Por un tiempo los pueblos y estados del mundo celebraron la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).  Por fin, las grandes potencias  se subordinaran a una autoridad moral y política, responsable a lo que los estados del mundo respeten y cumplen con la Carta magna de las Naciones unidas. Dentro de esa Carta magna figura el respeto de los derechos humanos de las personas y el derecho de los pueblos a su independencia y soberana.

Lamentablemente, este sueno de un gobierno mundial, designado para asegurar el respeto de los derechos de las personas y de los pueblos, se ve impotente ante Estados dominantes que manean estados y pueblos  como bueno lo entienden.  Es el caso de las distintas formas de intervencionismo que se realizan sin ningún respeto al derecho internacional, tal como lo reconocen las Naciones Unidas. 

Inevitablemente, el Estado potente que mas se destaca, radica en Washington, de donde se impone a donde quiere y de la manera que lo decide. Se coloca por encima del derecho internacional y sus aliados, sometidos, lo acompañan en sus proyectos de desestabilización de gobiernos y de conquistas de estados y de sus riquezas. América latina y Medio Oriente son territorios fértiles para cumplir con sus ambiciones. 

Uno puede reclamar, en vano,  el respeto de sus derechos a Instituciones internacionales, tales la ONU y sus distintos organismos dedicados a promover el respeto del derecho internacional, nada se puede contra este imperio. Es fuerte, no solo con las armas, sino también, con el dinero y la corrupción que le permite ganarse el apoyo de jueces, gobernantes, Iglesias con sus altos dirigentes etc. 

Tenemos el panorama de todo eso al mirar lo que sucede, por ejemplo en Medio Oriente (Irak-Irán-Siria, Libia) y en América latina (Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua).  En todas esas aventuras puede contar sobre sus aliados de la Unión europea, sobre los 20 países del Club de Lima, el cual incluye Canadá. En cuanto al rol de apoyo del Vaticano y de los episcopados al intervencionismo del imperio en América latina, los ejemplos no hacen falta. Donde mas se nota ese apoyo es en Venezuela, en Bolivia y en Nicaragua. En los tres casos, esa parte de la Iglesia se hace complice de acciones que se realizan fuera del derecho internacional.

¿Qué hacer ante la incapacidad  de las Naciones a imponerse al imperio?

Pienso que los pueblos toman consciencia de que la conquista del respeto de sus derechos como personas y pueblos  no vendrá de las Naciones Unidas, tampoco de las iglesias sino de los pueblos movilizados y decididos a recuperar por su cuenta sus verdaderos derechos.  El ejemplo del pueblo de Chile nos habla en este sentido, como es el caso del pueblo de Venezuela que resiste al imperio etc.

Oscar Fortin

26 janvier 2020