hablando de santidad, solo Dios es santo, es decir, nadie es santo por sus propios méritos, sino por gracia exclusiva de Dios, por estar en Dios. La cosa tiene enorme importancia, y más dentro de unos días, cuando celebremos el día de todos los difuntos, porque todos ellos son santos al estar ya en Dios. Quienes creen que hay un Infierno al otro lado de la muerte, coloquen en él a pocos o a muchos según gustos, y lo conciben sobre todo como “ausencia de Dios” caen en la contradicción de que algo pueda existir fuera de la fuente de todo ser, que es Dios mismo, razón por la que tendrían que admitir el absurdo de que, de existir, Dios estaría también en el Infierno.

Densa reflexión la de hoy, que nos lleva de las más hondas decepciones por el descaro con que unos pocos se están aprovechando del enorme sufrimiento de la población a la convicción sólida de que, habiendo sido creados por Dios, llevamos en nosotros la impronta de la fuerza de tan insigne Hacedor de tal manera que no nos cabe otro destino, ni más logrado ni más gozoso, que él mismo. Los días pasan y, sea cual sea el balance que de cada jornada nos llevemos a la cama, lo cierto es que cada uno tendrá que o bien cargar con el peso de sus deficiencias o bien dormir con el alivio del servicio que haya prestado a la sociedad en que vive. Por ello, hoy no me gustaría estar al final del día en el pellejo de los políticos españoles, pero me encantaría hacerlo en el de quienes, sin despilfarrar energías, hayan prestado algún servicio a sus semejantes.

Correo electrónico: ramonhernadezamartin@gmail.com