Halloween y difuntos

Pongo en el titulo de este blog el nombre de Halloween en primera instancia porque se celebra antes en el calendario aunque para mí entre las dos no hay color. Eso sí, no me parece oportuno criticar la fiesta de Halloween que es anodina y supone un momento en el que las personas, sobre todo jóvenes y niños, se divierten disfrazándose. Es cierto que escogen figuras terroríficas, pero es que este festejo de origen celta en el inicio, era para asustar a los fantasmas para lo que se organizaban también grandes fogatas en cuyo entorno se bailaba. Aunque con la celebración de difuntos, que se celebra dos días más tarde, comparten símbolos, como las calaveras, no tienen nada que ver

Encontramos homenajes a los difuntos en todas las culturas como manera de traer a la vida la memoria de los seres queridos que nos han abandonado. En la antigua Roma las familias acudían a los cementerios llevando comida que compartían con sus deudos y la forma de que ellos pudieran participar era metiendo en las tumbas un tubo por el que se introducían líquidos. Es muy curioso porque nuestra palabra refrigerio, refrigerium, que significa refrescar en el sentido de matar el hambre por una comida, pero también incluye paz y descanso, viene de esta costumbre. En España ya no se lleva comida a los cementerios, sino que recordamos a nuestras personas queridas con flores

Donde se mantiene es especialmente la costumbre es en México, aunque también en otros países de América Latina, donde se han unido los festivales aztecas a las celebraciones cristianas. El día de difuntos se hacen ofrendas a los muertos de la familia que se componen de comida, la propia de cada región, adornada con crisantemos, como manera de facilitar el camino hacia el cielo, y de calaveras. Hay un denominador común en todas las provincias mexicanas que es el pan de muertos, un pan que se hace con una masa enriquecida con mantequilla o margarina a la que se añade la cáscara de una naranja, un poco de anís y semillas de sésamo. Se hornea en forma de bola y se adorna con huesos de mentira y calaveritas hechas con la misma masa. Con frecuencia se espolvorea con azúcar

Para la celebración se hace un altarcito en cada vivienda donde se coloca el pan, fotos y recuerdos de las personas de la familia que ya no están con nosotros como manera de expresar que, entre sus deudos, no han caído en el olvido. Para algunos resulta una costumbre sorprendente, aunque en nuestro país las pastelerías nos ofrecen huesos de santo o buñuelos, que tienen un origen semejante.

Me gusta esta fiesta, una forma festiva para recordar la memoria de las personas queridas. Es mucho más bonita que Halloween, pero de nada sirve comparar las dos, ya que la primera se ha instalado entre la gente joven para quedarse y la segunda se va perdiendo en una civilización que da la espalda a la muerte

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