¿Dónde están los cristianos iraquíes?

Los cristianos iraquíes han ido bajando desde 1900, cuando eran el 6% de la población, una cifra que se estabilizó a mediados del siglo pasado en el 4% (un millón y medio de personas) pero la llegada del Estado islámico, en pocos años, la redujo al 1% (alrededor de 250 mil), que son los fieles con los que se encontró el Papa en su reciente viaje.

            Han pasado 4 años desde la caída del gobierno que impuso el régimen del terror y los cristianos, poco a poco, están sacando la cabeza como se vio en Qarabosh, una pequeña ciudad en el norte de Irak, cerca de Mosul. Su existencia se percibió cuando dedicaron tiempo y esfuerzos a rehabilitar la catedral de Tahira, una de las iglesias más grandes de la nación que fue destrozada por los yihadistas. Los trabajos de reconstrucción han sido posibles gracias a los fondos de una ONG norteamericana que ha donado 53 millones de dólares pues piensa que la ayuda será beneficiosa para la estabilidad de la zona y por el gobierno húngaro en un programa llamado “Hungría ayuda” destinada a favorecer a los cristianos perseguidos y que se ha centrado en reconstruir Tesqoqa, una ciudad predominantemente cristiana en el norte del país

            El régimen de Sadam Hussein protegía a los cristianos, incluso nombró como ministro de Asuntos Exteriores a Tarik Aziz pues pensó que el nombramiento le hacía propaganda en las naciones occidentales. Pero entre los iraquíes se consideraba el cristianismo como una religión importada – aunque su presencia fuera milenaria - y este sentimiento creció durante el gobierno estadounidense

            Los yihadistas llegados al gobierno ofrecieron a los cristianos unas posibilidades que suponían dejar el país, convertirse al islam o morir mártires de su fe. Muchos se fueron a Bagdad; a Erbil, capital de la ciudad autónoma kurda o a la llanura de Nínive pero otros muchos escogieron países occidentales donde fueron bien acogidos como emigrantes, un hecho que produjo resquemor entre personas que también huyeron del país y fueron rechazadas por no ser cristianos. De los que huyeron no todos piensan volver, sobre todo los que marcharon al extranjero, pero los obispos piensan que los cristianos desparramados por la nación podrán sentirse seguros de volver a sus casas, la mayoría destruidas pero que se han ido reconstruyendo. No ayuda que otros, antes de marcharse, vendieron sus propiedades a musulmanes y los más mantienen el miedo y el temor a no encontrar trabajo

            Hay que reconocer que el gobierno es tímido pues, aunque ha intentado atraerles reconociendo la Navidad como fiesta oficial, los cristianos se consideran ciudadanos de segunda categoría y esta consideración se refleja en la dificultad que obtienen de encontrar empleo público. La constitución es otra dificultad pues redactada en el 2005 está basada en el islam, no favorece los matrimonios entre musulmanes y cristianos a la par que considera a los hijos nacidos de estas uniones como musulmanes. Incluso en Bagdad los negocios de los cristianos son atacados

            El miedo es libre y deja profundas memorias por eso tratar de convencer a los iraquíes de que vuelvan a su país dejando atrás prósperos negocios y renuncien a visados occidentales lo hace más difícil todavía. A lo máximo que se puede aspirar es que el viaje del Papa haya servido para fortalecer la fe de los cristianos que permanecen en Irak y a dar un empujoncito en el camino al entendimiento entre las distintas religiones que pueblan el país. Hay más esperanzas en la zona del Kurdistán, situada al noreste, pues sus dirigentes están más abiertos al pluralismo religioso aunque no a las distintas corrientes dentro de las confesiones musulmanas pues las diferencias entre las familias siempre son más difíciles de sanar

Volver arriba