Pandemia, pánico y pandemonio (y Diario senti-mental 9)

PANDEMIA, PÁNICO Y PANDEMONIO

No es que sea pesimista,
es que el mundo es pésimo
(José Saramago).


La pandemia, además de democrática, es como un demonio colectivo que produce pánico. Quizás habíamos olvidado el mal que personifica el demonio simbólicamente, en una orgía de idealismo y optimismo que solo contaba con el bien y lo positivo, y un futuro triunfal. Pero nuestro triunfalismo se ha truncado y trucado de repente por la virulencia del coronavirus y sus terribles consecuencias sanitarias, psicosociales y económicas. Finalmente hemos reconectado todos con el infortunio general, recordando que la vida limita con la muerte (y se paga con ella).

Nos ha fallado la naturaleza y la política, la propia ciencia y el Dios tradicional de las religiones. Ahora vemos que la propia naturaleza es innatural, una madre madrastra, mientras que el viejo Dios parece escabullirse del tema y sus iglesias se cierran y encierran. El propio Estado se resiente junto a sus políticos, estos siempre ya resentidos. La propia razón científica anda despistada mientras busca controlar el virus técnicamente. Y luego queda el pueblo espeso, aguantando y resistiendo junto a los sanitarios, con excepción del grupo que campa y acampa indisciplinado e inconsciente.

Sin embargo no se trataría propiamente de resistir al covid-19 belicosamente, a base de puro heroísmo, como si esto fuera nuestra guerra de la independencia, cuando en realidad es la ocasión de una nueva inter-dependencia mundial. No es pues una guerra, sino un desafío global cuya respuesta debe ser global: la pandemia debería conducirnos a una pandemocracia o democracia universal, con una gobernanza democrática mundial.

Hay que asumir críticamente una pandemia a la que no hay que enfrentarse frontalmente, sino afrontarla oblicuamente, evitando riesgos y buscando su vacuna específica. Yo abogaría no por una especie de lucha directa o suicida en contra, sino “versus” un virus tan versátil, lo cual significa asumir y afrontar su virulencia con inteligencia. A veces nos falta esa inteligencia que nos reclaman los países nórdicos, y otras veces les sobra a ellos su inteligencia técnica; pero el caso es que afrontamos una crisis internacional y no meramente nacional como un mal común, y así parece entenderlo por fin Europa.

Nos hemos estado engañando sobre la vida inconscientemente, y ahora tomamos conciencia y nos desengañamos, ya que el virus nos exige asumir la vida en el horizonte de la muerte. El desengaño final es típico de nuestro barroco representado por B.Gracián, pero también por un pueblo desengañado de las mentiras del mundo. Así recuperamos a duras penas la visión de la fragilidad humana, pero también la mejor versión de nuestro Séneca cuando afirma radicalmente: “saquemos nuestro coraje incluso de nuestra desesperación”. La cultura es la encargada de mejorar la naturaleza, aunque no puede sobrepasarla so pena de desnaturalizarse.

Lo que la cultura ofrece ante tal envite de la naturaleza mortífera es consabido. Primero el amor, luego la música y finalmente la medicina con sus drogas. Pues cuando nos acucia la física de la enfermedad ya no caben metafísicas, sino médicos y medicamentos curativos o al menos paliativos. Lo más preocupante es morir malamente, mientras que la muerte en sí trasciende a este mundo de virus. Pienso que cortejamos este mundo en demasía, hasta el punto de acabar como sus cortesanos. Aprendamos la lección de la epidemia frente al pasado optimismo vital, aunque sin recaer en un futuro pesimismo mortal. Pues que la propia vida es optimista y pesimista, día y noche, cielo y tierra, vida vivida y muerte asumida: ambivalencia radical.


DUENDE

Nunca sabrán de mi ni de mi hambre
los que pacen en paz y duermevela
los que viven de posesión y venta
y los que se desviven a diario.

Yo me desvivo una vez al año
organizando una caza furtiva
que se cobra la pieza de uno mismo
y la digiere poco a poco en sueños.

Porque la vida es sueño inextricable
un encuentro de ensueño con el duende
que reside en el alma viandante.

Porque la vida es sueño ensueño y aire
un diálogo del alma con su suerte
incorporada a un cuerpo que es terrestre.

(Terrestre espeso para el alma mía).


CAMINOS

Estoy viejo, reseco, macilento,
me muevo a un paso cada vez más lento
estoy cansado de tantos abrojos
hasta el punto que si no los arrojo
puede acabar mi cuerpo en un rastrojo.

Debo aprender a rastrear el paso
debo aprender a rastrear caminos
hasta encontrar mi senda señalada
a este perfil de hombre tan sañudo
que pasar pueda sin tanto rasguño.

Rasguñado estoy y nervioso, inquieto,
rescatado estaré de mi tormento
si logro andar con paso recatado,
recatado andaré si me vigilo.

Si me vigilas amor desde tu albor
el paso y el traspaso caminante
para no caminar en plan siniestro
mas para caminar de modo diestro.

(Y sin embargo caminante amigo
hay sendas y senderos tan abruptos
que solo los traspasan exabruptos).

PARA LOU

El aire huele a infinito
(Lou)

Eres oh Lou la linda amiga mía
la que arrulla mis rollos sin medida
la que sin medida me ama y requiere
y a la que desmedido amo y requiero.

Por ti mis versos son bastante tersos
por ti mis aforismos suenan finos
y es mi filosofía tan resuelta
pues que me sueltas si ando constreñido.

Te recuerdo escuchándome en la clase
la cabeza nimbada de belleza
y la sonrisa inundando el aula
mientras yo peroraba despistado.

El tiempo ha sido tuyo como musa
que inspiras mis más fieles sentimientos
y cuidas mis barrocos pensamientos.

Algún día podré decirte Lourdes
lo que aún no te he dicho por capullo:
esa flor que no supo abrir sus pétalos.

(Por ti mi ancianidad no es tan anciana
por ti mi enfermedad no es tan enferma
por ti mi soledad no está tan sola).

MENOS MAL


Menos mal que esta vida es contingente
si fuera necesaria lo sería
a costas de la propia autonomía.

Menos mal que esta vida es finita
si fuera infinita lo sería
a costas de la propia sintonía.

Siendo finito yo me delimito
siendo contingente soy insurgente
la gente no capta lo que contiene.

Tenemos un final delimitado
tenemos un comienzo preparado
lo demás es ya cosa del humano.

Mas al hombre lo humano no le gusta
apetece no serlo y ser divino
que no hace falta ser un adivino.

Mas yo prefiero ser como yo he sido
un hombre contingente y necesario
un hombre que es finito y transfinito.
El hombre al fin que sabe que es un hombre
ser absoluto y relativo a un tiempo
ser y no ser que es propio de lo humano.

(Pues menos mal que somos y no somos).

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