“¡CUAN LARGO ME LO FIAIS ¡”.(Carta a Xavier Pikaza)


Sigo con devoto interés y asiduidad amistosa las siempre valiosas, doctas y ponderadas reflexiones de Xavier Pikaza en nuestra RD., y en relación con sus penúltimos presagios acerca del futuro que le espera al “tipo de Iglesia” que nos ha correspondido vivir en la actualidad, me animo a redactar este artículo netamente periodístico. Con los títulos universitarios justos -licenciatura en Teología por la UPSA, y Medios de comunicación por la “Complutense”-, pero además en calidad de currante en diversidad y en distintos niveles, profesionales, en tiempos muy “recios”, me considero medianamente apto –“aprobado”- como para responsabilizarme plenamente de su contenido. El añadido de diversos “mónitums” canónicos, y el exilio habitual del gremio – cofradía “oficial” de informadores “religiosos”, puede no ser mérito, pero tampoco demérito. La docencia, y más si es decencia a su vez, es y se ejerce con tanto o mayor sentido de Iglesia, clerical o no, desde la “discencia.”

Pikaza asegura que, tal y como está hoy la Iglesia, el prototipo encarnado y presentado por la jerarquía y parte del laicado obediente y sumiso, podrá resistir solo, o aún, al menos, de cien a ciento cincuenta años…Yo creo, no obstante, que son demasiados años, con el convencimiento añadido de que los años -estos y los por venir- no son años de 365 días, sino siglos… El tiempo, y más si es administrado por Dios, carece de días y estos no coinciden con los referidos en los calendarios civiles, ni tampoco eclesiásticos, con sus correspondientes sábados y domingos…

¿Pero se puede catalogar como “Iglesia”, o “tipo de Iglesia”, a la institución de la que tantos se sirvieron y sirven,y no precisamente por motivos religiosos”, con mención preferente para los estamentos jerárquicos? Con las manos sobre los evangelios y el resto de los Libros Sagrados , de cuya interpretación es tan experto e intérprete fiel nuestro interlocutor, ¿ es posible seguir llamando Iglesia a la Iglesia , no solo ahora, sino en tantas y largas etapas, personas, organismos, colectivos, acontecimientos, procedimientos y hasta determinada ideas, lógicamente siempre con las santas y debidas excepciones?

Citando un ejemplo reciente, encarnado nada menos que en la mujer, ¿es posible que se haya convertido en noticia el hecho de que, por fin, el papa Francisco decidiera “canonizar” a las mujeres- monaguillas, habiendo sido indispensable para ello tener que modificar el Código de Derecho Canónico? ¿Cómo se explica que a estas alturas del desarrollo democrático y de tantas y dramáticas luchas por la igualdad de la mujer, que la Iglesia -Nuestra Santa Madre la Iglesia, católica, apostólica y romana-, considere y trate a la mujer como sub-persona, o un ser humano, pero de tercera división y clase?

¿Sería congruente pensar que a este tipo de Iglesia que patronea y santifica comportamientos similares, todavía le quedan de cien a ciento cincuenta años de actividad, vida y vigencia sobre la haz de la tierra, articulándose además, que así lo quiso, y lo sigue queriendo, Jesús, y no las rutinas, y la pigricia -modorra- de los administradores de institución tan sacrosanta y salvadora?. Con tales antecedentes, ¿podrán las mujeres aspirar a ser, pertenecer y ejercer de Iglesia, y más de la que está definida recientemente con los atributos esenciales de “en salida” y de “sinodal”, viendo, palpando y sufriendo las consecuencias de la diversidad de trato y marginación, con la que el hombre, por varón, es jerárquicamente obsequiado?

En este contexto de valoraciones eclesiológicas más o menos “imprudentes”, caben también los santos optimismos, pero sin olvidar de ninguna manera que día a día, los medios de comunicación nos saldrán al paso, con datos y comprobaciones hasta judicialmente sancionadas, de no pocas corrupciones entre los mismos miembros de le jerarquía y sus allegados más “ejemplares”.

¿Qué razón tiene hoy este “tipo de Iglesia” en la que el evangelio y el mismo Jesús, exiliados y sin capacidad de ser y ejercer de plena referencia ético-moral, para los de dentro y los de fuera de la institución? ¿Evangelizan o “desevangelizan”, los ornamentos sagrados, los títulos, no pocas liturgia, mitras y báculos, colorines, mansiones palaciegas episcopales, riquezas y “bienes y lugares sagrados”, de modo similar a como lo hacen los escándalos patroneados eclesiásticamente?

Mis plácemes y complacencias más veraces y honestas para Xavier Pikaza y otros como él, amantes de la auténtica Iglesia de Jesús, en cuya reforma invierten, por la gracia de Dios, por convencimiento y con conocimiento, su tiempo, sabiduría, ciencia y conciencia.

Volver arriba