SEGURA DE LEÓN ¿PUEBLO SANTO?

Tal y como se están poniendo las cosas, y aún desde perspectivas recomendablemente turísticas, aplicar el término “santo” a una ciudad o a un pueblo, tiene sus riesgos. En esta ocasión, y por tratarse del lugar de mi nacimiento, me limito a relatar asépticamente datos y apreciaciones que con dificultad reflejan los organismos oficiales, del signo que sean.

El pueblo extremeño detenta la larga condición de levítico y de religioso, con sólidos y victoriosos argumentos semánticos –“SEG”-. Su administrativa historia sagrada –“de León”-se enraíza en su pertenencia a la Mancomunidad de Tentudía, con específicas remembranzas a la batalla que en el monte e inmediaciones del santuario dedicado a la Virgen, con la advocación de “Detén tu Día”, librara el Gran Maestre de la Orden Militar de Santiago, don Pelaio Pérez Correia, para asestar los definitivos espadazos a los moros, aprovechando los últimas claridades del día, en la táctica trazada por Fernando III “El Santo”, para la conquista- reconquista de Sevilla.

. Los accesos al pueblo son de peregrinación en sus últimos trayectos y estaciones. El puerto de la “Tora”, y la finca de la “Menora”, con remembranzas judías, son referencias piadosas. También lo son el puerto de la Cruz y el Cerro de San Blas, después de visto y admirado el blanco santuario de la Virgen de Flores. Por su término municipal recorren los peregrinos santiaguistas diversos ramales onubenses de la Ruta o Vía de la Plata hasta su conexión segedana con el Camino Mozárabe. Los perfiles del conjunto urbano son testimonialmente piadosos, formados sobre todo por el “Santo de la Piedra Gorda”, colosal monumento erigido en honor del Sagrado Corazón de Jesús, campanario de la iglesia parroquial, y espadaña –campanario del desamortizado convento de las Monjas de la Limpìa Concepción –hoy iglesia de Fátima-, soberbio y bien plantado castillo, sede de los jerifaltes feudales de la Orden Militar de Santiago, así como algunos líneas blancas de la ermita y hospital de San Roque.

. Las campanas, con el inconfundible y veraz toque de sus voces, siguen marcando sus ritmos a la comunidad segureña, tanto religiosa, como convivencial, social o civil. Sus palabras de bronce se hacen presentes como otros tantos mensajes evangelizadores a las misas, agonías-entierros de niños y adultos, acontecimientos festivos y hasta cuando el cura de los pueblos vecinos establece el horario para las confesiones de quienes, por aquello de salvaguardar el sigilo sacramental, esperan su turno…

. Arroyos de laboriosos sudores regaron propiedades, fincas y cortijos del legado, ex -legado, eclesiástico, con denominaciones vigentes en el Registro de la Propiedad y en el Catastro, como las del Veinticuatro, Matamoros, El Morito, la Vicaría, el cerro de las Ánimas, las casas y “suertes” del Cura, la Orden, cortijos del Padre Jacinto y de san Antonio, el cerro de la Horca, Fuentebernardo, huerta del Cristo…A no pocas calles, quizás en demasía, rotulan nombres clericales de sacerdotes, con símbolos, historias y recuerdos abiertamente religiosos. La Casa de la Inquisición y la del Gobernador, de infeliz y extraña enajenación, acumulan en grandes proporciones, añoranzas de procedimientos y estilos, que exactamente por eclesiásticos, hubieran sido más justos y sociales.

. En el pueblo de esta reflexión y visita turística y pastoral, al igual que en tantos otros, abundan las cruces. En cada una de las puertas de la iglesia parroquial destacan otras tantas de noble granito, a las que es preciso añadir la de la calle de san Francisco erigida “a la entrada del siglo” y, cortos pasos después, el inicio de las estaciones del Vía Crucis que concluye en el santuario del Cristo de la Reja. La reconversión de uno de los caminos ecológicos más preciados de la Mancomunidad de Tentudía en Via Crucis, es explicable que a no todos los fieles les parezca cristiano de verdad en el contexto de alegría y esperanza en la resurrección, característicamente eclesial y evangélico. La cruz, lo mismo puede ser y es, signo de redención y de vida, que de fracaso y de muerte. Los “Vías Crucis” -su teología y su pastoral-, demandan planteamientos catequéticos renovados y renovadores. Adelantarse a los mismos, podría ahorrar inútiles y peligrosos dolores de cabeza.

. Segura de León es pueblo y referencia intensamente festiva. Lenguas “de doble filo” aseguran que las fechas en rojo de los calendarios casi se equiparan ya con las pintadas en negro de los días laborales, expresadas además gramaticalmente en plural como los “sanroques”, los “cristos”, los “sanfranciscos”, los “carnavales”…, con sus correspondientes quinarios, novenarios, triduos, septenarios y sus inexcusables octavas. Destacan -¡ y de qué modo¡- las fiestas de las Capeas, coincidentes con las del Cristo de la Reja, de raigambre cultural y devoción misteriosamente religiosas. En el ordenamiento festivo, la “cultura del chiringuito” – amistad, colaboración, alegría, participación y puertas abiertas a buena parte del forasterío-, es valor convivencial, santo y meritorio.

. Fiestas y modos y formas de vivir y expresarse por esos pueblos de Dios, pierden hoy sus tradicionales “pasos”, procesiones, cánticos, letanías y “ramos”, por exigencias del “secularismo imperante”, pero esta circunstancia y dato no tienen por qué interpretarse como irreligiosos, profanos o anticlericales, sino todo lo contrario…Las campanas parroquiales repican el “ángelus” y yo aprovecho esta devota oportunidad para colocarle el punto y aparte a estas reflexiones, no sin antes tener un purificador y limpio recuerdo para el agua de las fuentes de “Santa María” y del “Caño” con las que fuimos bautizados tantos segureños, y se cocinaron en tiempos pretéritos las parcas y “pordioseadas” viandas de la feligresía.

. Tan singular y sacrosanta oferta turístico- religiosa popular la completan elementos tales como los sabores y olores de los productos de sus cerdos “abellotados” en las dehesas , el paisaje y el clima, el tesoro de la Sierra de la Martela, las Casas Consistoriales- Ayuntamiento, Plaza Mayor y arquerías, aljama y judería, molinos de agua, la letanía de sus fuentes, iglesia parroquial con sus vasos sagrados de procedencia americana, órgano, lienzo de san Bartolomé , firmado por Juan Valdés Leal, ermita de Nuestra Señora de las Angustias, convento franciscano de San Benito y santuario del Cristo de la Reja y su claustro, ermita de la Virgen de los Remedios y su excelente retablo barroco y Casa de la Cultura con exposición permanente de cuadros y dibujos de reconocidos artistas nacionales.
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