Desayuna conmigo (miércoles, 09.12.20) Un IPC inverso y escandaloso

Sustanciosos ingredientes

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Una vez atravesado el puente constitucional, que ojalá nos deje un poco de racionalidad y sentido común en esta España nuestra, hoy hecha unos zorros y enzarzada en determinar quiénes son los “allegados” que pueden convertirse en destino de un liberador viaje navideño, la mañana nos pone en la mesa para cocinar ingredientes cargados de vitaminas y sabores, tales como la corrupción, los genocidios, el laicismo y la informática, temas fecundos para escribir sobre ellos no cuatro párrafos sino cuatro voluminosos libros, para los que yo ya no tengo ni tiempo ni cabeza. Digamos de paso que “allegado” tiene mucho que ver con proximidad o cercanía y que deberíamos considerar como tales a los vecinos (de portal o de pensamiento), a los amigos (alojados en el corazón) y a los parientes (alojados en la sangre), lo que da pie para emprender estas Navidades cientos de viajes bendecidos por la ley. En cuanto a los ingredientes a cocinar, habrá que amarrarse bien el delantal, no tenerle miedo al fuego y proveerse de buenos condimentos.

Corrupción

El primero de ellos hace que nos demos de bruces con un IPC extraño, de medición inversa al que estamos habituados (el Índice de Precios al Consumo) y cuyas décimas, no digamos ya sus enteros, tanto nos complican la vida, y que, además, nos escandalicemos sin remisión por la perversión que supone y nos hundamos en el asco de vivir por la mierda que arrastra consigo. Lo digo porque hoy se celebra el “día internacional contra la corrupción”, que se mide por el “Índice de Percepción de la Corrupción” (su peculiar IPC) y que progresa en minuendo, es decir, que el país más corrupto es el que el índice más bajo. Adelantemos, por ejemplo, que Dinamarca, el país supuestamente más limpio, tiene un 88% (diríamos de transparencia)  y Corea del Norte, el más manchado, con solo un 8%. Con el primero va parejo Nueva Zelanda y al segundo se suman Afganistán y Somalia. En cuanto a España, las estadísticas aseguran que algo vamos mejorando, pues del puesto 41 de hace tres o cuatro años hemos pasado en la actualidad al 30 en cuanto a limpieza y honradez se refiere, si bien son muchos los españoles que siguen diciendo que en España vivimos cuarenta y siete millones de ladrones. ¡Ellos sabrán!

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Este IPC especial  de la corrupción es “la valoración que realiza un grupo de expertos a través de encuestas a la población, para saber la percepción que tiene la gente con respecto a los niveles de corrupción de sus gobernantes o del sector público en general”. La ONU habla de que cada año se paga más de un billón de dólares en sobornos y que los robos por corrupción ascienden a más de tres billones, lo que hace que aproximadamente el 5% del PIB mundial se vaya en trapisondas de toda clase, si bien en muchos casos, que apenas tienen trascendencia para la macha general de la sociedad, se trata solo de vender su alma al diablo por un plato de lentejas, mientras que en otros, que desestabilizan los equilibrios básicos, se trata de ingentes cantidades de dinero robadas al pueblo. Aunque la corrupción obedece a muchas causas, ninguna sería difícil de erradicar si se solventara su mayor obstáculo, el de que, por lo general, favorece a quienes tienen el poder de erradicarla, cosa que les obligaría a tirar piedras contra su propio tejado.

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Si mala es la corrupción, abrasivos son los genocidios que en la humanidad vienen cometiéndose desde el origen de los tiempos con desesperante periodicidad. En 2015, la ONU decidió dedicar este día a la “conmemoración y dignificación de las víctimas del crimen de genocidio”, realzando con ello la convención que contra ese tema se firmó en 1948. Se entiende por genocidio “cualquier acto que busque la aniquilación, el sometimiento, la lesión o el traslado a la fuerza, de la totalidad o de parte de un grupo de los miembros de una nación, etnia, raza o religión específica”. Reparemos en que el genocidio no se fundamenta en la diferencia, que es siempre enriquecedora, sino en la discriminación que niega una cierta calidad de vida a una facción. Los nazis, por ejemplo, la emprendieron con los judíos, pero no por ser tales, sino porque eran prácticamente los dueños del movimiento del dinero, un factor determinante para asentar cualquier poder dictatorial.

ESTADO LAICO

El laicismo, por otra parte, es un hueso duro de roer y más en un contexto como el que nos ofrece Religión Digital (RD), que hace posible y sostiene este blog. El tema es obligado hoy al celebrarse también el “día internacional del laicismo y la libertad de conciencia”. Doy fe de que en RD hay total libertad de conciencia para escribir, supongo que siempre que se haga con mesura y coherencia, si bien se trata de un medio que informa y forma sobre lo que es o debe ser el cristianismo, que para muchos es una de las muchas religiones que hay en el mundo, aunque estadísticamente sea la más numerosa, pero que para mí es la única que copa toda la “dimensión religiosa” de la vida de los hombres. El laicismo pretende “alcanzar una sociedad más libre y democrática, donde no se vulneren los derechos de expresión, de pensamiento y de conciencia a nivel mundial”, una reivindicación que, además de ser justa, está muy justificada, pues se trata de una reacción comprensible frente al genocidio que supuso para la humanidad el dominio absoluto de toda la cultura por parte de la religión.

