De escándalo en escándalo

Recuerdo cuando era niña que jugando a la Oca tenía la sensación de que mis fichas siempre caían en la cárcel ya que cuando pagaba la pena correspondiente y podía volver a mover, recaía en la casilla maldita. Este recuerdo me ha venido a la memoria tras leer un reportaje de la Croix firmado por Massimo Fragioli y analizar los últimos pormenores de nuestra Iglesia que no sale de un escándalo para entrar en otro

            Si hacemos un poco de historia nos encontramos durante los primeros años que sucedieron al concilio y los primeros del pontificado de Juan Pablo II que la Iglesia tuvo que pedir perdón por su antisemitismo. Recuerdo, porque soy mayor, que en Viernes Santo rezábamos por los pérfidos judíos. Un problema que parece sigue estando presente ya que incluso hoy día, al Vaticano le cuesta sancionar a Israel por su trato con los palestinos del que fuimos testigos en todas las televisiones en el reciente conflicto entre Israel y Palestina. No nos acaban de gustar los judíos por aquello de que fueron culpables de la muerte de Jesucristo o porque el cristianismo fue una secta desgajada del judaísmo

            En 1990, Juan Pablo II preparó el gran jubileo del año 2000 en el que pedía perdón por los errores que los católicos habíamos cometido a lo largo de nuestra historia. Esta demanda incluía nuestros pecados contra los judíos, contra la paz, contra los derechos humanos, contra el respeto por las distintas culturas y religiones, contra la debilidad de las mujeres, la unidad de la humanidad, los derechos fundamentales de las personas y un largo etc. Lo más gracioso es que algunos cardenales se mostraron contrariados por lo que les parecía una lista excesivamente larga, pero en ella el Papa tuvo un olvido garrafal ya que no fue capaz de incluir los abusos sexuales ocurridos en la Iglesia católica en cuanto que prefirió dejar limpio el prestigio de la institución

            Pero ese olvido tuvo repercusiones cuando la prensa mundial liderada por un periódico de Boston levantó el secreto que se había instaurado sobre los abusos sexuales en esta diócesis. Estas revelaciones se sucedieron en otros lugares de forma que Benedicto XVI desarrolló la costumbre de reunirse con las víctimas del abuso sexual en sus viajes a Australia, Estados Unidos, Malta, Alemania y con un grupo canadiense que le visitó en el Vaticano. Aunque tampoco tuvo la valentía de exigir medidas disciplinarias, como demuestra el caso de Marcial Maciel, ya que consideró que estos pecados venían de fuera, de nuestra Iglesia infectada por contacto con las costumbres liberales de la modernidad. De forma que consideró que lo único necesario era reforzar dentro del catolicismo unas doctrinas correctas

            Bergoglio no hizo gran cosa durante el primer año de su pontificado, pero aceleró la respuesta a partir de 2014 y entre los años 2018/ 2019 celebró una cumbre extraordinaria en el Vaticano para tratar el tema. Lo que ha sucedido es que la respuesta institucional siempre da la impresión de quedarse corta en la medida de que el número de los sacerdotes pedófilos se fue acelerando y sumándose a otros escándalos, como el de las religiosas o personas vulnerables, el de los laicos por sus superiores espirituales, el de los fundadores de nuevas comunidades, el de las mujeres acogidas por su mala vida y el de los niños huérfanos en comunidades católicas en Irlanda, Canadá y otros lugares.

Y cuando creíamos haber pasado página y vivíamos con la esperanza del anuncio de un proceso sinodial entre el 2021 – 2023, volvimos a caer en la ficha maldita del tablero, con el anuncio del reciente hallazgo de una fosa, en un internado regentado por una comunidad religiosa católica, de los cuerpos de 215 niños indígenas canadienses, alguno que no cuenta más de tres años, en la región de British Columbia (Canadá). No fue nada buena la fecha, el 4 de junio de este año, ya que coincidió con la declaración del cardenal Reinhard Marx que le entregaba al Papa su renuncia al cargo como arzobispo de Múnich y de Freising, aunque estaba lejos con sus 69 años de la edad del retiro. Los motivos que empujaban al prelado eran los fracasos que había cometido la Iglesia en su enfrentamiento con los abusos sexuales. Muchos periodistas lo interpretaron como un aviso a sus compañeros en el episcopado alemán, pero para otros también suponía un toque de atención al lento desarrollo de la reforma eclesial. El Papa no le aceptó la renuncia con una preciosa carta que fue publicada

Tampoco es edificante el espectáculo que está dando la conferencia episcopal de los Estados Unidos, peleados unos con otros, en el tema de la negación de la comunión al presidente Biden. La mayor parte de los obispos americanos apostaron por Trump y no llevan en paciencia que un católico convencido, de misa dominguera, no se oponga a las leyes sobre el aborto que es el tema estrella en nuestro credo ya que, aunque el anterior presidente fuera misógino y racista, daba mucho dinero a la Iglesia Católica y eso parece que era más importante que sus ideas. Menos mal que el Papa Francisco les ha mandado una misiva para que entren en razón ¿Lo harán?

Es indudable que el arrepentimiento tiene que ser el modo de ser de la Iglesia católica actual ya que la mirada arrepentida hacia las páginas negras de nuestra historia posibilita el salto hacia el futuro, aunque no está claro cuál es el camino o la meta de ese futuro ¿La sinodalidad es apoyar por una iglesia menos clerical con cambios teológicos? El Vaticano II apostó por una hermenéutica doble ya que incluía la continuidad junto a la reforma, pero hoy se ve con menos claridad esa continuidad y hay que apostar por una reforma radical que no deja de asustar. Como me declaro feminista creo que el brindis al sol de permitir que las mujeres seamos lectoras parece una broma, aunque sea bien intencionada.

Si el proceso sinodal no está abierto a unas reformas institucionales y teológicas que den respuesta a estos abusos y necesidades, mucha gente cree que la Iglesia católica no tiene un futuro nada halagüeño ¿Cómo hacer para no tirar el agua sucia de la bañera con el niño dentro? Ahí está el problema que empuja a muchas personas a no cambiar el agua, aunque ya no cumpla su misión

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