Para ti, José María Castillo

Muchas gracias, hermano y amigo José María, porque nos has ayudado a muchas personas a descubrir al Jesús histórico de los Evangelios, comprometido con lo empobrecidos y la realidad de su tiempo, lo mismo que hiciste tu y debemos hacer ahora todos los que intentamos, con mil tropiezos, seguir a Jesús de Nazaret como respuesta a los problemas tan graves, necesidades  tan urgentes y aspiraciones tan legítimas del mundo actual.

Mil gracias por lo que nos ayudaste a abrir los ojos para ver con los ojos del Evangelio el valor tan infinito que tiene el Mensaje Liberador de Jesús de Nazaret como respuesta a los problemas de este mundo.  Mil gracias por lo que nos ayudaste a personalizar la fe para seguir a Jesús con total libertad, sin tantas leyes y comedias como nos imponen las instituciones de este mundo, que más que ayudarnos a vivir la fe, nos esterilizan como personas y como creyentes. Gracias, José María, por lo que, con tu ciencia y tu sabiduría, nos ayudaste a entender rectamente el mensaje del Evangelio, en coherencia con lo que debe ser nuestra vida, y nuestro compromiso con la realidad de nuestro tiempo en coherencia y fidelidad a Jesús de Nazaret.

Les perdonamos a aquellos que intentando impedirte ser profesor en cátedras universitarias, encerrado en un aula, sin querer te convirtieron en un gran maestro y educador de fe y de vida para el pueblo, al estilo del Hijo del Hombre, Jesús de Nazaret, maravilloso educador, que recorría ciudades y aldeas proclamando y enseñando el Evangelio del Reino y curando todo enfermedad y toda dolencia del pueblo. Así lo has hecho tu, amigo José María. Infinitas gracias.

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