ABURRIR A LAS OVEJAS

A pesar de la buena -buenísima- “prensa sobre todo litúrgica -¡Codero de Dios…¡”-  que tienen las ovejas y alrededores en sus hatos-fincas ganaderas,  las noticias que se generan , dan la impresión  de no ser tan óptimas  para los tiempos  que estamos viviendo. . “Aburrimiento”, aversión o sensación de hartazgo”-   y “rebaño” –“conjunto de personas que se dejan dirigir en sus actos”-  son palabras claves  en la infravaloración  a la que se someten los animalitos, con cencerros o sin ellos, avecindados, criados y recriados,  entre los rediles, con sus orejas agujereadas  para la documentación correspondiente.

¿Pero pueden aburrirse de verdad las ovejas y quienes sepan algo sobre ellas, las conozcan y amen? Según el lenguaje de las parábolas evangélicas, conociendo aunque sea de lejos, las ovejas , es obligado llegar a la conclusión , confirmada por sus cuidadores y expertos –“pastores”-  que los aburridos no son los componentes del rebaño, sino los analfabetos  que ignoran el tono y el ritmo de  sus “bee…bee”, de sus carreras en tal o cual dirección , del destino de sus corderitos, de la simbología litúrgica  o gastronómica que les adscriben, de por vida y muerte -sacrificio-  las culturas o las inculturas .

La dimensión inicial saltarina, y la posterior más sosegada y pensante, el sentido de la comunicación y común unión entre sí, , con sus pastores y perros guardianes y guías, son elementos de singular importancia  en la valoración del rebaño  de ovejas -ellas y ellos, a las que les hiere  en su identidad  ser reconocidas vulgarmente  como “hembras del carnero”, resultándoles preferible  la hipotética consideración de  “descarriada” , en algunos rediles, hasta  de “negra”, por lo del color de su lana…

Y el papa Francisco, que sabe de todo un poco y un mucho, al igual que Jesús, repetidamente tiene presente  a las ovejas con irrefrenables  deseos  pastorales de conocerlas más y de ser identificado y amado  por ellas, tanto o más que por sus pastores, sobre todo cuando ellas no son de su propiedad, sino de alguien, o de alguna sociedad  limitada o por limitar…El papa Francisco  actúa  en su relación pastoril, hasta haber llegado  a estimar   como índice de religiosidad cristiana  el “olor a ovejas”, más -mucho más- que , por supuesto, el olor a incienso, emanación que perciben  los cuerpos  por el sentido del olfato que para no pocos es el único que de por sí es el “olor  de santidad” que debiera prevalecer en los respectivos procesos  de las canonizaciones…

Y tal vez por lo del aburrimiento   poco docto y popular con el que se estigmatiza -marca o señala-  a las ovejas,  el papa Francisco acaba de  pregonarles  a sus pastores -obispos o aspirantes  a serlo-  que, por amor  de Dios , acorten sus prédicas y homilías  litúrgicas o paralitúrgicas, todo lo que puedan y más . Razones para tal “reprimenda” oratoria son muchas. El mismo papa las sufre y padece hasta personalmente. Obispos y curas precisan con urgencia  documentados cursillos que les ayuden  a proclamar la palabra de Dios, sin que el personal, por muy fiel  y adicto que sea y se comporte,  no se aburra, bostece o se duerma…

Faltos de interés la mayoría de los temas, sobrados de fórmulas, ceremonias y ritos .-¿por qué han de predicar siempre los obispos con las mutras puestas¿- , con lenguaje inhóspito e inveterado, no apto para ser interpretado por los jóvenes , silencios absurdos , amenazas de condenación eterna en esta vida y en la otra,  gritos destemplados , sin creerse ellos mismos lo que están diciendo,  repeticiones del  esquema,  causan la sensación de que  cuanto evangelizan no es “palabra de Dios”, sino palabra suya y de los suyos, perdiendo miserablemente tiempo tan sagrado…·

“¡Predícame, padre, que por un oído me entra y por el otro me sale…¡”, sigue siendo de actualidad  vejatoria , sempiterna y creciente

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