¡Que injusticia!

"Dios te coja confesado", es un dicho español que señala los peligros a los que te has expuesto, pero jamás los gestores de residencias de ancianos hubieran imaginado las que se les venía encima. Se han visto expuestos ante el Covid y las administraciones públicas que les echaban la culpa de la elevada muerte en sus centros, convirtiéndoles en chivos expiatorios para tapar sus propios errores

          Imagino que por ignorancia y no por maldad, el vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, dijo en sede parlamentaria que el 75% de la propiedad de las residencias estaba en manos de multinacionales especuladoras, corruptas y fondos buitre cuando la realidad es que sólo poseen el 15% son ¿especuladoras, corruptas y fondos buitre unas sociedades que cotizan en bolsa?, otro 70% lo poseen 1300 empresas pequeñas que gestionan entre una y tres residencias y el resto son públicas.

Se habló de privatización cuando estos centros nunca fueron públicos y su inicio lo encontramos en las casas de misericordia que atendían a los pobres. También se mencionaron los recortes cuando en estos últimos años se ha aumentado el gasto y el personal en un 20%. Álava, Asturias y Extremadura, únicas entidades que han suministrado sus datos, reflejan una mortalidad en sus centros públicos que duplica la de los privados. El ejército, en boca de Margarita Robles, aseguró que en muchas residencias se habían encontrado cadáveres en los cuartos, pero se le olvidó añadir que las funerarias avisadas estaban colapsadas y no acudían a las llamadas que hacían los directores. La mayor supervivencia de los españoles se refleja en que hace 20 años las personas que habitaban en residencias tenían una media de 76 años, una cifra que se ha elevado actualmente a 86 con el correspondiente deterioro de su salud. Las diferentes encuestas señalan que sólo el 20% son autónomos lo que implica necesariamente una mayor dedicación a sus personas

Y dejemos de cifras para pasar a una realidad social. Muchos hogares españoles no pueden cuidar a sus ancianos y hay que buscarles una solución. Lo mejor sería la atención domiciliaria pero cuando ésta no es posible, se recurre a las residencias que no son hospitales, pero tienen más facilidades para atender a las personas que no se valen por sí mismas. Hemos de ayudarles en este empeño y no ponerles palos en su funcionamiento

Muchas cosas han fallado en esta gripe, pero les puedo asegurar que los gestores de las residencias y su personal se han desvivido por atender a sus ancianos. En algunos centros se quedaron mermados de trabajadores por haber cogido la enfermedad o por miedo a cogerla y no encontraron sustitutos para paliar su baja. Se pueden imaginar la carga de trabajo que se les echó encima a los que se quedaron

Antes del confinamiento se hablaba del procés, en los meses que estuvimos encerrados, los medios de comunicación se dedicaron a vituperar a las residencias de ancianos y hoy, se están elevando voces, como la mía, para colocar la situación en su verdadero sitio y declarar héroes a los que se han dejado la vida por atender al colectivo más abandonado. El futbol, que rellenará la atención en los medios en los próximos meses, nos ayudará a reflexionar a todos, administración y gestores de residencias, pausadamente a escoger la ruta que debemos seguir en el futuro

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