El futbol que nos viene

Vaya por delante que me gusta mucho el futbol, un deporte que se juega en comunidad y que precisa del esfuerzo de todos sus componentes para llegar a buen puerto. En general los delanteros son los que se llevan el gato al agua pero, si son generosos, reconocerán que sin una buena defensa y un medio campo que distribuya y contenga no se ganan campeonatos.

Para un país en crisis profunda, como el nuestro, con poco pan no viene mal un poco de circo que contribuye al bienestar de la sociedad. Mala cosa sería que perdiéramos a la primera de cambio porque se derrumbarían muchos castillos de naipes y habrá que buscar chivos expiatorios.

Curiosamente hay una gran discusión sobre los sueldos astronómicos que ganan las figuras del futbol, unas cantidades a las que contribuimos todos los que vamos a los campos o ponemos la televisión. Los mejores del mundo en sus especializaciones siempre tienen que ganar más porque se los rifan. A nadie le importa lo que gana Nadal, cifras tan grandes como las de los futbolistas, quizás porque no es presuntuoso y le vemos sudar la camiseta día a día. Otra cosa son las primas que se les van a pagar a los internacionales españoles que deberían estar satisfechos por defender los colores nacionales, lo que estoy segura que piensan la mayoría.

Hasta ahora he dicho todo lo bueno que veo en este deporte pero el mundial de Brasil va ser el culpable de que muchos ciudadanos que no simpatizan con el futbol acaben odiándolo. Partidos, partidos y partidos… y los españoles como bobos pegados a la televisión. He visto que en el anterior mundial éramos el segundo grupo de países con más televidentes porque éramos capaces de aguantar los 90 minutos de un partido sin chistar. Sólo nos superaba Japón lo que me ha sorprendido porque no sabía que eran forofos.

Los países más poblados no están interesados en el futbol. La India tiene como deporte nacional el cricket y los chinos gustan de ver futbol en la tele pero, de momento, sólo quieren que sus hijos pasen los exámenes que les permite acceder a la universidad. A lo sumo están interesados en el baloncesto porque tienen un altiricón que es conocido entre la gente joven. Nadie aspira a ser Messi o Cristiano Ronaldo. En los Estados Unidos el interés está en el baloncesto o en el golf. En Indonesia tampoco levanta pasiones.

Pero todo esto está cambiando. Al olor del dinero, los clubes de élite como el Real Madrid, el Barcelona o el Manchester United se pasean en vacaciones por ciudades chinas para que el pueblo conozca a sus ídolos, vaya a los partidos y compre camisetas. De hecho muchos canales de televisión han ofertado muchos partidos del mundial aunque las 11 horas de diferencia horaria, no facilitará una audiencia masiva.

El caso de los Estados Unidos es diferente porque la cantidad de emigrantes mexicanos y de otros países de ese continente ha importado el interés por el futbol y los estadios se están llenando, algo impensado hace unos años.

Los sobornos y el amaño de partidos va a acabar con la gallina de los huevos de oro. No hacía falta ser policía para saber, que una sede como Qatar, no era posible para celebrar unos partidos en agosto por mucho que hablaran de refrigeraciones nuevas y sofisticadas. La verdad es que algunos de los que votaron se dejaron comprar.

Mi esperanza está en que las cosas se desarrollen bien, sin revueltas callejeras, sin robos masivos, sin lesiones graves, sin peleas entre los jugadores… y con buen futbol. Si España gana estará fenomenal pero si no lo hace, no pasa nada porque como decía el barón de Coubertin “lo importante es competir”.
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