BIBLIA Y MUJERES

A la correlación hoy existente entre las mujeres y el clero -“hombres de la Iglesia”-  le hace falta un buen repaso. Bueno, amplio, serio y reparador. Profundo y culto. Con cultura que se dice “general” y con la propia y específica de los santos evangelios. Pienso, no solo en el obispo de Solsona y en el super obispo de París y en casos tan notorios y noticiables., sino en todo el organigrama eclesiástico.

El hecho es de tal gravedad e importancia, que afecta de lleno y frontalmente no al grupo determinado de personas constituido al menos por “la mitad de la humanidad más uno”, sino a la misma institución eclesiástica legislada, canonizada y conformada hasta semi dogmáticamente por varones.

A la Iglesia, sobre todo jerárquica, y en sus cumbres y ramificaciones diversas, le faltan dosis de cultura, ascética y mística, teología, historia, sentido común y cercanía a las realidades que se dicen “temporales”, pero que son, o pueden ser, tanto o más espirituales como las consideradas “religiosas”.

El trato y tratamiento que recibe la mujer, por mujer, en la Iglesia católica, no difiere en nada del propio y específico del de otras religiones “paganas”, de otras Iglesias y de la mayoría de organismos instituciones civiles y por “civilizar” todavía.

Pese a todo y a determinados destellos de regeneración evangélica  que se perciben en las frecuentes, esperanzadoras, y sentidas palabras y gestos del papa Francisco, el camino a recorrer es largo y dificultoso. En todos sus trayectos faltan profetas y no sobran, sino todo lo contrario, “profetisas”. Unos y otras tienen mala fama y son denostados jerárquicamente, con los rituales litúrgicos y el Código de Derecho Canónico en la mano.

Y es que el tema en cuestión, como tantos otros de vibrante y significativa actualidad, está extremadamente falto de Sagrada Escritura. Los “Libros Sagrados”, con reverencial mención para los evangelios, brillan por su ausencia, o carecen de interpretaciones doctrinales inspiradas en ellos, a cambio y “por obra y gracia” de interpretaciones manipuladas por “santos varones”, la “mujer perfecta”, casada o no, habrá de vivir enclaustrada a perpetuidad, en sus tareas domésticas, con la “pata quebrada” y sumisa siempre y  en todo al varón, y más si este es “hombre de Iglesia”.

Consciente de la gravedad radical del problema de la falta desoladora de cultura bíblica, la editorial “San Pablo” ha puesto en circulación bibliográfica  la colección “Mujeres bíblicas”, de la que hoy por hoy, destaco tres de sus más recientes títulos: “La mujer que tocó a Jesús”, “Las mujeres de la genealogía de Jesús”, y “Agar en ti”. Sus autoras, por este orden, son Elisa Estévez López, Estela Aldave y Pilar Yuste Cabello, expertas doctrinalmente en los temas y avaladas todas ellas con títulos universitarios en Ciencias Sagradas y en las de la experiencia también, profesorales, sin “Nihil Obstat” canónicos y con el “placet” de múltiples lectores y lectoras.

Son libros bellamente ilustrados y legibles, de no más de 70 páginas “per cápita”, documentados y con ilustraciones, de portada e interiores, ciertamente atractivas.  

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