Desayuna conmigo (domingo, 19.1.20) Iluminación
Segundo día de la Semana de oración
Los organizadores de la Semana hacen la siguiente reflexión: Cristo es nuestra luz y nuestro guía. Sin la luz y la guía de Cristo nos desorientamos. Cuando los cristianos pierden de vista a Cristo, se vuelven miedosos y se separan unos de otros. Por otro lado, muchas personas de buena voluntad que están fuera de la Iglesia no son capaces de ver la luz de Cristo, ya que a causa de nuestras divisiones los cristianos reflejamos la luz de Cristo con menos claridad y, a veces, incluso la ocultamos. Al buscar la luz de Cristo, nos vamos uniendo más unos a otros y reflejamos mejor esta luz, volviéndonos verdaderamente un signo de Cristo, la luz del mundo.
Ello nos lleva a convertirnos en espejos reflectores. Jesús dijo que él era la luz del mundo (Jn 8:12) y que también lo éramos nosotros con él (Mt 5:14). En la primera lectura de la liturgia de este domingo Isaías (9:6) destaca esa calidad del siervo de Yahvé: no es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra. Subrayemos, por nuestra parte, que toda iluminación procede de combustión (el sol, una vela) o se produce por fricción (turbina), es decir, que tiene un trasfondo de esfuerzo y sufrimiento, de cruz.
Las Iglesias cristianas, como instituciones humanas, han cometido muchos abusos y despropósitos a lo largo de sus más de dos mil años de historia, además de fraccionarse por intereses ajenos a su misión. Esta Semana de oración nos pide, ante todo, discernir esos comportamientos para desechar de nuestro ámbito cultural-religioso sus perniciosas secuelas y, además de pedir perdón por ellos, nos exhorta a unir nuestras manos y nuestros corazones para rogar a Dios que también a nosotros nos convierta en “corderos que quitan el pecado del mundo”.
Pesan sobre nosotros las escandalosas quiebras de nuestras Iglesias en lo referente a su misión salvadora y pesan también los pecados del mundo en que vivimos, para el que nuestra conciencia de cristianos nos exige que seamos “luz salvadora”.
¿Cuáles son en concreto los pecados de nuestro mundo? No hace falta adentrarse en una cuestión tan espinosa como evidente. Al lector que esté interesado en profundizar en el tema le recomiendo que eche un vistazo a la “homilía” que un buen amigo mío, Baldomero López, promotor de la obra de fray Eladio Chávarri, ha escrito para este domingo en la página web de los dominicos. De hacerlo, lejos de sentirse defraudado, se sorprenderá de la hermosa y fecunda perspectiva que encontrará en ella para captar la razón profunda de cuanto funesto ocurre hoy en el mundo en que vivimos. Animo con sumo interés a hacerlo. Para ello, facilito su enlace:
https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/19-1-2020/pautas/
Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com.