Cuidar: lo más valioso

Cuidar: lo más valioso
Cuidar: lo más valioso

Conjugando el verbo cuidar, decía Gandhi: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.”

Hemos empezado a hablar de “ciudades de los cuidados”, subrayando la importancia de cuidar el espacio público y la vida en común, administrar con cuidado, ser sensibles a la vida cotidiana (malestares y bienestares), incorporar y reconocer los cuidados en el sistema productivo. Se busca así la creación y transformación de las ciudades para que sean sostenibles, estén bien peatonalizadas, gestionen bien las energías, los encuentros… y tengan una hospitalidad compasiva para con todos los ciudadanos, con sus eventuales discapacidades.


Tenemos pendiente hacer la “revolución de los cuidados”. Especialmente cuando los cuidados se hacen más difíciles y costosos, como son los de larga duración, debido al aumento de la esperanza de vida y al mayor tiempo en que convivimos con enfermedades degenerativas, crónicas, que limitan y reclaman el cuidado del otro.


Cuidar no es menos que curar, aunque realmente no está precisamente bien pagado. Pagamos más cuando se producen procesos de curación que cuando se sostiene la vida gracias a los cuidados. Es un poco el eco de la fascinación por la tecnología, viejo eco de la sabiduría cristalizada en el mito de Prometeo, como si se tratara de robar a los dioses la capacidad de influir sobre la naturaleza, transformándola. Eh ahí uno de los capítulos más interesantes de reflexión sobre el significado de la humanización en un mundo de gran desarrollo tecnológico.

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