En el ángelus, alerta contra "las garantías de estar seguro viviendo una vida mediocre" Francisco pide el fin de los actos de violencia que están sufriendo Myanmar y Perú

Francisco, durante el ángelus
Francisco, durante el ángelus

"Mi pensamiento, con dolor, quiere estar hoy en particular con Myanmar, donde fue quemada la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, uno de los lugares de culto más antiguos de ese país. Me siento muy cercano a toda la población civil que está sufriendo estas pruebas difíciles", rogó Francisco

"Hay que decidir: ¿dejo atrás algunas certezas y me embarco en una nueva aventura, o me quedo donde estoy? Es un momento decisivo para todo cristiano, porque se juega el sentido de todo lo demás"

También invitó a rezar para que "puedan finalizar los actos de violencia en Perú", añadió, "ya que apagan la esperanza de las soluciones a los problemas"

"Si no se encuentra la valentía de ponerse en marcha, se corre el riesgo de quedarse como espectador de la propia existencia y vivir la fe a medias", señaló durante la catequesis

"Francisco ponderó lo bueno de dejar todo eso atrás "para vivir, por ejemplo, el arduo pero gratificante riesgo del servicio, o dedicar tiempo a la oración para crecer en la amistad con el Señor"

"Mi pensamiento, con dolor, quiere estar hoy en particular con Myanmar, donde fue quemada la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, uno de los lugares de culto más antiguos de ese país. Me siento muy cercano a toda la población civil que está sufriendo estas pruebas difíciles y le pido a Dios que pueda terminar este conflicto y se abra un tiempo nuevo de perdón, amor y paz", señaló condolido el Papa tras el rezo del ángelus, invitando a todos los fieles presentes en San Pedro a rezar con él un avemaría.

También invitó a rezar para que "puedan finalizar los actos de violencia en Perú", añadió, "ya que apagan la esperanza de las soluciones a los problemas". "Animo a todas las partes a que puedan tomar vías de diálogo entre hermanos de la misma nación, y desde el respeto a los derechos humanos y al Estado de derecho, me uno a los obispos para decir 'no a la violencia, venga de donde venga, no más muertes [imploró en español]".

Los fieles graban y fotografían al Papa en el ángelus
Los fieles graban y fotografían al Papa en el ángelus

Saludó también con alegría "las señales positivas que nos llegan desde Camerún, que nos hacen pensar en la solución de las dificultades. Los animo para que puedan firmar el acuerdo y perseverar en la vía del diálogo, la comprensión mutua y el encuentro entre todos", indicó Francisco, que, nuevamente, invocó también "la paz para la martirizada Ucrania".

Francisco, que felicitó el nuevo año a las comunidades que estos días lo están celebrando en el Extremo Oriente, saludó finalmente a los peregrinos asistentes, entre ellos, dijo, a los llegados de la diócesis de Mérida-Badajoz.

"Dejar para seguir"

En la catequesis del ángelus, el Papa, centrándose en el evangelio del día, donde Mateo narra la llamada de los primeros discípulos tras el encuentro con Jesús en el lago de Galilea, Francisco incidió en el mensaje que se desliza de ese pasaje: "dejar para seguir". "Lo dejan todo para seguir a Jesús", recalcó el Papa.

"Siempre es así con Jesús. Se puede comenzar de alguna manera a sentir su atracción,  quizás gracias a otros. Luego el conocimiento puede ser más personal y encender una luz en el corazón. Se convierte en algo hermoso que compartir", comentó Francisco desde el balcón del Palacio Apostólico.

Francisco se asoma al balcón instantes antes del rezo del ángelus
Francisco se asoma al balcón instantes antes del rezo del ángelus

Y entonces, apostilló: "Pero antes o después llega el momento en que hay que dejarlo todo para seguirle. Y aquí hay que decidir: ¿dejo atrás algunas certezas y me embarco en una nueva aventura, o me quedo donde estoy? Es un momento decisivo para todo cristiano, porque se juega el sentido de todo lo demás. Si no se encuentra la valentía de ponerse en marcha, se corre el riesgo de quedarse como espectador de la propia existencia y vivir la fe a medias". 

Pero, para seguir -continuó el Papa-, es necesario dejar cosas. "¿Dejar qué?", se preguntó. "Nuestros vicios y nuestros  pecados, por supuesto, que son como anclas que nos sujetan a la orilla y nos impiden remar mar adentro. Pero hay que dejar también lo que nos impide vivir plenamente, como los miedos, los cálculos egoístas, las garantías de estar seguro viviendo una vida mediocre".

Peregrinos en la plaza de San Pedro
Peregrinos en la plaza de San Pedro

Frente a esto, Francisco ponderó lo bueno de dejar todo eso atrás "para vivir, por ejemplo, el arduo pero gratificante riesgo del servicio, o dedicar tiempo a la oración para crecer en la amistad con el Señor. Pienso también en una familia joven, que deja una vida tranquila para abrirse a la impredecible y hermosa aventura de la maternidad y de la  paternidad; es un sacrificio, pero basta una mirada a los hijos para comprender que era justo dejar ciertos ritmos y comodidades".

