Desayuna conmigo (jueves, 12.11.20) Que el mundo funcione mejor
De la fe a la guerra y viceversa
Efectivamente, hoy se celebra un día mundial extraño, de esos que, igual que se dice que hay “hombres pa to”, hay días mundiales a discreción. Lo digo porque hoy, segundo jueves de noviembre, se celebra el “día mundial de la usabilidad”, palabra con la que se quiere reflejar el esfuerzo de buscar fácil acceso a los productos y servicios con que cuenta la sociedad y que son importantes para la vida de las personas de nuestro tiempo. O, dicho con otras palabras, se pretende justo lo que hemos reflejado en el título: que el mundo funcione mejor.
Habiéndose elegido este año como lema para esta celebración la “inteligencia artificial centrada en el ser humano”, fijarse la usabilidad o la facilidad de uso como tema de preocupación se debe a que muchas veces nos encontramos con productos o páginas web novedosos, cuyo manejo nos produce dolores de cabeza y nos hace dar muchas vueltas inútilmente hasta aprender como es debido su funcionamiento, mientras hay otros tan fáciles que manejarlos produce satisfacción y tranquilidad. Nos referimos, entre otros, a teléfonos móviles, app, páginas web, aplicaciones y programas varios. Este año, en concreto, se buscan sistemas altamente automatizados que permitan un gran control por parte del usuario, de forma que se alcance una expansión de las capacidades humanas mil veces mayor. Una buena celebración podría ser la de esforzarse por diseñar juegos y probar inventos, avances tecnológicos y productos inteligentes, además de compartir experiencias y, en general, mejorar el manejo de la inteligencia artificial.
Otra mejora indudable de nuestro mundo proviene de evitar la pulmonía, preocupación sobre la que hoy atrae nuestra atención el hecho de que se celebre el “día mundial de la neumonía”, la enfermedad que provoca la inflamación de los pulmones por la presencia de una infección producida por virus o bacterias. Su nivel de mortalidad es muy alto debido a que, en el mejor de los casos, se la considera un simple resfriado común y, en el peor, malaria, lo que ocasiona que su diagnóstico correcto llegue demasiado tarde. Muchos de los males que hoy padecemos por el coronavirus se deben a la minusvaloración de la agresividad de la covid-19 que hizo que en muchas partes del mundo no se reaccionara frente a ella como hubiera sido de desear.
Los organizadores declaran que “el principal objetivo de este día es sensibilizar a las personas para que puedan detectar la enfermedad a tiempo, y a las naciones para que tomen previsiones por medio de jornadas de vacunación, inversión en equipos y compra de medicamentos que ayuden con el tratamiento, sobre todo cuando se trate de niños y de personas mayores por ser los que corren más riesgo de contraer el virus”. Ni que decir tiene que, en las actuales circunstancias de la pandemia provocada por la covid-19 que estamos viendo y padeciendo, los esfuerzos y las precauciones deben ser máximas. Vencer este virus supondrá, sin la mejor duda, una mejora substancial de la vida de tensión y de penurias que llevamos en la actualidad.
En cuanto a las biografías aludidas, se trata de dos personajes bizarros, hombre y mujer, cada uno en su tiempo y circunstancias. Su aparición en este blog se debe a que ambos murieron un día como hoy, uno en el s. XIX y la otra, en el XX. El primero a que nos referimos es el “Cura Merino”, que murió en 1844. Siendo párroco de su pueblo natal, Villoviado de Burgos, el maltrato que sus feligreses recibían en 1808 de las tropas francesas invasoras hizo que se sintiera obligado a empuñar las armas. Su estrategia guerrillera le llevó, primero, a ganar algunas escaramuzas y, después, auténticas batallas, lo que hizo que, en 1814, fuera nombrado gobernador militar de Burgos, con grado de general. Tras la guerra, renunció a sus honores militares y volvió a sus labores de cura de pueblo, si bien su mente de absolutista convencido, debido a que el rey lo era “por la gracia de Dios”, le obligó a exiliarse a Francia, donde murió.
Hablamos de un caso paradigmático y muy controvertido en el mundo cristiano, cuyo veredicto habrá que confiarlo, en última instancia, a la propia conciencia. Me refiero al hecho de que, siendo objetivamente lícito tomar las armas para defender la propia vida, es cuestionable que lo haga un clérigo para defender a sus fieles, como fue el caso del cura Merino y el de otros clérigos, también famosos, que incluso murieron con las armas en la mano, como le ocurrió al sacerdote y poeta Gaspar García Laviana, el comandante Martín, que nació al ladito de mi casa y era un año menor que yo y que murió en una escaramuza, en 1978, luchando con los sandinistas en su guerra contra el dictador Anastasio Somoza. Lo digo porque la tónica cristiana es la del pacifismo a ultranza, tal como demuestra, por un lado, el comportamiento de Jesús, incluso en el caso de haber sido, como dicen algunos, un sedicioso contra Roma, y, por otro, la praxis de una Iglesia en cuyos orígenes está no solo lo de poner la otra mejilla, sino también el hecho de que solo se consideró santos a los “mártires”. Gran dilema que, insisto, será mejor dejar a la valoración de la propia conciencia.
El segundo personaje bizarro de nuestro día es la Pasionaria, Dolores Ibárruri, que murió un día como hoy de 1989. De formación católica, por matrimonio se adentró en las ideas y actividades comunistas hasta el punto de celebrar muy alborozada el triunfo de la revolución bolchevique de 1917. Fue una relevante dirigente del partido comunista durante la Segunda República y la guerra civil y luchó denodadamente por los derechos de las mujeres. Como diputada y presidente de las Cortes de 1937, se significó por sus arengas en favor de la causa republicana. Estuvo exiliada en Rusia y retornó a España a la llegada de la democracia. Volvió a ser diputada, pero su papel político ya solo fue prácticamente honorífico. Al final de sus días, volvió a la fe de su infancia hasta el punto de que, antes de morir, pidió recibir los últimos sacramentos, con los que murió confortada.
No me cabe la menor duda de que nuestros dos personajes bizarros de hoy buscaban con singular denuedo una mejor vida para todos los suyos, lo mismo exactamente que pretenden las dos celebraciones mundiales del día de hoy a que nos hemos referido: mejor técnica, mejor salud, mejor justicia, mejor reparto. Se me antoja que todo ello es netamente cristiano, también la acción guerrillera del famoso cura y la más espinosa acción comunista de la infatigable mujer referenciada. En el caso del cura, por parecerle que tomar las armas era la única salida. En el caso de la Pasionaria, por creer honestamente que el comunismo llevaba al paraíso. ¿Qué otra cosa que la implantación de un evangelio amputado es, si no, el comunismo? Digamos claramente, sin miedo a represalias ni a ser tildado de loco, que lo que el comunismo tiene de acierto le viene del evangelio cristiano, y lo que tiene de desacierto, de la ambición desmadrada de unos dirigentes demasiado empoderados. Mal que les guste a muchos, la mejora de la humanidad ha de venirle de seguir rutas evangélicas.
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