Alimentar a la Humanidad cuidando del planeta

Nos cuenta el Evangelio de hoy que la gente se agolpaba alrededor de Jesús para escuchar su palabra, y a continuación narra la pesca extraordinaria en el lago de Genesaret que dejó estupefactos a los discípulos. ¿Alrededor de quién se agolpa hoy la gente? Lamentablemente, no alrededor de Jesús? ¿Quién tiene la culpa?

En Jesús, Dios se hizo humano. En Jesús Dios asumió la condición humana, “hasta hacerse esclavo, pasando por uno de tantos (Carta de san Pablo a los Filipenses 2,5-9). Dios en Jesús se hizo uno de nosotros: para encontrarnos con El, tenemos que encontrarnos unos con otros.

Pero no solo no nos encontramos unos con otros, sino que nos enfrentamos, nos peleamos, nos enemistamos, nos matamos unos a otros en guerras horribles y en terrible violencia de género, incluso matando al propio hijo para hacer sufrir a la madre. Unos queremos apropiarnos cada vez más de los bienes de todos, hasta el punto de quitarles los más elementales medios de vida, como propone hacer Donald Trump echando de su tierra a los propios palestinos de la Franja de Gaza, seguro para entregar en su momento esa tierra a los israelitas aunque no lo digan así de claro: por algo Netanyahu hace unos días estaba tan alegre y sonriente en su entrevista con Trump y le regaló una placa a este que dice: «A nuestro mejor amigo y mejor aliado». Ni a uno ni al otro les importa en absoluto, destruir a los palestinos como pueblo, dispersándolos forzosamente por otros países: ¡qué crueldad!

Aquel lago estaba lleno de peces. Eran tantos que las barcas de pesca casi se hundían. Entonces el hábitat marino estaba en plena forma, pero se pone en peligro cuando se alteran las condiciones para la supervivencia de animales y plantas. La mayoría de las regiones de los océanos del mundo están sufriendo pérdida de hábitat. Pero las zonas costeras, debido a su cercanía a los centros de población humana, padecen este mal de forma desproporcionada, sobre todo debido a las presiones ejercidas por el hombre.

Conforme aumenta la temperatura terrestre por el efecto invernadero, son principalmente los océanos los que absorben el calor adicional. Los altos niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, causados fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles, son absorbidos por los océanos, donde el gas se disuelve en ácido carbónico: es la acidificación de mares y océanos, con daño muy grave para la vida marina. Hasta tres mil millones de personas que dependen de la biodiversidad marina y costera para su subsistencia podrían verse afectadas por la acidificación de los océanos. La elevada acidez merma la capacidad de los animales marinos, incluido el numeroso plancton, lo que afecta a la vida en la génesis misma del tejido alimenticio oceánico.

El pescado es esencial para la alimentación humana ya que representa en torno al 17 % de las proteínas que consume la población mundial. Según los datos de la FAO, el mundo produjo 178 millones de toneladas de pescado en 2020, del cual depende la alimentación de muchos millones de personas, lo que quiere decir que el cuidado de mares y océanos es decisivo para la alimentación de una parte muy importante de la humanidad.

La mayor parte del deterioro de mares y océanos, procede de la parte continental del planeta, inducida casi totalmente por la actividad humana. Algunos mares tales como el Mediterráneo y el Mar Negro han registrado los mayores porcentajes de especies marinas cuya explotación es insostenible (62,2 %), seguidos muy de cerca por el Océano Pacífico Sudoriental con el 61,5 %, y por el Océano Atlántico Sudoccidental con el 58,8 %. Un dato muy significativo es que debido a la sobreexplotación pesquera, los grandes caladeros están solo a un 10 % de la capacidad que tenían a principios del siglo XX.

Tenemos que alimentar al mundo, y en especial a los más de 1000 millones de personas que pasan hambre, y a otros sectores que no están debidamente alimentados, pero sin devorar el planeta, que es lo que estamos haciendo ahora, con las consecuencias negativas del Cambio Climático, además de dilapidar 931 millones de toneladas de alimentos que terminan en la basura cada año.