También se fijó, en este aspecto el Papa, "en ciertas profesiones, por ejemplo, en un médico o un profesional de la salud que han renunciado a mucho tiempo libre para estudiar y prepararse, y ahora hacen el bien, dedicando muchas horas del día y de la noche, muchas energías físicas y mentales a los enfermos". 

El Papa imparte la bendición
El Papa imparte la bendición

Por eso, y tras recalcar que, "para realizar la vida hay que aceptar el reto de dejar", quiso confrontar con algunas preguntas: "¿Recuerdo algún 'momento fuerte' en el que ya haya encontrado a Jesús? ¿Y algo hermoso y significativo que sucedió en mi vida por haber dejado atrás cosas menos importantes? Y hoy, ¿hay algo a lo que Jesús me pide que renuncie? ¿Cuáles son las cosas materiales, las formas de pensar, las actitudes que necesito dejar atrás para decirle 'sí' a Él? Que María nos ayude a decir, como ella, un sí pleno a Dios, a saber dejar algo atrás para seguirle mejor".

CATEQUESIS DEL PAPA

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Hoy el Evangelio de la Liturgia (Mt 4,12-23) narra la llamada de los primeros discípulos que, en el  lago de Galilea, lo dejan todo para seguir a Jesús. Algunos de ellos ya lo conocían gracias a Juan el Bautista,  y Dios había sembrado en ellos la semilla de la fe (cf. Jn 1,35-39). Ahora vuelve a buscarlos al lugar donde  viven y trabajan. Y esta vez les hace un llamamiento directo: «Venid conmigo» (Mt 4,19). Y ellos «al instante,  dejando las redes, le siguieron» (v. 20). Detengámonos en esta escena: es el momento del encuentro decisivo  con Jesús, el momento que recordarán durante toda su vida y que entra en el Evangelio. Desde entonces siguen  a Jesús, y para seguirlo, lo dejan todo. 

Dejar para seguir. Siempre es así con Jesús. Se puede comenzar de alguna manera a sentir su atracción,  quizás gracias a otros. Luego el conocimiento puede ser más personal y encender una luz en el corazón. Se  convierte en algo hermoso que compartir: “Mira, ese pasaje del Evangelio me ha emocionado, esa experiencia  de servicio me ha conmovido”. Los mismo habrán hecho los primeros discípulos (cf. Jn 1,40-42). Pero antes  o después llega el momento en que hay que dejarlo todo para seguirle (cf. Lc 11,27-28). Y aquí hay que  decidir: ¿dejo atrás algunas certezas y me embarco en una nueva aventura, o me quedo donde estoy? Es un  momento decisivo para todo cristiano, porque se juega el sentido de todo lo demás. Si no se encuentra la  valentía de ponerse en marcha, se corre el riesgo de quedarse como espectador de la propia existencia y vivir  la fe a medias. 

Permanecer con Jesús, por lo tanto, requiere la valentía de dejar. ¿Dejar qué? Nuestros vicios y nuestros  pecados, por supuesto, que son como anclas que nos sujetan a la orilla y nos impiden remar mar adentro. Pero  hay que dejar también lo que nos impide vivir plenamente, como los miedos, los cálculos egoístas, las garantías  de estar seguro viviendo una vida mediocre. Y también hay que renunciar al tiempo que se pierde en tantas  cosas inútiles. Qué hermoso es dejar todo esto para vivir, por ejemplo, el arduo pero gratificante riesgo del  servicio, o dedicar tiempo a la oración para crecer en la amistad con el Señor. Pienso también en una familia  joven, que deja una vida tranquila para abrirse a la impredecible y hermosa aventura de la maternidad y de la  paternidad; es un sacrificio, pero basta una mirada a los hijos para comprender que era justo dejar ciertos ritmos  y comodidades. Pienso en ciertas profesiones, por ejemplo, a un médico o a un profesional de la salud que han  renunciado a mucho tiempo libre para estudiar y prepararse, y ahora hacen del bien dedicando muchas horas del día y de la noche, muchas energías físicas y mentales a los enfermos. En fin, para realizar la vida hay que  aceptar el reto de dejar, abandonar. Y a ello nos invita hoy Jesús a cada uno de nosotros. 

Y sobre esto os dejo algunas preguntas. En primer lugar: ¿recuerdo algún "momento fuerte" en el que ya haya encontrado a Jesús? ¿Y algo hermoso y significativo que sucedió en mi vida por haber dejado atrás cosas menos importantes? Y hoy, ¿hay algo a lo que Jesús me pide que renuncie? ¿Cuáles son las cosas materiales, las formas de pensar, las actitudes que necesito dejar atrás para decirle “sí” a Él? Que María nos ayude a decir, como ella, un sí pleno a Dios, a saber dejar algo atrás para seguirle mejor.

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