Santos Si, Pero Menos

El término “santo” precisa reflexión y limpieza en la teología y en la liturgia de la Iglesia. Tal vez la causa sea el hecho de que la palabra “santo” es una de las que más acepciones posee en los diccionarios.

. A cristianos, y a no cristianos, les dedica la Iglesia nada menos que una festividad, que es conocida como “Día de todos los santos”, con la intención de hacer presente en la misma el recuerdo de todos.

. Los procesos de beatificaciones- canonizaciones que se les hace recorrer a determinados santos y santas, no siempre responden a motivaciones de enaltecimiento ejemplar de sus vidas y de su mediación ante Dios. No son pocos los que, de alguna manera, aunque con todo rigor y disciplina canónica, Órdenes, Congregaciones religiosas y pueblos o ciudades, hicieron toda clase d esfuerzos para poder contar en sus calendarios festivos con las referencias de las “vidas y milagros” de vecinos y miembros de sus respectivas comunidades religiosas, “ascendidos al honor de los altares”.

. En no pocos casos urge la “des- santificación” de conceptos tales como “santa” Inquisición, “santo” Oficio, “santa Curia romana”, “santísima” voluntad, quedarse para vestir “santos”, desnudar a un “santo” para vestir a otro, írsele a uno el “santo” al cielo,, guerra “santa”, palo “santo”, y tantas otras expresiones sin contenido religioso alguno, sino todo lo contario, “Tomar el nombre de Dios, y de sus santos, en vano” está catalogado como grave pecado.

. Quienes de verdad deberían declarar “santos” a los santos, habría de ser el Pueblo de Dios. Del mismo habría de proceder tal proclamación. Y es que el pueblo-pueblo tiene siempre razón, tanto o más que puedan tenerla los responsables de las “causa de los santos”.

. Los `procesos canónicos llevan consigo gastos cuantiosos, que los mismos santos de verdad juzgarían estériles e irrespetuosos. Convertidos los gastos en obras de caridad, hasta se contribuiría a hacer santos aún a los interesados en canonizarlos.

. La selección de los aspirantes a la canonización no siempre se efectúa por motivaciones estrictamente sagradas o religiosas. En frecuentes ocasiones, estas no tienen mucho que ver con la santidad verdadera y sí con gestos y gestiones que se dicen “divinales”.

. Hay canonizaciones que parecen pactadas, como en los casos de los Papas y de los fundadores/as de Órdenes religiosas. El de los milagros es capítulo necesitado de profundas reflexiones.

. En vísperas de canonizaciones masivas en la Iglesia española, son muchos los que piensan que hubiera sido preferible dejarlas inéditas. Los intitulados “mártires” por la paz y la reconciliación, estarían en desacuerdo con que su memoria, testimonio y canonización “oficial” pudieran contribuir a escindir aún más la sociedad española. Aunque canónica y eclesiásticamente sean legítimas y, según algunos, hasta procedentes, esas canonizaciones, otros están convencidos de que ahorrarles a nuestra sociedad motivos de enfrentamientos y escisión de la común unión, que tantos sacrificios ha costado fraguar y mantener, siempre expuesta a nuevas rupturas.

. Sería lamentable que el bien, o los bienes, que religiosamente pudieran reportar las referidas canonizaciones, tuvieran efectos contrarios. Abrir los ojos a estas contingencias es un principio de sabiduría, y más en tiempos como de confrontaciones como los actuales.

. Revisar el Año Cristiano, depurándolo de “santidades” ficticias o interesadas, con el propósito de enmienda de evitar casos similares, será tarea principal del bendito Papa Francisco.
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