El mensaje de Jesús de Nazaret es que haya comida de sobra para todos, como lo refleja la gran pesca o la conversión del agua en 600 litros de vino y la multiplicación de los panes y los peces para dar de comer a miles de personas. En este caso Jesús mandó recoger los trozos que había sobrado “para que nada se pierda” (Evangelio de Juan 6,12).

Es necesario reequilibrar el mundo en muchos aspectos, eliminando las desigualdades tan enormes que existen, para que la vida de la humanidad y del planeta sea sostenible y además para que los conflictos sociales y las guerras no tengan base para sostenerse. Pongamos algún ejemplo: en 2019 en China había 181 coches por cada 1000 habitantes, mientras que en EE.UU había 838. En Europa tenemos 520 vehículos por cada 1,000 habitantes, mientras que en África hay solo 58, y en algunos países como Etiopía, Malí, Sudán, Malaui o Tanzania, no llegan ni 12 por cada 1000 habitantes. Pero hay más: en Zambia hay solo 1 coche por cada 1000 habitantes, y lo mismo en Zimbabue, Mozambique, Tanzania, y en la República Democrática del Congo o el Chad, no llegan ni a 1 por cada 1000 habitantes.

Otro ejemplo bien significativo: En 2018, en Estados Unidos el consumo de petróleo por habitante era 24,6 barriles anuales(1 barril igual a 169 litros); en la UE 10,7 barriles, en la India 1,8 y en Bangladés 0,22.

¿Los países del Norte opulento, tenemos derecho a negar a indios,  africanos y otros pueblos todo aquello de lo que nosotros disfrutamos y con frecuencia derrochamos, siendo así que somos los mayores emisores de CO2, y por tanto culpables del acelerado deterioro del Planeta que nos sostiene a todos pero que cada día es más frágil, y que más afecta y daña a los más pobres?

Los países desarrollados tenemos un grave deber de justicia con lo más empobrecidos y con la Madre Tierra: sin cuidar esta es imposible cuidar del Ser Humano, pues todo nos viene de la Tierra. Tenemos la ineludible responsabilidad de alimentar al mundo sin devorar a la Tierra, o dicho de otra forma: alimentar a la Humanidad cuidando del Planeta.

Todo está en nuestras manos, todo depende de nosotros. No podemos esperar de Dios, precisamente lo que Él espera de nosotros. Nos dio autonomía y capacidad para hacer un mundo cada vez mejor. La fe es seguir a Jesucristo para hacer en este mundo lo que El hizo, que “recorría ciudades y aldeas curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Evangelio de Mateo 4,23). Los creyentes de hoy en el mensaje de Jesucristo, tenemos que aplicarlo a la realidad de nuestro tiempo, y preguntarnos qué haría El hoy ante la realidad del mundo actual, para hacer nosotros lo mismo.

Qué clase de fe tan falsa tienen Donald Trump y sus votantes y seguidores de dentro y de fuera de su país, que lo aplauden porque recorta millones de ayuda a los más pobres, desmantelando la principal Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, dejándola solo en 300 trabajadores frente a los 10.000 que tenía hasta ahora. Saca al país de la OMS, su Departamento de Estado ha aprobado la venta de armas a Israel por 7400 millones de euros, además de salirse del acuerdo de París, desvinculándose de la lucha contra el Cambio Climático para seguir causando daño sin límites a todo el Sistema Tierra y favorecer a los más ricos y poderosos que son los que más contaminan. Y añade un despropósito más firmando una orden ejecutiva para sancionar a la Corte Penal Internacional por sus acciones contra EE.UU. e Israel, y haber emitido una orden de arresto contra Nnetanyahu por cargos de crímenes de guerra y contra la humanidad .

Afortunadamente las parroquias jesuitas del Norte de Madrid convocan un acto de apoyo a la obispa episcopaliana Mariann Edgar Budde, quien pronunció una profética homilía ante Donald Trump y las nuevas autoridades de Estados Unidos, al pedirle que tenga clemencia con los migrantes y las personas LGBT, pero ni caso: quiere recluir a decenas de miles en la base de Guantánamo, y a otros los expulsa sin más del país. Ese comportamiento, no es humano, y por tanto no es cristiano.

Feliz domingo a tod@s.-Faustino

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