El despertar de la fe

Si viajabas por Europa o lo largo del siglo XX te sorprendías de que las personas no reconocían sus creencias. No estaba de moda ser cristiano, judío o musulmán de forma que era mejor diluirse en la masa que se profesaba atea o agnóstica. Las posturas se hicieron más intransigentes a partir del ataque a las Torres Gemelas de New York y nació un nuevo ateísmo que culpaba del terrorismo y las intransigencias a las religiones

            Hoy percibo una nueva marea que trae diferentes aguas. Hablar de religión, un tema que era tabú hace poco, es normal. Incluso los no creyentes siguen con interés la muerte del Papa Francisco o la elección de León XIV. En muchos países europeos acuden a los templos generaciones jóvenes, sobre todo la que se ha dado en llamar la generación Z, que son los nacidos en los últimos años del siglo XX y principios del XXI. Son personas digitales que viven inmersas en Internet, estudian y leen online. En general tienen un estilo innovador y pragmático. Son éstos los que consideran que el secularismo no es una buena alternativa para incrementar la moral mundial y su acceso a los templos se ha quadriplicado en los últimos tiempos.

Claro que venían de unos números insignificantes, pero creo es un fenómeno que merece la pena vigilar ya que es la primera generación, en largo tiempo, que está haciendo que el país, al menos Inglaterra, se esté convirtiendo en más religioso. Los tiktokers de turno se interesan por biblias y cantos cristianos, algo impensable para los millennials, los nacidos entre 1981-1996, que crecieron en medio de libros que hablaban de la muerte de la fe y de Dios

Y hablando de libros religiosos el Financial Times cita tres obras que corroboran mis palabras y suministran diferentes ángulos de aproximación a la fe. Lamorna Ash ha escrito Don’t Forget We’re Here For Ever en el que hace un análisis del camino de la cristiandad británica y empieza analizando la ola de conversiones actuales.  Se encuentra con toda serie de creyentes y describe su fe, que como contracultural recuerda a los primeros cristianos. Lo más curioso es que considera nuestro fuerte individualismo una cualidad que permite al individuo vivir en los márgenes y afirmar que no piensa igual, que es diferente

Parte de una previa concepción del cristianismo: misógino, homofóbico, colonial y proyectando un caldo de cultivo donde se multiplican los pedófilos, unas ideas que, al fin y al cabo, sostienen muchos jóvenes hoy día. Después de visitar a personas de múltiples creencias cambia su proyección, se convierte y describe una experiencia interior de oración, lo que demuestra que la brisa del Espíritu sopla donde quiere y sigue presente en el mundo.

Creo que España ha seguido otro camino pero al final encuentro rasgos semejantes. De los otros dos libros que menciona el periódico hablaré más tarde para no alargar este blog

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