Este martes, de tantas convulsiones en el seno de nuestras comunidades autonómicas, que recorren esperanzadas las “fases” de la libertad o emancipación hacia la normalización de la vida social y económica de los ciudadanos, nos exige que volvamos nuestra mirada al mismo Jesús al ponernos delante acontecimientos que nos invitan a la reflexión. El título de hoy se lo debemos nada menos que a Nerón y el subtítulo, al Banco de España. Avancemos despacio y sosegadamente en nuestra reflexión de hoy.

Jesús dijo “el reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo, el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas” (Mt 13:31-32). Una hermosa parábola que nos hace pensar incluso en las dificultades que lo pequeño y humilde encuentran en su camino para abrirse paso en la vida y nos desvela algo tan enigmático como aquello de que los últimos serán los primeros.

El tiempo que llevamos de confinamiento me ha permitido este año ir viendo, día a día y sin prisas, el desarrollo de las plantas de mi jardín y huerta hasta casi cronometrar el crecimiento de algunas de ellas. Desde luego, hacerlo resulta entretenido y divertido, si bien no se puede obviar que tanto la simiente como el esqueje, desde que son sepultados o encajados en la tierra, se enfrentan a un sinfín de esfuerzos y peligros. Primero, la condición del suelo, según que sea más o menos hostil o permeable a la intrusión: es duro pudrirse para germinar o parir las primeras raíces para crecer. Luego, las condiciones atmosféricas, tantas veces adversas. Y, finalmente, los ataques de hongos, pulgones y depredadores herbívoros, por no mencionar los destrozos de los jabalíes que, buscando tubérculos y gusanos, se apoderan de cuanto no esté férreamente vallado. ¡Cuánto trayecto tiene que recorrer la débil planta antes de llegar a la hermosa floración en abril y mayo y al cuajado del fruto en este mes de junio! El reino de los cielos es un paraíso que se asemeja a una hermosa huerta llena de plantas, a un florido jardín.

Esta reflexión viene a cuento de la irrupción hoy, en la corta historia de este día, de la controvertida personalidad del emperador romano Nerón, pues un día como este del año 53 se casó con Claudia Octavia y otro, del año 68, se suicidó. A Nerón “se lo recuerda por una serie de ejecuciones sistemáticas, incluyendo la de su propia madre y la de su hermanastro Británico, y sobre todo por la creencia generalizada de que, mientrasRoma  ardía, él estaba componiendo con su lira, además de como un implacable perseguidor de los cristianos “. Sea o no cierto todo ello, no cabe duda de que, en su tiempo, en las primeras décadas del cristianismo, la sangre de muchos cristianos se convirtió en semilla que terminó floreciendo en medio de enormes dificultades.

Tampoco cabe duda alguna sobre el hecho de que Nerón activó el lagrimal del mismo Jesús cuando lloró frente a Jerusalén al contemplar en lontananza cómo de aquella bella ciudad no quedaría piedra sobre piedra. En el año 67, Nerón envió a Tito Flavio Vespasiano a reprimir la revuelta judía que se había producido el año anterior. Tito necesitó tres años para cumplir a la perfección su misión. “Durante el conflicto, los romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén, destrozaron su Templo, masacraron a la población, y a los supervivientes los vendieron en los mercados de esclavos por todo el imperio. Fue el inicio de la Diáspora o dispersión de los judíos como pueblo errante y sin patria, situación que se haría definitiva tras la segunda revuelta judía, seis décadas más tarde”.

Mientras en Roma los cristianos eran cruelmente perseguidos y masacrados, el vendaval de la guerra arrancó y dispersó por todo el mundo la semilla que Jesús había sembrado en Jerusalén. No es momento de preguntarse por qué el pueblo judío lleva en sus genes, desde los tiempos de Abraham a nuestros días, el conflicto, la rebelión y el inconformismo como armas de identidad y supervivencia, sino de constatar simplemente las enormes dificultades con que el grano de mostaza del que habla Jesús brotó en Jerusalén y comenzó a crecer en Roma en medio de tantas dificultades. El cristianismo nunca será un camino fácil.

Por otro lado, en 1792 se crea en España el Banco de San Carlos (nombre debido a Carlos III) que, por avatares públicos y privados, desaparece en 1829. Pero, al desaparecer, facilita que el 9 de junio de ese mismo año se cree el Banco Español de San Fernando (nombre debido a Fernando VII), banco que en 1856 comenzará a llamarse, sin más, Banco de España. De todos es bien conocido hoy el papel que juega en nuestras vidas este banco y las dificultades que augura sobre la supervivencia de los más pobres y sobre las calamidades que acechan a quienes viven en la opulencia. Corren malos tiempos para el “reino del dinero”.

El coronavirus, que ha desencadenado una crisis económica de cuyo alcance sabremos realmente dentro de poco, cuando todos, aunque unos más que otros, suframos sus coletazos, además de jugar cruelmente con nuestras vidas, ha lanzado un “jaque mate” al poderoso señor don dinero. Nos encontramos en una encrucijada que, querámoslo o no, a los cristianos nos tiene que recordar la advertencia del mismo Jesús cuando dijo que “nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas” (Mt 6:24).

Jesús nos ha confiado la clave para salir del complicado atolladero de tener que jugar la partida de nuestra vida con Dios y las riquezas, pues ambos son imprescindibles compañeros de nuestras vidas. Es incuestionable que el auténtico cristianismo tiene a Dios como único señor, pero necesita las riquezas para llevar a efecto una obra de evangelización que exige dar de comer al hambriento y curar al enfermo. La clave para salir airoso del laberinto señorial Dios-riqueza está en entronizar a Dios como único señor y poner toda riqueza a su servicio. Nuestro peligro radica, no en entronizar la riqueza, sino en querer ser ricos nosotros mismos para ser poderosos. Jesús nos advierte del peligro de convertirnos en señores, pues él ha venido a este mundo a servir, no a ser servido.

El coronavirus nos ha mostrado el mismo camino al exigirnos que renunciemos a muchas cosas superfluas en pro de la salud. De continuar en el esfuerzo iniciado estos meses, habremos sabido encajar unos zarpazos que pueden alejarnos del asco y la desesperanza de nuestra vida anterior. Hoy sabemos mejor que, juntos y ligeros de alforjas, llegaremos lejos.

La mostaza crece y se robustece mientras nuestras alforjas se van vaciando de pesos inútiles. La vida futura será mejor y será más humana si el hecho de consumir menos nos enseña a ser más fraternales.

Hoy es el día de las comunidades autónomas de la Rioja y de Murcia, razón por la que invito a los seguidores de este blog a brindar por todos los riojanos y los murcianos. A todos ellos les deseamos que su fiesta particular, en el contexto de nuestra reflexión, les ayude a crecer como pueblos y a ser solidarios no solo con la comunidad española, sino también con la comunidad humana. Los cristianos sabemos que nuestro duro camino, sembrado de señuelos de felicidad que invitan a la indolencia y a la despreocupación, tiene un bonito final cuya esperanza nos mantiene gozosos en el esfuerzo.

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