Costumbres medievales

He tenido tiempo en estas vacaciones navideñas para leer una historia del medioevo, una época que me fascina por lo desconocida y por los cambios, tanto religiosos como sociológicos, que se dieron en su seno

            Una costumbre de esos tiempos era el matrimonio en la niñez de los hijos de reyes y nobles cuya unión no se llevaba a cabo de hecho hasta la adolescencia, pero me sorprendió el caso de Santa Isabel de Hungría. Nacida hija del rey de Hungría, Andrés II, en 1207 se convirtió en una prenda muy deseada pues su padre era muy rico y eso generaba, en los posibles contrayentes, ilusiones de una dote generosa. La riqueza de este reino venía de la existencia de unas minas de oro en el país y de los frecuentes saqueos que hicieron otros monarcas anteriores, especialmente en monasterios ricamente dotados donde los monjes no ofrecían resistencia

            Una hermana anterior a Isabel, María, se había casado con el rey de Bulgaria con la intención de afianzar la frontera oriental del reino. Después de nuestra protagonista había venido al mundo un varón, Bela, que aseguraba un futuro gobierno en la familia. Con estos antecedentes y una madre de ascendencia alemana, la reina Gertrudis, era la hora de buscar en el mercado un marido influyente, esta vez en el oeste para tener ambos flancos del país cubiertos. La puja fue grande y la ganó Hermann, landgrave de Thuringia, para su hijo Luis unos años mayor que Isabel

            Antes de cumplir la niña los cuatro años, el futuro suegro mandó una embajada, con cuantiosos regalos para los monarcas húngaros, el mandato de que acordaran los términos del enlace y llevarse a la niña. Para que el viaje fuera seguro contaban con una escolta de numerosos soldados y todo lo necesario para que Isabel no careciera de nada. La reina Gertrudis, ansiosa por presumir ante los extranjeros de los tesoros de su reino, proveyó a su hija de un gran ajuar: sedas, brocados, joyas y una bañera de plata que fue muy comentada por lo inusual ya que la época no era muy aficionada al agua. En la comitiva iban dos sacerdotes que se encargarían de mantener la fe de la niña y su idioma natal, señoras de compañía, caballeros y sirvientes

            El viaje duró semanas ya que tuvieron que hacer muchos saltos en el camino porque las carreteras no estaban en buen estado y las carretas, tan cargadas, iban lentas. Isabel estaba feliz viendo tantos paisajes distintos y viajeros diversos con los que se cruzaban. Los campesinos salían a contemplar la triunfante caravana pues en su vida habían visto tantas riquezas juntas. La niña no volvió a ver a su madre que fue asesinada poco después y a su padre una única vez. La verdad es que la vida de las mujeres ha sido muy dura pues servían como intereses de cambio y nadie les preguntaba su opinión

            En la frontera con Thuringia la recibió su futura suegra Sofía y el que iba a ser su esposo, Luis, un chico de 11 años alto y rubio que contrastaba con la tez más oscura de su novia. Mis lectores se preguntarán si se casaron, comieron perdices y fueron felices, pero como en las series televisivas en el próximo blog continuará la saga

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