Desayuna conmigo (viernes, 03-01-20) Ominoso
Iglesia centrifugada
Un día como hoy, hace 79 años, Marcial Maciel fundó, cuando solo tenía 21 años, la “Legión de Cristo”. Sus sobresalientes carismas de buen gestor y predicador, utilizados como cebo para una sexualidad patológica, solo sirvieron para extender un denso manto de suciedad y oprobio sobre la Iglesia católica. Claro está que, de no haber contado con la complicidad de quienes, por intereses obvios, miraron para otro lado, él no habría podido llevar a efecto su ominoso comportamiento de pederastia y doble moral, conducta que, cuando fue de conocimiento público, demolió de golpe toda su obra eclesial e impactó el ámbito católico como un bombazo atómico.
¡Cuidado que la Iglesia católica se ha metido en charcos y hasta en pocilgas inmundas a lo largo de su historia! Pero ninguna como la de la pederastia clerical, tan largo tiempo silenciada por los pastores de la grey. A fin de cuentas, Maciel no ha sido más que la cabeza visible de un horrible monstruo de muchas cabezas en lo relativo a comportamientos sexuales inapropiados y, muchas veces, delictivos.
Si “corruptio optimi pessima”, los sacerdotes dedicados a la enseñanza y a la dirección espiritual de los adolescentes son o deberían ser lo óptimo de lo óptimo, razón por la que la pederastia clerical resulta, a la postre, la más corrosiva de todas las pederastias porque abusa de la confianza que su víctima tiene depositada en Dios.
Desde luego, es horriblemente asquerosa la pederastia de un pariente, más cuanto más próximo sea a su víctima, pero lo es mucho menos que la de un profesor o director espiritual que abusa de la predisposición de su victima a aceptar todo cuanto se le diga que proviene de Dios.
En lo referente a la sexualidad, la Iglesia católica necesita pasar tiempo en una lavadora, restregada con enérgico “detergente” para arrancar sus costras, y bien remozada con aterciopelado “suavizante” para neutralizar sus terribles aristas morales.
Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail-com