Desayuna conmigo (jueves, 21.5.20) Más reluciente que el sol

Cuerpos inmortales

ascension-del-senor-jesus-solemnidad (1)
A pesar de todas las apariencias, hoy es uno de los tres jueves que relucen más que el sol por la celebración litúrgica del día de la Ascensión del Señor a los cielos. No importa que la celebración litúrgica haya decaído hasta perder la alegría y la belleza social que la acompañaba ni que, para no verla privada de su natural solemnidad, su celebración litúrgica se traslade al próximo domingo. Tampoco importa que sigamos confinados en casa y que la asistencia a los templos, allí donde se celebre este jueves, se vea tan mermada.

ascension-01

Para nuestro propósito, el de acompañar nuestro desayuno de esta mañana, tampoco importa la valoración objetiva del hecho histórico en sí, hecho cuestionado por muchos expertos en el análisis de los textos de la Biblia que se refieren al fenómeno de ver ascender a los cielos al Jesús que había resucitado de entre los muertos. Según la narración bíblica, es el último momento de su presencia visible en la tierra y Jesús lo aprovecha para despedirse formalmente de sus discípulos y seguidores: “se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y hacer discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo” (Evangelio de hoy, tomado de Mateo). Es una despedida que, quizá porque no procedía, el evangelista no situó en el momento que parecía más lógico, cuando Jesús fue aprehendido y llevado a la crucifixión.

Lo de menos de ese pasaje es que, poniendo en boca de Jesús una apelación tan clara a las tres personas de la Trinidad, los primeros cristianos tendrían que haber tenido muy claro el tema, ahorrándose tantas discusiones, tensiones y conflictos como sufrieron a lo largo de los tres primeros siglos el cristianismo. Lo de más es la promesa formal que hace Jesús de permanecer junto a quienes le siguen todos los días que dure la historia humana, la promesa de seguir vivo junto a ellos y en ellos. Curiosa festividad esta de la desaparición corporal de Jesús de la tierra, aunque sin alejarse del todo, pues él seguirá vivo en todos y cada uno de los seres humanos.

ascension

Y lo demás es, sobre todo, el hecho de que el cristianismo no se asienta sobre un animismo descarnado, sobre una ensoñación espiritual etérea de espíritus intangibles que vagan por los espacios como una especie de fantasmas benevolentes, sino que es una religión en la que juega un papel esencial todo el ser humano, incluido su propio cuerpo. La resurrección de los muertos supone un impacto descomunal para una lógica asentada sobre el desarrollo de los acontecimientos vitales que concluyen con la muerte del viviente y la transformación radical de los componentes materiales de su vida, los del cuerpo. El cuerpo muere y se corrompe, transformándose en materias susceptibles de pasar a formar parte de otros cuerpos. ¿Cuántos elementos de nuestro propio cuerpo han formado ya parte de otros cuerpos en el pasado?

Creer en la resurrección de los muertos no supone, a mi criterio, esperar que ocurra un acontecimiento espectacular al final de los tiempos cuando, al toque de una trompeta, los cementerios entreguen a sus muertos, las cenizas de los quemados se rebobinen y las bestias carroñeras vomiten los cuerpos devorados. Al confesar la resurrección de la carne no deberíamos pensar en un fenómeno físico, como tampoco parece que lo fuera la resurrección del Señor y su ascensión a los cielos, que hoy celebramos, como si se tratara de algo acorde con nuestra condición, sino en algo que se deriva rigurosamente del hecho de ser criaturas de Dios y tenerle a él como destino.

2017091813120388618

Lo cierto es que no sabemos absolutamente nada sobre cómo ocurrirá y cuál será su resultado, razón por la que la fe en esa promesa solo nos lleva a una “esperanza radical” de ser “transformados”, tras dejar atrás lo corruptible y el tiempo. La fuerza de esa fe se acopla muy bien a la más íntima y poderosa aspiración humana de la supervivencia, de la resistencia natural de la conciencia de ser a la inconcebible e inaceptable conciencia del no ser, contra la que con razón nos rebelamos. En alguna ocasión ya he dicho que ni Dios, según la idea que nos forjamos de él como ser todopoderoso, puede hacer que lo que no es sea, ni que lo que es no sea, es decir, que no puede sacar nada de la nada ni reducir lo que es a la nada, porque ello requeriría incuestionablemente que la nada fuera algo más que un simple concepto dialéctico. De ahí que lo que entendemos por creación sea realmente una comunicación de ser que Dios hace y lo que entendemos por muerte, un retorno a él.

hebreos-10-10-gde-cke

Quedémonos con que la fe cristiana es una fe que abarca el cuerpo y el espíritu humano, una religión para todo el hombre con todas las consecuencias. De hecho, en la raíz de la fe está la “encarnación”, el compromiso de Dios mismo que se reviste en Jesús de un cuerpo humano y que, por ese solo hecho, convierte en morada suya los cuerpos de todos los demás seres humanos. Por ello, hoy, fiesta de la Ascensión, uno de los jueves que relucen más que el sol, es un día de glorificación del cuerpo humano (recordemos que los otros dos jueves de igual calado, el Jueves Santo y el jueves del Corpus, tienen también que ver con el “cuerpo sacramentado” de Jesús). ¡Cuerpo glorioso de Jesús, cuerpo sacrificado de tantos seres humanos que sufren el hambre, la enfermedad, el frío y la guerra!

dialogoydesarrollo

Y, si en la Ascensión del Señor celebramos la fiesta del cuerpo resucitado, en la celebración hoy del “día mundial de la diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo”, declarado así por la UNESCO, tocamos el espíritu del hombre, tan plural tanto a la hora de concebir el mundo como a la de organizar las relaciones sociales. Al declarar la celebración de este día, la UNESCO pretende: concienciarnos sobre la importancia del diálogo intercultural, la diversidad y la inclusión; lograr que todas las personas nos comprometamos y apoyemos la diversidad mediante gestos reales en nuestro día a día y combatir la polarización y los estereotipos para mejorar el entendimiento y la cooperación entre las gentes de diferentes culturas.

diversidad-cultural@2x

Ojalá que el espíritu que mueve la celebración de este día mundial llegue no solo a la mente de los dirigentes religiosos de nuestra Iglesia, sino también a los “credos” que regulan nuestra fe y a los tratados de teología que la sustentan, para entender de una vez por todas que todos los seres humanos, absolutamente todos, somos hijos de Dios y que, por tanto, en nada de lo que se refiere a Dios puede haber exclusiones como las que se originan por el hecho mismo de esos credos y teologías. Todos los hombres somos cristianos por el hecho de nacer y todos tenemos un único destino, Dios, por el hecho universal de morir, hecho en el que se produce realmente nuestra propia ascensión a los cielos.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com

Volver arriba