Lo que va de ayer a hoy del Maestro al Profesor

Un estudiante universitario de Matemáticas nos plantea esta penosa y lamentable situación: “los profesores que tenemos de matemáticas explican poco en clase, de tal manera que tenemos que acudir a entidades privadas para completar nuestros conocimientos en la materia, pues de lo contrario no conseguimos aprobar. Indagando en el tema, descubrimos que dichos profesores tienen un pacto no escrito con esas entidades privadas, de las que reciben la correspondiente y jugosa compensación económica”.

Comentario: ¿Es posible que la corrupción llegue a extremos tan lamentables? ¿No pasa algo parecido entre médicos, laboratorios farmacéuticos y visitadores médicos? ¿Cómo es posible que en temas tan serios como la enseñanza universitaria y la asistencia sanitaria, tengamos también tan instalada la corrupción?

Es evidente que el sistema capitalista, cuyo Dios es el dinero, todo lo corrompe, porque no entiende nada de ética, de justicia, de derechos de la ciudadanía. Ya ha extendido su vacuna corruptora por todo el mundo, incluso en países que se consideraban contrarios al capitalismo.

 Los poderes públicos deberían ser los primeros vigilantes del bien común, pero muchas veces ellos mismos son los primeros corruptos. Por desgracia para los ciudadanos, todas las opciones políticas y sus respectivos partidos políticos, tienen su correspondiente cupo de corruptos, unos más y otros menos.

Tuve la gran fortuna de conocer a un gran Maestro de Escuela, hace ya más de medio siglo, que tenía una matrícula que superaba los 50 alumnos: daba clase por la mañana y por la tarde a los niños y niñas, y por la noche a alumnos adultos. Por la noche el Ministerio le pagaba solo una hora, pero les daba dos horas porque decía que una sola hora no daba para nada.

Un día, era por los años cuarenta y había muchos pobres pidiendo de puerta en puerta: estábamos de recreo y llegó un pobre que se acercó al Maestro a pedirle limosna, pero el pobre era muy tartamudo y al oírlo todos nos echamos a reír. El Maestro atendió al pobre, impuso silencio y nos mandó entrar para la escuela. Ya dentro, llamó a un alumno al encerado (era de madera pintada de negro y se escribía con tiza blanca), y le mandó escribir:

“Compadécete del pobre que de puerta en puerta llama,

Quién sabe, quizá, si tu mismo tendrás que pedir mañana”.

Esos profesores universitarios, esos médicos y esos políticos corruptos, ¿están tan pobres que necesitan acudir a la corrupción? Compárense con aquel Maestro, que sin duda era mucho más pobre que ellos, peo mucho más rico en los grandes valores de los cuales hoy carecemos y tanto necesitamos.

Jesús dice en el Evangelio de hoy, que en la mesa del Reino de Dios hay muchos que se sentarán primeros y primeros que se sentarán últimos.  Seguro que los poderosos y los oprimidos por ellos de este mundo, no se van a sentar todos al mismo nivel. Los que van por la vida sembrando fraternidad, justicia, amor, bondad, solidaridad, respeto a todos y a todo, cercanía a los más necesitados, fueron los preferidos de Jesús en este mundo. Estos seres humanos son los cristianos que Jesús quiere para hacer un mundo mejor.

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