OBISPOS Y TELE-TRABAJO

Palabras e ideas relacionadas con el trabajo –“realización de una actividad o de un oficio”- alcanzan dimensiones incuestionablemente religiosas, por “divinas” y, a la vez, por “humanas”. Diríase que, hasta monástica, con la fórmula  canonizada y canonizadora de la Regla de san Benito. Y es que el trabajo –“ora et labora” de por sí,- es la actividad creadora de Dios en su origen y en la pervivencia en el tiempo y en el espacio por parte de los seres humanos, con el firme convencimiento además de que con el mismo, tanto personal como colectivamente , se le rinde a Dios el culto debido , si el servicio a los demás se hubiera hecho presente y activo.

El trabajo es creación y re-creación. Por él, se contribuye a reafirmar , ampliar, y aplicar los beneficios que le comporta a la comunidad en la pluralidad de sus correspondientes esferas. El trabajo define interna y externamente a las personas, gremios, grupos sindicales y patronales, laborales y profesionales, hasta por sus propios “trajes de faena”, con la comprensible excepción, por ahora, del llamado “tele-trabajo”.

Los tiempos cambian y las diferencias entre los trajes, y más los de “faena”, pasaron ya a la historia, con todas sus ventajas y leves desventajas. De entre las primeras destacan las relacionadas con signos, y aditamentos, antes propios y específicos de esclavos o “mandados” , y que en la actualidad resultan tan solo del gusto y la satisfacción de anticuarios y coleccionistas, con el rótulo  en sus tiendas, de “trajes de faenas”.

Capítulos de singular relevancia merecen los relacionados con los trajes-uniformes de los militares y, en nuestro caso, en exclusiva, con los clérigos y relacionados con ellos, en la rica pluralidad de sus ámbitos, esferas y suntuosidades.

Y en cierta ocasión, y con la mejor de las intenciones, eché a correr mi imaginación con preguntas a los “fieles” de cual sería para ellos y ellas, el “traje de faena” de los obispos que habría de ser – o haber sido- el más usado en su “ora et labora”, del desarrollo de su ministerio en su misión diocesana episcopal., y más concretamente en el contexto de “Iglesia sinodal”, preceptuado por el papa Francisco como forma única y verdadera, según lo inspirado en el santo Evangelio.

¿Para cuantos y cuantas el trabajo-faena de los obispos es, y será, no otro que el que “mandan los cánones” en las solemnidades litúrgicas?. ¿Para cuantos y cuantas tales vestiduras -ornamentos sagrados- definirán su misión en la Iglesia ,como sucesores de los Apóstoles, tal y como enfáticamente exigen ser reconocidos, con caracteres de semi-dogma de fe? ¿Es más o menos el obispo por serlo sobre todo “vigilantes y cuidadores” de la fe y de quienes la predican y evangelizan?

¿Para cuantos y cuantas tales vestiduras son, o fueron, “trajes de faena”, para inauguraciones religiosas, pero profanas, bendiciones de sucursales bancarias -y sedes principales-, establecimientos comerciales, grandes almacenes y también procesiones, e inauguraciones de obras e instituciones culturales o de ocio, con mitras o sin ellas?. ¿Será, o debiera ser, tal traje, , el mismo de las “tomas de posesión” de sus cátedras -catedrales-, o el de las solemnísimas “entronizaciones”, tal y como referirán los cronistas de los informadores “religiosos”?

El traje de faena episcopal no será pronto el confeccionado en exclusiva por las “tiendas del ramo”, tradicionales y de toda la vida, normalmente a cargo de monjas –“siervas de Dios” y de sus representantes en la tierra. El traje de faena episcopal será bien pronto, el normal de una persona -él o ella- al servicio del pueblo, que es lo que importa.

La liturgia se excede revistiendo a los obispos demasiadamente elegantes, guapos, intangibles y ceremoniosos. Esto, además de pecado, es una necedad y un despropósito.

Por mucha y muy deteriorada imaginación “piadosa” que se tenga, ¿Quién en su sano juicio se atrevería a revestir hoy cualquier imagen de Jesús, con “capa magna”, de seis metros de larga -según lo establecido cardenaliciamente- y con sus bien marcados colorines? ¿Escandalizaría tal atrevimiento iconográfico o pictórico, al personal, de modo similar al recientemente acontecido con una imagen de la Santísima Virgen María?

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