La Gran Fiesta del Espíritu Santo para la Humanidad y la Creación

El Espíritu Santo ya vino, no hay que esperar por El. Es El, el que espera por nosotros

Jesús prometió a sus discípulos que recibirían al Espíritu Santo para que esté siempre con ellos y les vaya recordando las enseñanzas de Jesús.

Un tiempo más tarde nos cuenta Lucas que, estando todos juntos, recibieron al Espíritu Santo.

Por tanto, el Espíritu Santo ya vino. Vino para quedarse, y ya está con nosotros. El problema es que no estamos nosotros con El.

Es el Espíritu Santo el que espera por nosotros. Espera nuestra respuesta, que estamos tardando demasiado tiempo en dársela. No es una respuesta para El: es una respuesta para nosotros, para la Humanidad y para la Creación. A saber:

-Que tengamos hambre y sed de justicia: es la necesidad más grande que tiene este mundo.

-Que luchemos por la igualdad entre todos los seres humanos:

-Que luchemos por la fraternidad para tratarnos como hermanos

-Que luchemos por el amor entre todos y todas: “esto os mando, que os améis unos a otros”. Al final nos examinarán de amor a los más empobrecidos de este mundo, ante todo hambrientos y sedientos: Abrir el grifo y que salga agua es un gesto desconocido para 1 de cada 3 personas en el mundo, más de 2600 millones (OMS).

-Que luchemos por la solidaridad:“tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve enfermo y me atendisteis, estuve desnudo y me vestisteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme, fui emigrante y me acogisteis”. Todo esto, que es lo más esencial del Evangelio de Jesús, es cosa nuestra, depende de nosotros. Depende de nuestro compromiso.

Seguro que muchas veces sentimos en nuestro interior ansias infinitas de mejorar y cambiar este mundo: ahí nos está llamando el Espíritu Santo. Responderle con nuestro compromiso con los Seres Humanos y el cuidado de la Madre Tierra depende de nosotros, es cosa nuestra. Cuando así lo hagamos, todos los sufrimientos injustos, innecesarios, indignos del ser humano, habrán desaparecido, como en Gaza, en Ucrania, en Sudán, en Somalia, o las catástrofes consecuencia del cambio climático.

A las personas las unen las finalidades: ¿Cuándo nos unirá a todos la finalidad de ser justos, hermanos,  solidarios, iguales, amigos?

Tengamos esperanza, porque hay ya muchos millones de personas caminando en esa dirección que ya tienen, aun sin saberlo, el Espíritu de Dios con ellos, estén donde estén, sean quienes sean, sean de la religión que sean, sean creyentes, agnósticos, ateos...

La finalidad común de construir un mundo mejor para la Humanidad y la Creación tiene que unirnos a todos. Cuando así sea será la era de Dios.

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