Vocación y Bocación

Vocación” significa “llamada de Dios para el estado religioso”.. “Bocación”, con grafías similares, podría legítimamente hacer referencia a “bocado”, “bocadillo” o “bocata” y, en general, a las “viandas indispensables para mantenerse en la vida”.

Y el hecho histórico es que , en los llamados “años del hambre”, posteriores a la guerra civil española, , por esos pueblos de Dios solían hacer fervorosos y salvadores actos de presencia sacerdotes y religiosos , cuya tarea pastoral era precisamente la de “recolectar vocaciones” para seminarios y noviciados. La imposibilidad del acceso en los medios rurales a toda clase estudios, así como las necesidades familiares fueron en multitud de ocasiones explicaciones concluyentes para confundir los términos “vocación” con “bocación”. Los ejemplos perduran todavía en los ámbitos clericales, pese a las más que explicables “defecciones”. Hubo también obispos con “bocación” más que con “vocación” sacerdotal.

. Sin ofender a nadie, - ni a personas ni a instituciones- , y teniendo en cuenta circunstancias y situaciones, es justo reconocer que el número de vocaciones,- vocaciones fue generosamente superado por el de vocaciones-“bocaciones”. Familias numerosas, adoctrinadas por misioneros/as pletóricas de buena voluntad, y con la mejor de las intenciones, descubrían en las palabras de los enviados del cielo las soluciones precisas para asegurar el futuro de los “vocacionados” y el de sus padres, hermanos y hermanas. Aunque a algunos pudiera parecerles exagerada, y fuera de lugar esta apreciación, multitud de casos lo corroboran y demuestran.

. A la luz de principios básicos procedentes de la teología, la pastoral y la psicología – de entonces y de ahora-, las consecuencias a las que conducen el estudio, el análisis y la reflexión sobre los hechos son ciertamente espectaculares. De entre ellas emerge el convencimiento de que una parte importante del ministerio y de la acción pastoral en la Iglesia –también la jerárquica- estuvo y está administrada por personas tanto o más “bocacionadas” que vocacionadas, entre las que se da por supuesto que el “carrerismo” eclesiástico no podría hallarse demasiado lejano.

. De entre las circunstancias y datos que a algunos comentaristas les llaman más la atención, se acentúa el hecho de que, a punto ya volver a comparecer en España “los años del hambre”, con la redundante carga de circunstancias adversas, la Iglesia como “carrera”, situación social y, en parte, económica, no se esté distinguiendo como accesible tentación para contribuir a solucionar, o paliar, el paro laboral que tanto martiriza en la actualidad. En la mayoría de sus estamentos y grados socio-laborales sobran candidatos, y no obstante, en los eclesiásticos se registran mermas e insuficiencias, que hasta hacen peligrar su propia existencia.

. Son muchas y complejas las interpretaciones, tanto positivas como negativas, que aportan los expertos. El poco aprecio, la desestima y la indiferencia entre los jóvenes a todo lo que se relacione con lo religioso, y más con lo eclesiástico, les aleja de cualquier posibilidad de relacionarse, aún “bocacionalmente”, con la Iglesia, como “empresa”. La imagen que están percibiendo en los últimos años de la Iglesia no les resulta tan convincentemente atractiva como para dedicarse ni de por vida, ni eventualmente, a prestarle sus servicios.

. Otros –muy pocos- explican el hecho reseñando que el idealismo de la juventud, o de parte de ella, es tan inalcanzable , que los valores espirituales que, al menos teóricamente les son asignados a las instituciones religiosas, en la práctica son siempre frustrantes.

. De todas maneras, y dada la gravedad del tema, cerradas tan escandalosamente las puertas de la actividad laboral a la juventud, y con tantas carencias familiares, resulta desconcertante que seminarios y noviciados se encuentren vacíos y en vísperas de tener que clausurarse.
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