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Fue ese un largo período de extorsión paralizadora, muy bien explicada por mi maestro fray Eladio Chávarri en su estudio sobre los valores, a la que, tras los intentos emancipadores del Renacimiento y la Ilustración que pretendían remplazar la dimensión religiosa del hombre por la epistémica, ha venido a sustituir finalmente en nuestro tiempo la tiranía del “hombre productor consumidor” en que nos hemos convertido, es decir, la dimensión biosíquica y económica que hoy rige toda nuestra vida. En otras palabras, si antaño la dimensión religiosa moduló, fagocitándolos, los valores de todas las demás dimensiones vitales del hombre, tras el intento fallido de sustituirla por la dimensión epistémica durante los aproximadamente dos siglos que duró el intento, en nuestro tiempo se ha conseguido hacerlo con los valores biosíquicos y económicos, con la reducción a mercancía y dinero de todo el quehacer humano. Si desestabilizador y desequilibrado fue el mundo teocrático de entonces, fase en la que hoy viven todavía algunas religiones y sectas, no lo es menos el mundo económico en que hoy vivimos. El equilibrio y la mejora sustancial de nuestra vida, claramente postulado por el maestro Chávarri, solo son posibles como resultado del cultivo autónomo y cooperativo de los valores de las ocho dimensiones vitales del hombre (biosíquica, económica, epistémica, ética, estética, lúdica, social-política y religiosa), sin que ninguna se imponga a las demás o las desplace.

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Por tanto, para no favorecer ni coadyuvar a que un desequilibrio desplace y sustituya a otro, digamos que el laicismo es un movimiento totalmente legítimo y oportuno a condición de que se limite a denunciar y corregir las extralimitaciones de la dimensión religiosa del hombre, que fueron totales hace tres siglos en Europa y que hoy lo siguen siendo en otras partes del mundo. De otro modo, será un intento fallido más, ilegitimado para borrar o eliminar la dimensión religiosa del hombre. Quienes pretenden eliminar la dimensión religiosa de la vida humana deberían ser conscientes de que su propósito persigue no solo descoyuntar el ser humano, sino también reducirlo de tal manera que es posible que volviera a convertirse en un animal que sobrevive en la selva y corretera por ella.  La civilización y la cultura quedarían posiblemente desfondadas y los derechos de los más fuertes serían los únicos que tendrían carta de naturaleza.

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Bien está que la celebración de este día conmemore tanto la ley francesa de 1905, que establece la separación de la Iglesia y el Estado, como la constitución de la II República Española, que siguió esa misma línea. Pero, mientras que en Francia el laicismo ha sabido desempeñar relativamente bien su papel, en España se convirtió y podría volver a hacerlo en arma de guerra ideada para no ser guardarla en un armero.  Y, si bien a los políticos españoles conviene recordarles que ellos son simples administradores de la cosa pública y que, por lo general, no están capacitados, ni mucho menos han sido delegados, para que nos digan qué es el hombre y cómo debe alimentarse, a los dirigentes religiosos, añorantes todavía del omnímodo poder dictatorial de antaño, es preciso advertirles que la social-política y la religiosa son dos dimensiones distintas de la vida humana y que su cometido profesional debe circunscribirse a la segunda, por más que ella proyecte luz, no fuerza, sobre todas las demás.

Grace Murray Hopper

Nos hemos extendido ya demasiado para dejar a la informática la cabida que requeriría, al celebrarse hoy también su “día mundial”. Afortunadamente, es un tema del que los seguidores de este blog saben mucho más que su animador. Dejemos si quiera constancia de que, por portentoso y productivo que sea, el de la informática no deja de ser más que un mundo de posibilidades recién nacido, en el que cada uno de los pasos diarios parece una revolución copernicana. Genios como el de la gran pionera Grace Hooper están surgiendo afortunadamente todos los días. Limitémonos hoy a pensar que, si de la comunicación (informática es información automática) brota el conocimiento y de este, el amor, la informática está llamada a convertirse en el Amazonas del amor de la humanidad. El día que tal ocurra, es decir, el día que desplacemos de nuestros tronos vitales a los dioses, a los dineros y a los poderes, para entronizar el amor, ese día habremos emprendido reamente el camino de la humanización del hombre y, tras desmontar el artificio de religión al que nos hemos acoplado, abriremos paso al Evangelio de Jesús y a que su Espíritu nos transfiera la libertad que lo constituye.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com

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