CON BÁCULOS, PERO SIN ESPÍRITU SANTO

Aunque tal vez por los adoctrinamientos ético-morales todavía vigentes, de la implacable “no parvedad” de materia en todo lo relativo a la sexualidad, a no pocos les haya parecido “misericordiosa” en exceso la referencia de la reciente revisión del Código de Derecho Canónico en estas cuestiones, al menos es de destacar el dato de que la Iglesia “oficial” haya afrontado ya el tema pendiente, escandaloso para propios y extraños.

 Incorporar el delito del abuso sexual como “crimen contra la dignidad humana” y más en el contexto infantil en el que tan reiteradamente se ha dado, y se da, significa un cambio notable de mentalidad y procedimientos en el orden canónico, y en defensa nefasta y blasfema de la “dignidad” sacerdotal y episcopal, que es lo que mayoritaria e hipócritamente se había pretendido hasta el presente.

¡Bienvenida sea la santa reforma y que a los responsables de su ejecución no “les duelan prendas”, ni escatimen medios para llegar  hasta sus raíces, por profundas y seudo -teológicas que aparenten ser¡

Y es que, comenzando por  el principio, que es como debe ser, la Iglesia en general y bastante más en España, necesita otros obispos. Con los que hemos tendido, y en parte, tenemos, no se podía, ni se puede, hacer otra cosa. De su nombramiento -que no elección- eran previsibles y explicables reacciones y silencios culpables, por acción u omisión, en los ámbitos de sus responsabilidades pastorales, en las que casos como los que lamentamos que superan en número a los que podrían registrarse en otros colectivos de tipo civil y no religioso, como centros de educación- formación o en los propios recintos domésticos de determinadas familias.

Los obispos –“vigilantes” por definición- cerraron los ojos, apretada y conscientemente, y hasta con mascarillas, a las noticias clericales que recibían y de las que a veces hasta tenían referencias explícitas y documentadas, y siguieron comulgando, e impartiendo la comunión, “con ruedas de molinos” al personal -grey- diocesana, pero, por encima de todo, sin percatarse de que buena parte de ella estaban ya de vuelta de todo o de casi todo… ¡Qué asco¡

Por citar uno de los múltiples casos, y con referencias al anterior arzobispo “Primado” de Toledo, en los días anteriores se celebraron actos relativos al proceso penal de uno de sus sacerdotes , cuyo comportamiento no le era ajeno al “Primado”, quien, por otra parte y ante una leve insinuación periodística mía en RD., se limitó infaliblemente y por burofax -nueva fórmula de hacer uso del báculo- a exigirnos una puntualizaciones que no venían al caso, por haber acontecido en otra diócesis que antes de la “Primada” había pastoreado , al igual que hubiera hecho, o consentido, también en otra anterior .

De entre tanto como hay que lamentar en este proceso informativo que estoy refiriendo, me limito a acentuar el dato de que al pueblo de Dios no les llegaron noticias sobre hechos tan putrefactos, por los medios de los “informadores religiosos oficiales” de las respectivas diócesis, sino por otros colegas de la profesión, no expuestos a anatemas y condenas episcopales, en esta vida y aún en la otra.

¡Bienvenidas las reformas del Código de Derecho Canónico y otras tan necesarias, que están por venir, por el bien de la Iglesia y del pueblo y de las que ellas tan solo son un anticipo!. Siguiendo como estamos, la Iglesia de verdad no tiene presente, y menos, futuro.

El mismo Espíritu Santo dejará de prohijarla, si sus procedimientos se homologaran con los que “legalmente” siguen rigiendo…Al Espíritu Santo no lo hace episcopalmente presente y operante el rito, por ceremonioso que sea. Lo hace presente la “santidad” y la “espiritualidad” trinitaria.

¿Para cuando una -o varias- renuncias episcopales, arzobispales o cardenalicias, al tan reciente estilo alemán, en la Iglesia que todavía peregrina también en España, por derroteros más tenebrosos que los marcados por el “padre” río Rhin, con sus 1.232 kilómetros lineales?. El río Tajo recorre, entre España y Portugal, solo 1.007, pero algo es algo y no está mal.

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