Un unicornio en el pesebre

Si eras amigo de la duquesa de Amalfi, Constanza Piccolomini D'Aragonagona, en el siglo XVI te podía caer un unicornio como regalo para colocar en el Belén. Sus figuras eran el colmo de la sofisticación y posiblemente otras mujeres copiaron su obsequio para presumir de elegancia. Es curioso que una mujer educada como ella creyera en la existencia de este personaje. La idea era colocar el unicornio junto a la Sagrada Familia, pastores, corderos, la burra, el buey, algunos camellos y los Reyes Magos en el pesebre para que pudiera vigilar el entorno. Era como un fuerte guardián

¿De dónde vienen las referencias sobre esta criatura? San Jerónimo traduce la palabra buey como sinónimo de unicornio y en el Cantar de los Cantares, la doncella describe a su novio como hijo del unicornio

           Aunque la primera referencia que tenemos probablemente nos llegó de Ctesias de Gnidus, un médico griego que vivió en el siglo V a. C. Escribió un libro titulado Indica en el que hablaba de una tierra habitada por seres fantásticos entre los que se encontraban los unicornios. Los describía con un cuerpo blanco, cara roja y ojos azules. Llevaban un largo y ancho cuerno blanco en la frente cuya base no se podía abarcar con las dos manos. Ese cuerno, utilizado como copa, era de gran utilidad para combatir las enfermedades. Ya no era sólo su fuerza la que se buscaba sino sus facultades curativas

En el Talmud, cuando habla del arca de Noé, este animal, no quiso entrar o era tan grande que no cabía, pero milagrosamente sobrevivió al diluvio  

           Más cercana a nosotros es la descripción que en el 600 nos ofrece Isidoro de Sevilla en su famosa enciclopedia Etimologías. Lo titula monoceros por el cuerno que lleva en mitad de la frente. No lo describe con un concepto muy positivo ya que es un animal salvaje, cercano al rinoceronte, que combate y vence a los elefantes. Al lado de esta descripción violenta lo relaciona con doncellas vírgenes a las que se aproxima como un animal domesticado y se deja coger por ellas

           Esta es la faceta que le hizo pasar a la historia gracias al apartado sobre este personaje que hizo Giovanni da San Gimignano, un dominico que predicó entre los siglos XIII y XIV y también lo describió en una enciclopedia. Según este sacerdote el unicornio tenía la facilidad de oler la virginidad de aquí el número de retratos de esta época en los que aparecen jóvenes con unicornios en su regazo. Uno de los más famosos está pintado por Rafael y representa a una jovencita, poco tiempo antes de su matrimonio, con un unicornio que es símbolo de su virginidad

Lo más asombroso es la descripción que hizo Felix Fabri, un teólogo suizo en el siglo XV que nos hablaba de lo que habían visto sus ojos. No era un personaje místico sino una realidad. Aunque no pudo acercarse mucho lo describía como una bestia noble cuyo cuerno brillaba de tal manera que se convertía en la mejor piedra preciosa. No consentía en ser capturado y si lo era, moría de inmediato.

Estos desarrollos permitieron que también en muchos cuadros de la anunciación apareciera su figura. Un libro flamenco de horas de 1526 describe al unicornio colocando su cuerno en el regazo de María o sus dos pezuñas reposando en su manto. Era símbolo de pureza

La pregunta final es el sentido que tienen estas figuras míticas, los motivos por los que se recurre a ellos. Creo que es una manera de evocar tiempos mejores, de calmar temores sobre la muerte, del hambre y de tocar la puerta de lo mágico. Nos han ayudado a imaginar la exuberante realidad de la belleza. Como diría Chesterton “el mundo nunca se sacia de querer prodigios” y el unicornio entra en esta categoría

La Navidad también es un momento de prodigios que nos abre a la esperanza de un recién nacido que no nace en la opulencia sino en un establo y que nos ilumina en las noches de la vida

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