El Vaticano versus la Carta magna de las N.U. sobre los derechos de las personas y de los pueblos

En los dos articulos anteriores he transmitido el original de las grandes orientaciones de la Carta magna de las N.U.

En el presente articulo me detengo en  los compromisos de la Iglesia (Vaticano y episcopados) en los asuntos politicos de Venezuela

Yo pregunto ?hasta que punto esos compromisos se conformen con la Carta magna de las N.U.? 

El tema del intervencionismo y de las sanciones contre Venezuela esta totalmente encubiierto por un gran silencio de parte de todas las autoridades de la Iglesia, involucradas, de una manera o otra, en el conflicto de Washington  con el gobierno de Nicolas Maduro.

?Por que motivo mantienen ese silencio sobre acciones condenadas por el derecho internacional?

Francisco con Guterres

 La Iglesia católica, representada por el Estado del Vaticano y los distintos episcopados en el mundo, se ve, en muchas ocasiones, solicitada para intervenir en la solución de conflictos, sean internos o internacionales. 

Los ejemplos son múltiples en  cuanto a la naturaleza de esos distintos compromisos de la Iglesia (El Papa, los obispos, el Estado del Vaticano). Basta pensar al rol jugado por la Iglesia en los distintos países de America latina. 

El propósito del presente articulo es interpelar la Iglesia sobre la importancia que da ella a la Carta magna de las Naciones Unidas así que a la ONU en su responsabilidad de que se respete los derechos, tantos de las personas que de los pueblos. 

A primera vista, Iglesia católica y Naciones Unidas comparten un objetivo común, relacionado a las personas y a los pueblos. Conforme a sus naturalezas se ubican por encima de todos los intereses que alimentan, tanto a personas como a pueblos. Sus interés es que se respete en todas circunstancias los derechos inscritos en la Carta magna de las N.U.. 

Aquí unas declaraciones

1 Teniendo presente la importancia de mantener y fortalecer la paz internacional fundada en la libertad, la igualdad, la justicia y el respeto de los derechos humanos fundamentales y de fomentar las relaciones de amistad entre las naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo

2  Convencida de que el estricto cumplimiento por los Estados de la obligación de no intervenir en los asuntos internos de cualquier otro Estado es condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones, ya que la práctica de cualquier forma de intervención, además de violar el espíritu y la letra de la Carta de las Naciones Unidas, entraña la creación de situaciones atentatorias contra la paz y la seguridad internacionales, 

3 Recordando el deber de los Estados de abstenerse en sus relaciones internacionales de ejercer coerción militar, política, económica o de cualquier otra índole contra la independencia política o la integridad territorial de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas, 

4 Considerando que es indispensable igualmente que todos los Estados arreglen sus controversias internacionales por medios pacíficos de conformidad con la Carta, 

5 Reafirmando, de conformidad con la Carta, la importancia básica de la igualdad soberana y subrayando que los propósitos de las Naciones Unidas sólo podrán realizarse si los Estados disfrutan de igualdad soberana y cumplen plenamente las exigencias de este principio en sus relaciones internacionales, 

6 Convencida de que la sujeción de los pueblos a la subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye uno de los mayores obstáculos al fomento de la paz y la seguridad internacionales.

7 Convencida de que el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos constituye una importante contribución al Derecho Internacional contemporáneo, y de que su aplicación efectiva es de la suprema importancia para fomentar entre los Estados las relaciones de amistad basadas en el respeto del principio de la igualdad soberana, 

El caso de Venezuela se presta bien para mirar de cerca el rol jugado por el Vaticano y el episcopado venezolano. Sabemos que el actual conflicto nació con la llegada de la revolución bolivariana de formato socialista, humanista, cristiano y anti-imperialista. Todo se ha realizado en el cuadro de la democracia en que el pueblo podía expresarse libremente. Hubo una nueva constitución a la cual el pueblo participó y que  sancionó por su voto a través un referéndum abierto a todos y todas con derecho al voto. Es cierto que se trata de un cambio fundamental que hizo pasar el régimen político de capitalista a socialista. Algo de totalmente legitimo y confirmado por la declaración 1 que dice “de fomentar las relaciones de amistad entre las naciones, independientemente de las diferencias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo

Uno puede entender la reacción de Washington, el padre del capitalismo y del control que tenia sobre el Estado y sus riquezas. Como imperio puede permitirse imponer sus propias leyes que tienen nada que ver con la Carta magna de las N.U.

La situación es distinta de parte del Episcopado venezolano. Como episcopado sus verdaderos intereses es de acompañar a sus fieles para que se acerquen cada día mas al Espíritu de los Evangelios. Nada que ver con la “rabia”de Washington. A la sorpresa de todas las personas de buena fe, el 2 de abril 2002, se produjo el primer golpe de estado  contra el nuevo gobierno. La gran sorpresa fue la presencia del cardenal de aquella época y de un obispo, hoy con el estatuto de cardenal.

¿Qué motivos podía tener la Iglesia para hacerse presente y participar a ese golpe de Estado, lo que va totalmente en contra de la Carta magna de las N.U. y del espíritu de los Evangelios que la promueve?

Lamentablemente, después mas de 20 anos, el mismo episcopado, la misma Iglesia, sostenidos por el Vaticano y e Papa   siguen, en unión con la extrema derecha política,  sosteniendo la violencia generada por ellos. Todo se realiza sin tomar en cuenta el derecho internacional que condena los golpes de Estado así que todas las medidas utilizadas para afectar la vida del pueblo y la no gobernabilidad del gobierno.

trump francisco

  Importa signalar que en ningún momentos de todos esos años la Iglesia, sea el Papa, sea el General de los jesuitas, sea el episcopado venezolano, alzaron la voz para denunciar las sanciones y condenar Washington de actuar fuera de la Carta magna de las Naciones Unidas. Tampoco llamaron al Consejo de seguridad de las N.U. para que opine sobre los hechos a base del conflicto entre la Iglesia y el gobierno de la revolución bolivariana. Nada de eso.

Todo deja pensar que El Vaticano ha elegido el Imperio como aliado principal de sus intervenciones. Las N.U. y la Carta magna, de que es responsable, pasan a un segundo nivel. Sus intervenciones ante la Tribuna de la Asamblea general no ponen de relieve la necesidad de respetar la Carta magna de las N.U. y, aun menos, denunciar las acciones criminales, tales el intervencionismo y las sanciones, de su aliado imperial.

Con todo mi respeto

Oscar Fortin

16 de enero 2021 

https://www.religiondigital.org/humanismo_de_jesus/Declaracion-Relaciones-Carta-Naciones-Unidas_7_2305339466.html

https://www.religiondigital.org/humanismo_de_jesus/Declaracion-Relaciones-Carta-Naciones-Unidas_7_2305339467.html

Volver arriba