MASTER PARA OBISPOS

Pese a que algunos master –“curso especializado en determinadas materias, generalmente dirigidos a los licenciados”- tengan mala prensa , por parte de ellos y ellas, su eficacia y rentabilidad profesional están fuera de dudas y hoy se valoran académicamente y como corresponde. Respecto a los señores obispos hay que aseverar que los master son, de por sí, esenciales en el organigrama teológico- pastoral de la Iglesia. Y también en el administrativo. Para muchos, ellos –los obispos- son Iglesia. La Iglesia de verdad y única. El resto –clérigos y laicos- , a lo más que llegamos es a “pertenecer” a la Iglesia. La palabra de los obispos es siempre “palabra de Dios” La frase “lo dice” o “lo ha dicho” la Iglesia, exige la interpretación válida de identificación con la palabra episcopal, que para muchos –la mayoría- de los cristianos de a pié es, o aspira a ser, “dogma de fe”. Reflexionar sobre los obispos es tarea ineludible de todos los cristianos que son, o quieren ser, y ejercer, conscientemente de Iglesia.

. Aspirar a obispo, en el contexto de la mal llamada “carrera eclesiástica”, no es malo. Es bueno. Así lo dejó escrito el mismísimo apóstol san Pablo, experto en la organización de la Iglesia desde sus inicios. Pero, como todo en la vida, con inclusión de san Pablo y de la Iglesia, uno y otra precisa reforma. Sin esta, los dos dejarían de cumplir con su compromiso.

. Tal reforma demanda a grito abierto la revisión de los nombramientos episcopales, desde el convencimiento, y la aspiración, de que, de donde estén desterrados los procedimientos que no sean democráticos, el Espíritu Santo no podrá suplir las deficiencias necesariamente existentes.

. Hoy por hoy, el “iter” seguido en la selección de los episcopables, es mejorable. Manifiestamente mejorable. Carece de viabilidad y apenas si resulta ser humano, cívico y cristiano. Los “vicios” –“costumbre, gusto o necesidad censurable especialmente en sentido moral”,- campean a sus anchas por los episcopologios, con la incongruencia impiadosa de hacer responsable de ella al Espíritu Santo. Tal afirmación ronda la frontera del ultraje contra Dios y contra lo sagrado y, para algunos, es –sería- afirmación anti- eclesial y ani- eclesiástica.

. Los ejemplos de obispos que no debieran haber llegado a serlo hoy en España, son muchos. Los noticiarios, tanto civiles como religiosos, de cada día, lo proclaman con informaciones que escandalizan a propios y a extraños, con deshonor y vergüenza barriobajera. Es tan notoria esta evidencia, que me ahorro destacar su gravedad y recuento.

. Y es que, en donde no hay democracia –y aún habiéndola-, los compromisos, las recomendaciones, los intereses personales o de grupos – y más si se califican como “religiosos”- (por lo que no se dude a poner a Dios por testigo), las puertas están abiertas a las corrupciones y a los sobornos, sin paliativos de ninguna clase, y además, con la conciencia tranquila…

. Como no se nace ya obispo, y ni el bautismo ni la ordenación sacerdotal presupone el ejercicio del ministerio episcopal, la creación, matriculación y aprobación “cum laude” para el ejercicio en su día, de oficio diocesano tan sagrado, es de obligado cumplimiento, siempre para el mejor servicio del pueblo y adoración del Dios verdadero. Sin este, jamás se podría formar parte de la Conferencia Episcopal Española, o de cualquier otro país.

. ¿Asignaturas del master de referencia?. Como una de las características más determinantes de la pertenencia “oficial” y oficiosa a la Iglesia es la clericalización, a la que el papa Francisco “agasaja” y “obsequia” con tan merecidísimas descalificaciones, el programa de las disciplinas a impartir no podría oler a incienso. El perfume del que tanto se abusa en las ceremonias, y que se percibe y aprecia como “olor de santidad” canónicamente, no siempre es sagrado. Frecuentemente ni lo fue. “Desclaricalizar” temas, asignaturas y comportamientos es misión evangélica y, por tanto, tarea y empeño indispensables para ser obispo.

. Idéntica norma se respetará en relación con los protocolos litúrgicos y canónicos , con los ornamentos, prédicas, titulitis, mansiones palaciegas y privilegios de cualquier orden, de las que jamás se hayan eco amistoso los santos evangelios, lo que equivale a decir que, nada de nada, de los portadores de ventajas, beneficios o derechos especiales ni ante Dios ni ante el mundo.

. La selección del profesorado de los master para los obispos, es tarea fácil y poco o nada costosa respecto a las nóminas. Es asequible y barata. De entre los “profesores” destacarán los expertos en educación –catedráticos y maestros de reconocida reputación y solvencia-, amas de casa, administradores doctos e indoctos y todos ellos doctorados en sentido común, en lógica y en relaciones sociales, procedentes de las llamadas “clases sociales medias”, creyentes o aspirantes a serlo comprometidamente, humildes, pecadores y pecadoras, y que, en general, en la balanza del machismo.-feminismo no pesen más ni unos ni otras, por su condición de varones o hembras.

.¡Que Dios reparta suerte¡ Y que quienes se inscriban en tales master, y aún en los Ejercicios Espirituales Ignacianos, lo hagan con la única intención de servir al pueblo y, por esto, convertirse en adoradores de Dios. Quede constancia de que, de otros países se exportarán a la Conferencia Episcopal, sin dejar de reseñar que, por ejemplo, a la Española le vendría religiosamente bien las aportaciones sobre todo de algunos obispos hispanoamericanos duchos en eso de la Teología de la Liberación.

NOTA: Efectuado algún master similar al aquí diseñado, es posible que el “niñato” –sí, “niñato”- actual obispo de Solsona, no hubiera llegado eclesiásticamente “tan alto” si sus colegas en el Seminario hubieran informado a tiempo de sus alardes personales de que “soy y prefiero ser catalán mucho antes que cristiano”.
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