El paso del tiempo borra la memoria, y deja nuestras tradiciones casi sin contexto, como caídas del cielo, sin raíces en la tierra ni en la historia. Es el caso del Rosario, entre otros muchos. Los mayores de hoy recordamos que acarició nuestra infancia con una deliciosa práctica de «oración en familia». Yo recuerdo que, sobre las rodillas de mi padre, me quedaba dormido antes de terminar «el primer misterio», las primeras diez avemarías. Qué felicidad, inexpresable, la de caer vencido por el sueño, en brazos de tu padre, al socaire de los rezos del resto de la familia, como un ronroneo de bienestar. 

     Poco nos dijeron del rosario en aquellos tiempos. Era, simplemente, una oración propia de los católicos. Sí, porque sabíamos que los protestantes no tenían devoción a María. Pero no teníamos apenas referencias sobre el rosario. ¿De dónde había salido el Rosario? ¿De dónde venía? Sí se decía -y se cantaba- aquello de «Viva María, viva el rosario: viva santo Domingo, que lo ha fundado». Luego, a María, que nunca rezó un rosario, tampoco se lo entregó el niño Jesús, como muchos cuadros artísticos decían, sino que fue Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, quien lo fundó. ¿Pero significa eso que lo implantó, lo difundió... o también que se lo inventó, lo creó?

     Hoy sabemos que no es nada probable que Domingo se «inventara» el rosario, sino que «lo encontró», y -eso sí- se entusiasmó con él y lo reconfiguró y lo convirtió en un medio de apostolado asumido como propio. 

     Domingo es del siglo XIII (llevamos por tanto en la Iglesia Católica más tiempo sin rosario que con rosario). Y en el siglo XIII, ya habían sido realizadas varias cruzadas. Los cruzados cristianos conocieron el rosario musulmán. ¿Fueron ellos quienes lo crearon? Hoy parece que tenemos datos de que los musulmanes (surgidos en el siglo VII) lo tomaron del 'rosario' budista. Y éste llegó al Japón budista y sintoísta, de donde saltó a California, a donde ya había llegado el rosario llevado a América por los misioneros españoles y portugueses. Un rosario global pues.

     En el catolicismo tiene 50 avemarías, y en el islam tiene 33 invocaciones, que multiplicadas por 3, arroja un total de los 99 nombres conocidos de Alá (el último, el centésimo, es secreto). Y en el budismo también tiene otro número diferente de cuentas, de los nombres de Buda... Los rosarios, en las distintas tradiciones religiosas, son distintos, y en el fondo son lo mismo: una expresión espiritual de oración, de afecto espiritual. Es importante sacar de la caja a nuestro pequeñito rosario, y escarbar en su historia global.

     El 19 de marzo es el día de san José, pero todos imaginamos que, obviamente, no hay ninguna relación entre el santo y ese día 19 de marzo. El 7 octubre y el Rosario, ¿tampoco guardan ninguna relación? Pocas personas hoy saben que sí, que, al contrario del 19 de marzo, el 7 de octubre sí es un aniversario, muy relacionado con el rosario. Hoy 7 de octubre es el aniversario de la batalla de Lepanto, en 1571. No fue una batalla menor; fue un choque de civilizaciones, un choque también de religiones, del Occidente de entones contra el mundo islámico. El Papa de Roma logró unificar a los gobernantes europeos y dar una exitosa batalla contra el mundo musulmán otomano que estaba ya a las puertas de Austria y de Hungría. Fue en Lepanto (búsquelo en Google Maps: «Naupacto, Grecia»). El Papa insitió en que fue un milagro de María, en favor del Occidente cristiano, y que por ello, había que elevar el rosario a la máxima categoría entre las oraciones del cristiano. Todo eso anda por detrás del Rosario, en sus raíces, en su contexto de significación, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello. 

     Este día puede ser una buena ocasión para «re-cordar» todo este contexto del Rosario. Quien disponga de un poco de tiempo puede acompañar este vídeo sobre el tema, en plan de sesión de formación, con buen humor. 

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