Mensaje del obispo de Mondoñedo-Ferrol con motivo de la clausura del Tiempo de la Creación 2025 Paz con la creación

Paz con la creación
Paz con la creación

"En este año 2025 hay dos motivos especiales para su celebración. Por una parte, se  conmemoran los 800 años del célebre Cántico de las criaturas, obra del santo de Asís"

"Igualmente, este año 2025 se acaban de cumplir diez años de la encíclica que comienza  precisamente con las primeras palabras del Cántico: Laudato Si"

"Desde luego que vivimos tiempos marcados por los atentados a nuestro planeta, debidos a  prácticas despóticas totalmente contrarias a la clave del cuidado que está en el plan divino"

Concluye este sábado, fiesta de San Francisco de Asís, el “Tiempo de la Creación”. Esta  iniciativa ecuménica, impulsada por el papa Francisco, nos convoca a la oración, la reflexión y el  compromiso responsable con nuestra casa común en la que vivimos. Desde el 1 de septiembre y  hasta la celebración del santo patrono de la ecología, se han promovido iniciativas y  actividades que nos ayudarán a sentirnos realmente conectados e interrelacionados con la obra  de la creación. 

En este año 2025 hay dos motivos especiales para su celebración. Por una parte, se  conmemoran los 800 años del célebre Cántico de las criaturas, obra del santo de Asís. Se trata  de uno de los primeros poemas en lengua italiana y, a lo largo de los siglos, ha acompañado la  oración y la plegaria de millones de creyentes. A través de sus versos nos hemos emocionado,  alabado y bendecido al Señor por la hermosa obra de la creación que nos rodea: “Loado seas,  mi Señor, por todas tus criaturas, especialmente el hermano sol”. Y no solo hemos glorificado el  nombre del Señor, sino que nos hemos sentido parte de su obra y vinculados unos a otros desde  la comunión y la fraternidad. Una clave que deriva en el cuidado, la custodia, la  responsabilidad. 

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Creación
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Igualmente, este año 2025 se acaban de cumplir diez años de la encíclica que comienza  precisamente con las primeras palabras del Cántico: Laudato Si. Aquel documento supuso una  sorpresa del papa Francisco que marcó algunas de las claves de su ministerio pastoral: el  cuidado de la casa común y el rechazo a la cultura del descarte que se convierte en el  paradigma explicativo de nuestras relaciones sociales y ambientales. No son dos crisis sino una  única crisis socio-ambiental. Aquella encíclica no despertó la conciencia ecológica que ya había  sido promovida en otros documentos de doctrina social. Pero sí que nos invitó a trabajar y  promover una ecología integral que tuviera en cuenta la realidad ambiental, personal, social,  política, económica, espiritual… Desde entonces sus intuiciones han acompañado diversas  iniciativas y sensibilidades que han contribuido, sin duda, a edificar el Reino de Dios. Quizás  sería bueno releerla en su décimo aniversario y acoger sus propuestas proféticas. 

Desde luego que vivimos tiempos marcados por los atentados a nuestro planeta, debidos a  prácticas despóticas totalmente contrarias a la clave del cuidado que está en el plan divino. La  situación de guerra en la que nos encontramos complica todavía más. El control por los recursos  vitales hace que se practiquen políticas de “tierra arrasada”. Sin duda, es evidente que muchas  actividades humanas del progreso y la técnica han contribuido a la destrucción de la creación. 

Pero hoy se habla de esta aceleración en los efectos. Es cierto que a nivel particular crece una  mayor conciencia pero esta se hace difícil de armonizar con prácticas estructurales y un sistema economicista que considera la creación como un elemento más de la producción. El consumo de  élite, los modelos empresariales explotadores y las teorías económicas que priorizan el  beneficio sobre la sostenibilidad son más responsables en esta guerra. 

Ante esta situación, quizás es bueno acoger la invitación de nuestro papa León que, en su  mensaje para esta ocasión, nos invita a practicar una justicia ambiental como necesidad que va  más allá de la protección del medio ambiente. Se trata de una cuestión de justicia social,  económica, antropológica y teológica. Y todo desde una certeza que, a veces, se nos olvida:  “Parece que aún no se tiene conciencia de que destruir la naturaleza no perjudica a todos del  mismo modo: pisotear la justicia y la paz significa afectar sobre todo a los más pobres, a los  marginados, a los excluidos”. 

Os invito a implorar al santo de Asís para que nos dé esa sensibilidad especial que él tenía y  que le permitía acoger el grito de la tierra y el grito de los pobres. Os invito a renovar esa  conversión ecológica porque, como nos decía la encíclica, “vivir la vocación de ser protectores de  la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en  un aspecto secundario de la experiencia cristiana”. 

Vuestro hermano y amigo, 

Fernando García Cadiñanos 

Obispo de Mondoñedo-Ferrol 

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