Las ultimas elecciones, del 6 de diciembre, tenían por objetivo la selección de 277 diputados para asumir las responsabilidades de la renovada Asamblea legislativa,  por los 5 próximos anos. 

Según los comentarios de la mayoría de los observadores internacionales, el proceso electoral se ha desarrollado en un clima de tranquilidad y con todas las ayudas necesarias para que el pueblo pueda usar su derecho al voto. Todos entienden que en el contexto de la Pandemia se puede explicar, en parte, que muchos no quisieron salir por miedo al Covid-19. 

Los resultados, irreversibles, transmitidos por la presidenta del CNE dio como ganador al Gran Polo patriótico quese identifica a la revolución bolivariana. En democracia, se reconoce y se respeta la voluntad legitima del pueblo, expresada por su voto legitimo. 

Esta elección, a demás de elegir a los 277 diputados, es también un plebiscito que confirma Nicolás Maduro como autentico Presidente de Venezuela.  Hay que recordar que el mismo Nicolás Maduro había anunciado que diera su renuncia como presidente si el voto del pueblo iba a dar la mayoría de su voto a la oposición. Al votar por el Gran Polo patriótico, el pueblo confirma su voluntad de reconocer a Nicolás Maduro como  su único Presidente. 

La actual elección pone a prueba la sinceridad y objetividad del Episcopado venezolano,  como pastores de la Iglesia venezolana. 

En primer lugar, el voto del pueblo, confirma de una vez por todo, la legitimidad de Nicolás Maduro como Presidente de Venezuela. No se podrá mas llamarlo  “anti-democrático” “dictador”, “tiran”, “usurpador” de la Presidencia de Venezuela. Mucha humildad se va necesitar de parte de la CEV para reconocer lo que no quisieron reconocer hasta hoy. 

Pero, antes de todo eso, la CEV, se debe comprometerse en el reconocimiento de los resultados de esta elección, en que habla el pueblo, y respetar la decisión de los Venezolanos y Venezolanas. Esta decisión pone a prueba su sinceridad  y credibilidad en cuanto a democracia y respeto del pueblo. 

No será fácil. Ya estoy seguro que Pompeo, el hombre de Trump, se puso ya en contacto con ellos para que no reconozcan los resultados de esta elección. No hizo esta  declaración sin averiguar, previamente, el apoyo de los obispos venezolanos a su declaración. 

Las puertas están ampliamente abiertas para que los obispos de la CEV digan su verdad ante lo sucedido en Venezuela, este 6 de diciembre 2020. Me permito recordarlos los consejos que el papa Francisco dio a todos los episcopados.

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 Como pastores del Evangelio y del Espíritu de Jesús les toca elegir entre Pompéo (hombre del imperio), la oposición radical (fermentando violencia) y la voluntad del pueblo expresado en este 6 de diciembre.

El tiempo de los discursos manipuladores y engañadores han terminado.  El pueblo de Dios espera de sus pastores: humildad, verdad, solidaridad, amor, compasión y mucho respeto. En cuanto a lo político puede arreglárselo por si mismo. 

Con todo mi respeto en solidaridad con la fe en el Resucitado, nuestro único maestro. No podemos servir dos maestros a la vez. Eso lo saben.