Podríamos decir que el día de hoy se nos presenta con un poderoso contraste de “golpes” de efecto: uno, afortunadamente coronado por un éxito que perdura ya más de un siglo para beneficio de toda la humanidad, y otro, también afortunadamente fallido para dejar vía libre a la joven democracia española, renacida tras tantos años de letargo.

El primero, de carácter social y cultural, lo acometió en Chicago un día como hoy de 1905 Paul Harris al presentar las bases de “Rotary International”. Desde luego, no descubrió América ni inventó las Bienaventuranzas, pero con su idea de formar grupos selectos de profesionales muy concienciados con la “idea de servicio” creó un sólido y bien trabado movimiento como instrumento para mejorar la humanidad.

El segundo, un golpe de estado en España, ocurrió el 23 de febrero de 1981, un malhadado día para la vida española, y tuvo como emblema la pistola activa de Tejero en el Congreso de los Diputados al grito de “¡quieto todo el mundo, todos al suelo!”. Afortunadamente, alguien le hizo frente y le presentó cara, gesto que fue cuajando poco a poco, a lo largo de una tensa noche, en otros estamentos y mandos hasta despejar por completo la congoja general de todos los españoles.

Uno, en pro del servicio a los semejantes de forma organizada y sostenida a lo largo de los años contra viento y marea; el otro, en pro de la estupidez del “ordeno y mando” caiga quien caiga, que afortunadamente solo logró crear tensión durante unas horas. Dos polos totalmente opuestos para celebrar en este bello día de despunte de la primavera realidades que se funden en un fuerte abrazo como son la libertad ganada a pulso y el servicio que es preciso prestar en todo momento a la comunidad.

Por lo que al movimiento de Paul Harris se refiere, recordemos que los “clubes rotarios” están integrados por profesionales a razón de uno por profesión y actúan en una determinada demarcación territorial. Son clubes que buscan la mayor variedad y riqueza del grupo acumulando en él las distintas experiencias profesionales de cada uno de sus componentes. Al celebrar como acto básico una comida cada semana, la intensa convivencia entre los miembros de un club fomenta sentimientos de cercanía hasta convertirse en un “club de amigos”, con una cercanía y amistad que se extiende maravillosamente a los más de un millón de rotarios que hay en todo el mundo, organizados en unos treinta y cinco mil clubes.

Dos apuntes a este respecto: el eslogan o principio básico por el que se rigen los rotarios es el ideal de servicio de “dar de sí antes de pensar en sí”. Donaciones a fondo perdido. Su condición de aconfesionales y apolíticos en cuanto al club se refiere no libera su praxis de servicio de una clara alineación tanto con las más exquisitas exigencias del Evangelio cristiano como con las más altas aspiraciones de los políticos de raza. Concretando su misión, dejemos constancia de que el servicio que los clubes rotarios deben prestar se desarrolla en cinco áreas, en cada una de las cuales cada club debe llevar a efecto un proyecto anual: el propio club; el ejercicio de la propia profesión; la comunidad en que está enclavado cada club; la comunidad internacional y, finalmente, la juventud.

El segundo apunte se refiere a que hace años tuve una bonita experiencia con este movimiento cuando participé en la creación de un club rotario en Mieres. Me empleé muy a fondo en él durante los años que fui miembro y "macero", pero lamentablemente desapareció por vicisitudes que no hacen al caso.  Este club se creó cuando en el seno del Rotary International se iniciaba un tímido movimiento a favor de incluir como miembros a mujeres. En Mieres no dudamos ni un segundo en hacerlo mixto desde el primer momento. Se hicieron cosas interesantes y, como fruto, nos queda vivo un hermoso proyecto cuyo origen rotario ignoran hoy la mayoría de los mierenses. Me refiero a la asociación AMICOS (asociación mierense de la cocina solidaria), denominación y sigla que me costaron toda una noche de insomnio y en cuya concepción y lanzamiento trabajé cuanto pude. Tras ello, otros la pusieron en marcha y, con admirable dedicación, han logrado que a diario esté dando un importante número de comidas gratuitas a indigentes y transeúntes.

Honor y gloria a Paul Harris por haber sido capaz de lanzar una obra que lleva ya 115 años mejorando la humanidad y un aplauso cerrado para los clubes rotarios que, sin aspavientos ni alharacas publicitarias, realizan un servicio constante a sus propios miembros y a todos los conciudadanos.

Y por lo que se refiere al golpe de estado del 23F, afortunadamente abortado, lo mejor es que hoy sea solo un recuerdo y siga siendo una advertencia a los españoles de que la democracia no nos ha llovido del cielo y de que, para seguir viva y operativa, necesita nutrirse de comportamientos públicos acordes con los requerimientos de una “comunidad humana” con cabida para distintas sensibilidades culturales y que dé juego a distintas fidelidades políticas.

Las lecturas litúrgicas de este domingo nos llevan de lleno al terreno de los ideales de servicio en que se mueven los clubes rotarios y en el que deberían hacerlo también todos los gobiernos. El Levítico nos recuerda el gran precepto, reafirmado y consumado por el mismo Jesús, sobre la obligación de amar al prójimo como a uno mismo. Por su parte, san Pablo nos recuerda en la primera a los Corintios que somos templos de Dios y, en lo referente al trato con los demás, es el mismo Jesús quien, según san Mateo, nos exige que, desmontando la connatural sed de venganza que nos invade al sufrir una ofensa, pongamos la otra mejilla.

Queda, pues, prohibido avasallar, como hizo Tejero en el Congreso de los Diputados, pues vivimos o debemos vivir tiempos de plenitud, tiempos de sublimidades acordes con la lógica humana irrefutable del servicio que prestan los rotarios y con la excelsitud divina que nos impone el supremo mandamiento de un amor frente al que no caben ni objeciones ni exclusiones.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com