Thanksgiving

El jueves pasado se celebró la cena de Thanksgiving en muchos hogares de los Estados Unidos, Canadá e incluso México. Muchos americanos que residen en diferentes partes del mundo también se unieron a la celebración.

Esta fiesta, en su origen, era para dar gracias a Dios por la recogida de las cosechas, una liturgia que se hace en muchas religiones. En los Estados Unidos se recuerda un evento, sucedido el 4 de diciembre de 1619, en el que 39 migrantes llegados en el barco Margaret a las costas de Virginia declararon al desembarcar que estarían perpetuamente agradecidos a Dios y que mantendrían este día como fiesta nacional. Dos años después en 1621 tras una espléndida cosecha, 53 inmigrantes europeos más 50 indios de las tribus Wampanoags y Patuxet, que les habían ayudado durante el invierno, se reunieron para agradecer a sus respectivos dioses el buen año. No hay unanimidad entre los historiadores en esa fecha inicial

Lo que está claro es que el presidente George Washington proclamó el día 26 de noviembre de 1789 fiesta nacional con la obligación de dedicar ese tiempo a rezar y dar gracias a Dios por todos los favores recibidos a la vez que pedir perdón por las transgresiones cometidas. En nuestros días la fecha de la celebración es el cuarto viernes de noviembre. En 1860 el presidente Lincoln ratificó esta fiesta

Todos los miembros de las familias intentan reunirse en el hogar inicial, algo muy difícil de conseguir en una gran nación con mucha movilidad de sus miembros. Se llevan regalos y existe la tradición culinaria de comer pavo asado. También se reparte dinero y alimentos a los más pobres. En muchas televisiones sale un gran pavo blanco en la Casa Blanca que tradicionalmente era el que comería el presidente con su familia, pero se ha cambiado por indultar al ave que discurrirá pacíficamente por los jardines. Al día siguiente, el famoso Black Friday, son las rebajas cuando ya se han vaciado las tiendas con las celebraciones del Thanksgiving y hay que seguir vendiendo

Todos los momentos son buenos para dar gracias a Dios, pero me gusta que haya un día especial dedicado para ello. El único problema es que está desplazando a la celebración navideña que es con mucha diferencia una fiesta más importante. Tampoco ayudan, los cientos de papá noeles que llenan las calles y que distraen del motivo principal de la fiesta que es la llegada de un niño indefenso en el que se encarna Dios. Espero que en España no ocurra lo mismo y sigamos celebrando la Navidad, cantando villancicos y tocando las zambombas a la vez que alabamos, bendecimos y damos gracias a Dios por los bienes recibidos

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