La ética del cuidado

Hace unos días el periódico El País, entrevistó a Victoria Camps catedrática emérita de filosofía moral y política en la Universidad Autónoma de Barcelona para hablar sobre su último libro Tiempo de cuidados. Su tesis es que el cuidado a los seres humanos, el paso de una ética sobre el contenido de la moral a otra sobre su práctica, es una necesidad ineludible en nuestras comunidades. Victoria Camps cita a Aristóteles cuando defiende que el cuidado se relaciona con el alma sensitiva y no con la racional

Esa labor se había reservado siempre al mundo femenino y como actividad propia de mujeres no era tenida en consideración, pero es un deber que afecta a todos los ciudadanos, Hoy aparece como un valor nuevo en el que tiene un gran peso lo personal y por eso no puede quedar en manos exclusivas de la administración pública. Si queríamos pruebas, esta pandemia lo ha dejado bien claro ya que en una medicina desbordada tuvieron que entrar también los cuidados psicológicos a los enfermos para que no se sintieran solos. La soledad es uno de los problemas mayores con los que cuenta nuestra sociedad sobre todo en el colectivo de personas mayores, enfermas o discapacitadas

Alude Victoria a un libro que leí hace años In a different Voice de Karol Gilligan que defendía existe una diferente manera de abordar los problemas entre los hombres y las mujeres, ya que ellas perciben la necesidad de paliar el sufrimiento por encima de la ley. Recuerdo, entre los casos que abordaba la obra, la situación de un enfermo que se retorcía de dolor por un cólico nefrítico en mitad de la noche y su acompañante recorrió farmacias para que le dieran morfina y, en todas ellas, le dijeron que la ley se lo prohibía. En la última a la que acudió, se encontró con una boticaria que cuando le imploró repetidas veces, acabó cediendo “prométeme que me traes mañana la receta, le dijo”. Mis preguntas flotaban en el aire ¿Quién obró mejor? ¿Y si mañana no llegaba la receta a la farmacia? ¿En qué momentos se puede dejar de cumplir una ley para que no sea un coladero?

Victoria Camps reconoce que su obra es feminista porque defiende la práctica de la ética del cuidado que han desarrollado las mujeres durante siglos. Esa labor ya no la pueden ejercer en exclusiva las mujeres en cuanto que han salido a la vida pública y piden a sus compañeros varones que la compartan con ellas para que no se queden muchas personas con necesidad de ser atendidas. Lo más curioso es que muchas feministas de la igualdad reniegan de estos planteamientos pues consideran que su petición de auxilio no va a ser escuchada y que quedará todo como antaño o peor que antaño, ya que tendrán las mujeres que atender dos actividades: su trabajo de fuera del hogar y el de dentro

Soy una defensora acérrima de la ética del cuidado en cuanto que he tenido la suerte de frecuentar a muchas personas disminuidas necesitadas de cariño, sobre todo del tacto. Un beso, una caricia, un abrazo y unas palabras hacían maravillas en la persona que las recibía en cuanto que se consideraban queridas y valoradas. El doctor Marañón sostenía que no había ninguna medicina mejor que las manos de una mujer acariciando a un enfermo. Y la verdad es que en la labor de ofrecer cuidados hay una remuneración intrínseca, la sensación de bienestar que produce la conciencia de haber servido de algo. Por eso ofrecemos a los varones un nuevo tesoro que nosotras hemos disfrutado y queremos compartir

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