El Papa reclama de nuevo el alto el fuego y advierte contra la ampliación de la guerra Francisco pide que llegue la ayuda humanitaria a Gaza, "donde la situación es gravísima"

Francisco, durante el ángelus
Francisco, durante el ángelus RD/Captura

"Sigo pensando en la grave situación en Palestina e Israel, donde tantas personas han perdido la vida. Les pido que se detengan en nombre de Dios, cesen el fuego, espero que se recorran todos los caminos posibles para que se evite absolutamente la ampliación del conflicto"

Glosando el evangelio dominical sobre las palabras de Jesús referidas a los escribas y los fariseos, Francisco recordó que, "para ser maestros con autoridad, es necesario ser primero testigos creíbles", por lo que invitó a no caer an "la duplicidad" de vida

"Sigo pensando en la grave situación en Palestina e Israel, donde tantas personas han perdido la vida. Les pido que se detengan en nombre de Dios, cesen el fuego, espero que se recorran todos los caminos posibles para que se evite absolutamente la ampliación del conflicto, que se pueda socorrer a los heridos y que las ayudas lleguen a la población de Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima", clamó el papa Francisco tras el rezo del ángelus este mediodía desde el balcón del Palacio Apostólico.

Te regalamos ‘Informe RD – Claves del Sínodo de la Sinodalidad’

"Que se libere inmediatamente a los rehenes -prosiguió Francisco-, entre ellos hay tantos niños, que regresen con sus familias, pensemos en los niños, en todos los niños involucrados en esta guerra, como también en Ucrania y en otros conflictos. Así se está matando su futuro. Recemos para que se tenga la fortaleza de decir ¡basta!".

Igualmente, el Papa mostró su cercanía con la población de Nepal, afectada por las consecuencias de un terremoto, y recordó a los prófugos afganos, "que han encontrado entrado refugio en Pakistán, pero ahora ya no sean a dónde ir", así como a las víctimas de las tempestades que han afectado en los últimos días a Italia y otros países.

Vista del Palacio Apostólico y el balcón al que se asoma el Papa
Vista del Palacio Apostólico y el balcón al que se asoma el Papa RD/Captura

Anteriormente, glosando el evangelio dominical sobre las palabras de Jesús referidas a los escribas y los fariseos, Francisco recordó que, "para ser maestros con autoridad, es necesario ser primero testigos creíbles", por lo que invitó a no caer an "la duplicidad" de vida.

"Todos nosotros experimentamos, por nuestra fragilidad, una cierta distancia entre el decir y el hacer; pero otra cosa, sin embargo, es tener el corazón doble, vivir con 'un pie en dos zapatos sin hacerse un problema", enfatizó el Papa desde el balcón apostólico, y lamentando que "entonces realizan obras para aparentar ser justos, para 'salvar las apariencias', come se dice. El maquillaje es muy común: se maquillan el rostro, la vida el corazón y la gente maquillada no sabe vivir la verdad".

Fieles en la plaza de san Pedro para rezar el ángelus con el Papa
Fieles en la plaza de san Pedro para rezar el ángelus con el Papa RD/Captura

Las palabras del Papa en la oración del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Del Evangelio de la Liturgia de hoy escuchamos algunas palabras de Jesús que se refieren a los escribas y a los fariseos, es decir a los líderes religiosos del pueblo. Respecto a estas autoridades, Jesús usa palabras muy severas, «porque dicen y no hacen» (Mt 23,3) y «todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (v. 5).

Detengámonos entonces en estos dos aspectos: la distancia entre el decir y el hacer y el primado del exterior sobre el interior.

El primer aspecto: la distancia entre el decir y el hacer. A estos maestros de Israel, que pretenden enseñar a los otros la Palabra de Dios y ser respetados en cuanto autoridad del Templo, Jesús desafía la duplicidad de su vida: predican una cosa, pero después viven otra. Estas palabras de Jesús recuerdan a las de los profetas, en particular Isaías: «Ese pueblo se me ha allegado con su boca, y me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de mí» (Is 29,13). Este es el peligro sobre el que vigilar: la duplicidad del corazón, que pone en riesgo la autenticidad de nuestro testimonio y nuestra credibilidad de personas y de cristianos.

Todos nosotros experimentamos, por nuestra fragilidad, una cierta distancia entre el decir y el hacer; pero otra cosa, sin embargo, es tener el corazón doble, vivir con “un pie en dos zapatos” sin hacerse un problema. Especialmente cuando estamos llamados –en la vida, en la sociedad o en la Iglesia– a revestir un rol de responsabilidad, recordemos esto: ¡no a la duplicidad! Para un sacerdote, un trabajador pastoral, un político, un profesor o un padre, vale siempre esta regla: esto que dices, que predicas a los otros, comprométete tú a vivirlo primero. Para ser maestros con autoridad es necesario ser primero testigos creíbles.

El segundo aspecto viene como consecuencia: el primado del exterior sobre el interior. De hecho, viviendo en la duplicidad, los escribas y los fariseos están preocupados por tener que esconder su incoherencia para salvar su reputación exterior. De hecho, si la gente supiera qué hay realmente en su corazón, se avergonzarían, perdiendo toda su credibilidad. Y entonces realizan obras para aparentar ser justos, para “salvar las apariencias”, come se dice. El maquillaje es muy común: se maquillan el rostro, la vida el corazón y la gente maquillada no sabe vivir la verdad.

Hermanos y hermanas, acogiendo esta advertencia de Jesús preguntémonos también nosotros: ¿tratamos de practicar lo que predicamos, o vivimos en la duplicidad? ¿Estamos preocupados solo por mostrarnos impecables fuera, o cuidamos de nuestra vida interior en la sinceridad del corazón?

Dirijámonos a la Virgen Santa: Ella que ha vivido con integridad y humildad del corazón según la voluntad de Dios, nos ayude a volvernos testigos creíbles del Evangelio.

Volver arriba